22. Un camino silencioso.

219 36 22
                                    

—¿Ya te aburriste de tu juguete, Lennon?

El castaño dentro del baño se volteó para ver a Stuart, con gafas de sol frente a él.

—Así como alguna vez me aburrí de tu hermana.—Contestó soltando una amarga risa.

—No es bueno jugar con el corazón de las personas. ¿Sí sabes que Cynthia tiene novio, Johnny?

—Ella no es nada mío y ya déjate juegos, que no tengo tiempo para estupideces.

—Lo mismo dijiste alguna vez de Paul y ya ves como terminaron las cosas.

—El mismo tiro por la culata, ¿no?

Lo tomó por el cuello, acercándolo peligrosamente a la pared, acorralando al que fuera su amigo.

—No estoy de humor.—Volvió a decir a pesar de la sonrisa que traía Stuart—. Ya terminó tu juego. ¿Qué más quieres?

—Después de ser la burla de la escuela por lo de la apuesta, dudo que desee algo más.

Le soltó con expresión pálida y fría. Se alejó a pasos lentos, resentido con él y con el mundo. ¿Acaso toda la vida se iban a burlar de él?

—¡Ya no me importa ser la burla!—Exclamó tratando de tragarse sus propias palabras ante su orgullo de hombre—. ¡Pronto me iré de aquí y todos ustedes se habrán ido al carajo!

—¡No puedes ni salir del armario y vas a querer salir adelante en la universidad!

Le miró furioso y antes de hacer daño alguno, se lo meditó un par de segundos para después, golpear a un costado de él.

—Te puedes pudrir, Stuart Little.—Contestó antes de comenzar marcha hacia el salón de clases, cerrando la puerta del baño con bastante fuerza.

Entendía que pudiera estar confundido, ¿pero de allí a contarle a toda la escuela sobre lo de Paul? Eso lo encontraba una humillación para ambos.

¿Quién era el verdadero hombre al precipicio? No lo sabía. No sabía cual de los dos terminaría matándose producto de la realidad.

—¡Hey, John! ¿Estás oyendo?—La joven chasqueó sus dedos frente a los ojos del castaño, logrando una sacudida se cabeza que le hizo despertar del trance.

—¿Qué pasó?

—En cinco minutos más salimos, debes ordenar tus cosas pronto si queremos irnos pronto.

A decir verdad la había invitado a casa, con la intención de verdaderamente estudiar. Ella era inteligente, también bella, pero no era su tipo. Ella era insegura, y se refugiaba bajo esas largas faldas de la clase baja/media y blusas abotonadas. Sin dudarlo, no pudo evitar pensar en él; su depresión le hacía inseguro.

Pronto asintió y comenzó a guardar los cuadernos. Se sorprendía a sí mismo, porque jamás tuvo tantos cuadernos y libros en su mochila. Quizás, de verdad necesitaba un cambio.

—Mimi estará encantada de recibirte.

—Ella es tu tía, ¿verdad?

—Sí, y es muy recatada; casi una dama. Digo casi, porque cuando se enoja es otra historia.—Ambos rieron caminando por los pasillos llenos de más estudiantes los cuales no hallaban horas para irse—. Pero estoy seguro de que se llevarán bien.

—Jamás pensé en estar en la casa de John Lennon.

—Es porque te tienes poca fe, Cyn.

Hombre al precipicio. ❝McLennon.❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora