el chico y los nombres

30 3 0
                                    

Abrió los ojos, se encontraba flotando en la oscuridad, seguro la inundación la había sacado de su casa, pero ¿qué tan lejos la arrastró? Y ¿Qué tan profundo era? No sentía la tierra debajo y le dolía mucho el brazo y el pie, si no se trataba se infectará. Comenzó a nadar, pero no encontraba tierra, duró más de media hora y nada, hasta que por azares del destino se atoró en una rama, era un gran árbol gigante, en el cual  las ramas sobresalían del agua. Ella trepó hasta llegar a las ramas y se recostó, completamente cansada y agotada, su respiración fue disminuyendo hasta llegar a un estado casi inconsciente.
El sol le quemaba la cara, ella sentía como si su cuerpo se incendiara, se sentó en el árbol y observó sus alrededores, ella se sentía mareada y hambrienta, pero el sentimiento que más ganaba ahora era el de condición ¿qué le había pasado? Eso es lo que le rondaba en la cabeza una y otra vez, no era posible que su maestro calvo y barrigón de matemáticas, la hubiese mordido y después casi matado, pero la mordida estaba ahí, junto con la peste asquerosa a sangre. Miro a su alrededor y observo un pantano, ella estaba sola y en un pantano ¿cómo era posible? La inundación no la hubiese podido arrastrar hasta un pantano ella viviendo casi en el desierto, observo a lo lejos una clase de hipopótamo, pero este era diferente, tenía grandes dientes como el de un mamut, en su cabeza le sobresalían una cresta llena de pequeños cuernos muy puntiagudos, su tamaño era más grande de los normal y este nadaba muy rápido hacia ella.
-¿Qué mierda?- 
Se lanzó al agua y nadaba lo más rápido posible, pero esa cosa era más rápido y en pocos minutos lo tenía detrás de ella, abriendo su gran osico, casi comiendo la viva. Ella solo podía rezar y se sumergió en las aguas sucias en las cuales no se veía nada el fondo, se escuchó un bang y las aguas se movían bruscamente, ella se golpeó con algo, lo cual le sacó el aire, al tocarlo sintió la suavidad de la tierra. Saco la cabeza y salió rápidamente, al mirar atrás pudo notar como aquella agua sucia se volvía un rojo carmesí y como aquel animal que era tan monstruoso, desaparecía lentamente en el agua.
-¿y tu quién eres?-  un hombre en taparrabos y todo sucio estaba parado frente a ella- ¿ cómo lograste entrar aquí?- el chico la alzó -la tienes difícil niña- dijo observando la mordida -¿quién te marcó? ¿Qué era?- parecía desesperado y confundido pero a la vez alegre -ya, ¿donde dejé los modales? Mi nombre es, espera ¿cuál era?, no importa, puedes llamarme como te apetezca, ¿qué cosa hiciste para quedar desterrada?- caminaba hasta llegar a una cueva -mataste a algún noble o algo así- la sentó en una piedra -incendiaste un palacio o ya se- se acerco dejando fuera el espacio para respirar -cometiste un pecado capital, que maldita-dijo sonriendo
Nicole sintió el cuerpo cada vez más pesado y adolorido, al parecer la mordida le estaba causando una infección, puesto que su piel estaba poniéndose verdosa y mirada junto con una secreción blancusca.
-ya veo, tienes las de perder, te ayudaré puesto que no e tenido un invitado en muchos años y quiero comer ese gran pedazo de carne con alguien- la voz se distorsiona lentamente descuida no muerdo muy fuerte-
Abrió los ojos lentamente y pudo notar como en su brazo estaban unas vendas hechas por hojas y en su pie estaba un tipo de masa dura que evitaba que está pudiera moverlo, aquel hombre risueño y de ojos grandes que penetraban color marrones no estaba, en su lugar, estaban unos cuernos gigantes, como los que tenía el animal anteriormente. Ella se sentó y notó como estaba desnuda y no llevaba ese olor putrefacto, en su lugar estaba un agradable olor a rosas, ella estaba completamente limpia y sus ropas estaban a un lado, al igual limpias.
-miren quién despertó, la hermosa princesita, ¿te encuentras mejor?-
Asintió, el chico que una vez estaba completamente sucio, ahora estaba reluciente, llevaba unos abrigos peludos, como si fuesen el pelo de un animal o el cuero de este, el pelo que anterior mente era verduzco grisáceo ahora era color castaño muy claro, su piel Blanca como la nieve y sus rasgos muy marcados, el era atractivo cuando estaba limpio.
-¿Tienes hambre?- acerco un pequeño plato echo de piedra -lo cocine, no te preocupes, pensé que te gustaría mejor así, anda, o la prefieres cruda-
Meneo la cabeza en negación y comenzó a comer, era un sabor único, pero no desagradable, la carne era suave y fácil de masticar.
-¿te gusta?- pregunto mientras se acercaba a comer junto a ella -es extraña, pero no venenosa, me hubieses visto cuando llegue- río abiertamente -comía cualquier cosa y la mayoría me dio dolor estomacal- continuo comiendo -pero aún así, mírame aquí, aún vivo y comiendo junto a ti- metió otro bocado a su boca -¿te sientes mejor?-
Asentí, mientras comía, sentía que mis fuerzas volvían y que no estaba sola como hacía un rato.
-vaya, estoy lleno- Eructo -que rico. Se siente bien comer después de que esta recién cazado, estuve siguiendo eso durante 4 horas, la hiciste bien de carnada, en cuanto eso te vio, se olvidó completamente de mi y zaz pum lo pude cazar. Seriamos excelente equipo, si no hubieses estado en peligro, ni hubieses nadado por tu vida, pero fue muy listo eso de sumergirte, si no lo hubieras hecho estaría aquí comiendo yo solo- se levantó y se sentó justo en frente de mi -¿no puedes hablar?- toco mi garganta -no se siente algo fuera de lo normal- le abrió la boca aún con la comida dentro -mmm, si tienes la lengua- la cerró y le dio palmaditas en la cabeza -solo debes ser muda- sonrió abiertamente -me agrada que alguien aparte de mi este aquí comenzó a moverse de lado a lado -empezaba a volverme loco de solo ver piedra fango y animales-
Se puso de pie y le puso más leños a la fogata, le soplo y está se encendió aún más -¿cómo es allá? ¿A cambiado mucho? Me quedé en la coronación del príncipe 3ro, Felipe claro, aún ay revuelo por las criaturas, me imagino que a cambiado mucho, e estado aquí por más de 20 años, justamente creo que en estos días se cumplen 21 años de mi destierro-
“¿20 años? El chico aparentaba de unos 23 o 25 no más grande, el habría sido desterrado, ¿desterrado? Eso no existe, hasta donde me había arrastrado el agua, ¿qué clase de lugar es ese?”
-valla, debe ser divertido salir de aquí, yo e estado solo por mucho tiempo ya no recuerdo ni mi nombre- corrió y tomo una clase de vara negra -ponme uno y dime cuál es el tuyo, escríbelo en cualquier lugar, tienes mucho por donde empezar-
Se arrastró cubriendo todo su cuerpo, hasta la pared más cercana y comencé a escribir.
“ ¿Cómo es que no sabía su nombre pero si leer?”
“Esteban”
-mmm, es peculiar, me gusta, ¿cuál es el tuyo?-
“Nicole”
-es lindo, Nicole, me gusta, ahora Nicole, a descansar, no quiero que te pase nada malo, te prometo cuidar de ti- le acerco la ropa – creo que te va a gustar tenerla -iré por agua para darte, no te muevas-
Nicole estaba completamente asustada y confundida, no entendía nada, su mente procesaba mientras se ponía la ropa, al terminar se escuchó los pasos de él acercándose, ella rápidamente se acostó y solo observaba su llegada.
-es fresca, no tiene nada que pueda dañarte, la herví en la mañana y la tapé muy bien, toma- le dio el recipiente -bebe despacio-
Al terminar se regreso y el lo lanzo lejos de ellos, arropó a la chica, se levantó, cuando se retiraba, ella le tomó un trozo de la ropa y le impedido irse. Cuando el la miró, ella sacudió la cabeza en negación, impidiéndole la partida.
-¿quieres que me quedé aquí?- ella asintió -esta bien, pero descansa un poco, no quiero que mueras, ya me encariñe contigo pequeña criatura
Ella no entendía nada, pero el comenzó a acariciar su cabeza, como cuando acariciaba el pelaje de un perro. Era tan suave que poco a poco esta entraba en el reino de los sueñ

la maldición del almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora