Parte 2: El ocupa soberbio

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2-El ocupa soberbio

**Ichigo**

Por fin la sirena fin de clases suena. Hoy se me ha hecho especialmente largo y no sé porqué, será que tengo la cabeza en las nubes y no donde debiera. O quizás es porque voy a verle a "él" nada más salir.

Me echo la pequeña maleta a la espalda y veo la mirada inquisitoria de Uryu colocándose las gafas hacia arriba.

-¿vuelves a escaparte de las extraescolares, Kurosaki?-

-Bah! Olvídame Ishida, puede que a ti te vaya este rollo porque estás en el club de costura, pero yo paso-

-Te necesitan como portero en el equipo de fútbol, no lo olvides-

-Hoy no, ya tengo planes-

-¿Otra vez a perseguir a ese animal?-

Le miro cabreado apretando los dientes, resistiéndome el no darle un puñetazo. No me gusta que hable del hombre que me gusta de ese modo, me saca de mis casillas. Uryu termina levantándose de su asiento y me sigue muy de cerca mientras salimos. Observo como él maldice en voz baja tras mi espalda al ver a un chico alto y fuerte que se acerca a nosotros. Tiene la piel morena, pelo castaño y apariencia totalmente distinta a la de un japonés, ya que sus rasgos son latinos. Yasutora Sado. La..."mascota" de Uryu. Y digo mascota porque "Chad" como yo le digo, no es como nosotros, ni siquiera es humano....es un robot.

Empecé a oír sobre avances tecnológicos con robots hace unos años y por fin nuestro país ha decidido dar el boom con la venta de robots que prácticamente parecen humanos. Ya no solo son una herramienta muy útil para la casa, como los típicos robots de cocina, sino que la gente se está acostumbrando a verlos como si fueran personas reales, incluso ya ha salido alguna noticia de que un padre pidió un robot con la semejanza de su hijo muerto o cosas así. Eso me enfurece, ninguna máquina puede sustituir a una persona de carne y hueso. Si a mi padre se le hubiera ocurrido comprar un robot con una apariencia similar a la que tenía mi madre le habría matado.

Pues bien, la familia de Uryu siempre se ha dedicado a la medicina y aunque su abuelo terminó retirándose y llevando un orfanato, la empresa le está muy agradecida y no se les ocurrió otra idea que regalarles un robot de última generación. Souken se lo regaló a su nieto por navidades y este es el resultado, un Uryu cabreado por el "regalito" pero sin ánimos para disgustar a su abuelo diciéndole que no le quiere.

-¿Qué haces aquí, Sado? Te dije que no te movieras de casa-

-........- encima este robot es de pocas palabras, lo cual desespera bastante.

-Déjale Uryu, habrá venido a ayudarte tío, que mala leche tienes-

-¡No necesito ayuda de nadie!! Sado, vete-

-.....tu abuelo me dijo que te hiciera compañía de vuelta a casa-

-¡¡¡Deja de hacer caso a mi abuelo!! ¡¡Dios! ¿Por qué tuvo que programarte él?? Que desesperante, yo no quería tener un robot de dos metros persiguiéndome todo el día-

Chad menea la cabeza a modo interrogante y Uryu resopla dándole la espalda para irse solo. Yo le doy unas palmaditas al grandullón en el brazo notando como no aparta su mirada (eso creo, porque con el flequillo apenas le veo los ojos) de Uryu. La verdad es que cuando Souken le entregó a Uryu el robot, a este casi se le salen los ojos al ver a un tío latino enorme en pelotas en el salón de la casa de su abuelo. Yo ya me pensaba que el abuelo le tenía como amante o esclavo, pero hay que ver la risa que me dio al descubrir que era un robot y el rubor de las mejillas de Uryu. Su abuelo no es nada tonto, tanto a Uryu como a mí nos gustan los hombres, así que tener un robot para practicar no está mal, cosa que a mí me repele.

"El hombre perfecto"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora