5. No sabes lo que profeso.

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Se había vestido simplemente porque sí, porque quería de una vez demostrar que no era tan débil, quería demostrar que era una persona ante todos y que nada ni nadie le podría volver a hacer daño.

—Paul, a dónde crees que vas así —cuestionó John.

—Pues —rascó su barbilla fingiendo pensar—..., a dónde mis pies me lleven, ¿no?

—¿Y yo podría acompañarte?

—No, porque no quiero saber de tus amigos, esos zarrapastrosos buenos para nada.

—O sea que yo también soy uno de ellos. Me estás tirando sutilmente una indirecta directa.

—Tómalo como quieras. Si yo tuviese que decirte algo, créeme que te lo diría, John.

—Ni siquiera tienes dinero.

—¿Tú crees que no? Haré que la herencia de mis padres valga la pena. —esbozó una sonrisa.

John abrió su boca, pero no, iría con él aunque se matasen a golpes los dos; no podía dejarlo ir porque sentiría que su plan no funcionaba.

—Iré contigo quieras o no —gruñó cruzándose de brazos frente a él—. Aparte tu brazo está recientemente lastimado.

—¿Y eso qué?

—Que te pueden hacer cualquier cosa.

—Deja de fingir que te importo, duele mucho más que la indiferencia.

—¿Quieres salir? ¡Pues sal, pero conmigo porque sin mí no saldrás de esta casa! —tomó de su mano abriendo la puerta de la entrada.

Posteriormente salieron de la morada y Paul quitó su mano aún a pesar de que deseaba mantenerla junto a la de él para toda la vida; pero deseaba también hacerse el difícil alguna vez.

John simplemente iba en silencio sin saber qué decir. Quería comenzar una charla pero por primera vez no podía, comenzaban a sudar de sus manos y sentía los nervios a flor de piel recorrer por su ser, incrustándose mayormente en su estómago; del cual quería golpearse mil veces para dejar de sentir aquel horrible nerviosismo y más. Aunque bueno, mentalmente ya lo hacía por más estúpido que sonase.

—No puedo creer que aún sigas siendo mimado. —respondió finalmente cabreado por la actitud del menor.

—¿Puedes callarte un momento y dejarme disfrutar de mi soledad?

—¿No crees que haz disfrutado mucho por ahora?

—¿Y tú no crees que te estás comportando como un imbécil todo el tiempo?

—¿Y por qué tú no quieres creer que realmente te siento y quiero ayudarte?

—¿Y por qué mejor cierras el pico y dejas de hacer el ridículo con algo que jamás llegarás a sentir por mí? —soltó una maldición a entre dientes—. No puedo creer que sigas empeñado en querer hacerme ver que sientes algo por mí, pero tan sólo déjame ver tus ojos directamente y créeme que sabré que realmente no sientes nada, porque una mirada dice más que mil palabras.

—Paul...

—¿Qué? —cuestionó éste cruzándose de brazos.

—Déjate de ser tan pesimista. ¿Qué sabes tú de lo que yo profeso hacia ti? Yo puedo jugar con mil chicas, pero no jugaría jamás contigo —suspiró pesadamente; esto sería más difícil de lo que pensó alguna vez—. Sé que eres frágil y no deseas que nadie rompa tu corazón por ahora... Pero eso no lo puedes aplazar durante toda tu vida. En algún momento te tocará sufrir por amor, llorar, qué sé yo, pero déjate amar alguna vez en la vida... Al menos déjame conocerte y viceversa. ¿Te parece?

El pelinegro quedó pensativo y callado durante todo el camino, pero es ahí cuando volvía aquella duda sobre el castaño. ¿Estaría bien abrir su corazón y dejar que entrase en él? Aunque ya estaba incustrado ahí. ¿Sería lo ideal dejarse amar por un instante? ¿Merecía amar y ser amado según el mayor? Y es que su corazón intentaba decirle a gritos que le diera una oportunidad a John, que corriese a sus brazos y le dijese lo mucho que le amaba desde que lo conoció... Más la cabeza y su razonamiento le decía otra cosa de forma calmada, le decía que no era lo ideal por ahora, que saldría lastimado y su corazón estaría pisoteado. Pero, ¿y si le hacía caso al corazón pero a su vez a la razón?

«Son muchas dudas.» «Es todo muy difícil.» Ello era lo que él pensaba.

Pero la duda más difícil aún, era si es que de verdad podía juntar a la razón y al corazón y hacer de sí mismos alguien fuerte y capaz de dar amor, pero también de recibirlo a cambio. Y es que, todo érase posible si se trataba de John Lennon, todo se podría esperar de él.

Entonces al llegar al parque de diversiones, sentándose junto a John a admirar tranquilamente a los niños jugar, esbozó una cálida y amplia sonrisa, volteando a ver al mayor con seriedad.

—Yo no sé si lo que ahora haré sea bueno o malo, tampoco sé si deba hacerlo o no, pero quien no arriesga nada consigue. Y yo quiero arriesgarme, quiero volver a sonreír a la vida después de tiempo, quiero sanar mi corazón y gritar a los cuatro vientos que por fin soy libre, que poco me importan sus palabras tras mi espalda.

—¿A qué te refieres?

—Déjame terminar, John.

El castaño observaba con atención ésta vez al menor, se le veía serio y decidido, se le veía seguro de algo. Pero era tan imbécil como para entender lo que venía a continuación, entonces... Entonces tiempo después sabría que se engañaría a sí mismo y que con ello, engañaría a alguien más.

—Quiero que con el pasar del tiempo poco me importe el qué dirán de los demás, aún incluso si caen piedras sobre mí y me molieran a palos. Quiero hacerme valer, respetar y ser respetado. Y es que he estado escondido entre cuatro paredes durante tanto tiempo, he estado refugiando mi persona tras la sombra de algo que tarde o temprano entendería que no fue mi culpa, que las cosas suceden porque tienen y deben suceder. Quiero amar y ser amado, así como amarme a mí mismo, y también quiero intentarlo, quiero dejar atrás mis miedos, mis tormentos, mis lágrimas, mis deseos de lanzarme al vacío. Quiero comerme el mundo, quiero saber qué es la felicidad, qué es ser feliz con cosas pequeñas. ¿Pero quién dijo que debíamos buscar la felicidad? Nadie... Y no estoy diciendo que una persona es imprescindible, porque no lo eres. Sé que en algún momento dado entenderé que no eres para mí, ni yo para ti, pero tampoco deseo quedarme con la duda alguna vez de: “¿Qué habría pasado si hubiésemos estado juntos?” “¿Habría sido feliz?” —suspiró rodando los ojos y luego esbozó una tonta sonrisa—. Y es por eso y por muchas otras cosas más que deseo intentarlo contigo, porque aún así la razón me lo niegue y el corazón me lo pida, deseo intentarlo y, si es que no llegó a funcionar, entonces tendré la respuesta a mis preguntas y podré finalmente decir que fui de alguna u otra forma feliz por al menos, un tiempo junto a ti.

Entonces John comprendió que quería decir y otra vez el remordimiento le golpeaba el pecho y le daba patadas en el estómago, no deseaba orillarlo al dolor otra vez, pero quería intentarlo también, y entonces fue cuando tomó la nuca adversa y depositó un suave beso en aquellos pequeños pero carnosos labios que tenía el menor. Sintiéndose extraño, y a pesar del mirar ajeno lleno de asco que algunas personas daban, pudo decir mentalmente que no le importaba, que nada le importaba. Cerraba sus ojos dejándose llevar por los labios contrarios que trataban de danzar al compás suyo.

El adverso frente a él le besaba de forma dulce, con amor, de una forma tan indescriptible que sabía que nadie jamás en la vida le besaría de tal forma; pero también sabía que eso acabaría en algún momento y se arrepentiría toda su vida. Al final todo era parte de un plan, pero es que no podía separarse, no ahora. Quería sentir y disfrutar un poco más, aún así perdiese la maldita dignidad de hombre que solía tener hasta aquellos momentos.

AstronomyMoon.

Hombre al precipicio. ❝McLennon.❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora