Desperté de repente, me senté en la cama y tomé mi teléfono para ver la hora. Que extraño, no encendía. Lo deje nuevamente en mi mesa de luz y me detuve a escuchar. Mi departamento estaba en silencio, pero no un silencio habitual, vivía en una zona transitada, a pesar de estar en un decimo piso los autos solían oirse, pero hoy nada.
Las ventanas estaban completamente cerradas y por las rendijas de la persina entraba una suave luz que apenas iluminaba la habitación, eso hacía imposible saber la hora. Decidí levantarme y dirigirme a la cocina cuando vi algo que me sobresalto. Al lado de mi cama había un par de tacones de mujer, imposible. Yo vivía sólo ¿de quién eran?
Anoche salí de trabajar como todos los días, pero... No recordaba nada más. ¿Como había llegado?
No podía dejar de mirar los zapatos, su color rojo era tan intenso que sentía que me penetraba. Estaba sumido en mis pensamientos cuando oí un ruido, un golpe seco proveniente del baño. Salté de la cama y corrí a golpear la puerta.
-¿Hola? ¿Estas bien?
Nadie contestó. El silencio me incomodaba, volví a golpear, pero nada. Tomé la manija e intenté abrir pero la puerta no se movió.
-Sal de ahí por favor.
El silencio persistió.
Ya resignado fui a la cocina, tomé un vaso y gire la canilla pero no salió ni una gota. La situación era demasiado extraña pero necesitaba beber algo. Me diriji a la heladera, cuando intenté abrirla me fue imposible, estaba sellada. El miedo ya me invadía, velozmente fui a la puerta en busca de poder huir pero estaba cerrada, busqué mis llaves encima de la mesa, siempre las dejaba ahí, pero no estaban. En su lugar había una caja blanca de cartón, la tomé con miedo, dudé en abrirla pero cuando lo hice me arrepentí.
Ni bien vi lo que había en su interior la deje caer. Se me heló la sangre, sentía como si mi alma hubiera dejado mi cuerpo. La caja por dentro estaba totalmente manchada con sangre, había un cuchillo totalmente rojo, un encendedor y algo más. Levante la caja, pero cuando vi lo que era volví a arrepentirme. ¡¿Un dedo?! Era chico, parecía del pie. Comenze a sentirme demasiado incomodo, como si no estuviera en mi casa, todo esto era imposible. Grité, pero obviamente nadie me escuchó.
¿De quién era ese dedo? Temí la respuesta, entonces un agudo dolor me invadió, con cuidado saqué mi zapato izquierdo, luego mi media y... Nada, estaban los 5 en su lugar, parecía que el dolor era psicológico, sentí un hermoso alivio. Pero como por arte de magia el dolor se mudo a mi otro pie, quite el zapato y vi la media tan roja como los tacones. La saqué al borde de vomitar y la imagen me congeló. Me faltaba un dedo.
Justamente al lado del meñique se mostraba un hueco, perfectamente cortado y con una herida cauterizada aparentemente con el encendedor de la caja.
No sabía que hacer, esto era una locura. En eso escuche un ruido, la puerta del baño se había abierto. Tomé el cuchillo y fui a buscar respuestas, pero no había nadie. Esto era imposible.
El suelo del baño estaba lleno de sangre y sobre la tapa del baño había una cámara. El miedo ya era terror, pero yo solo quería que todo terminara. Sostuve la cámara con mis manos y la encendí, había solo un video. Cuando lo reproducí mis ojos no creían lo que veían, no podía ser.
En la imagen se veía mi baño, por varios segundos no pasaba nada, pero de repente entraba yo en escena, con el cuchillo en la mano saludaba a cámara, con una sonrisa desquiciada y una mirada perdida. Luego me sentaba en la tapa del inodoro, lentamente y con una paciencia de artesano quitaba mi calzado.
-¿Cuál te gusta? - Pregunté a la cámara
-Ese - Dijo una voz de mujer y señaló uno de mis pies.
Nuevamente volvía a sonreír y a continuación hize lo más horrendo que mis ojos hubieran visto nunca. Comenze a cortar mi dedo, como si no sintiera dolor, como si solo eso importara. Entonces el bendito dedo cayó al suelo. Ya estaba al borde del desmayo, pero tenía que seguir viendo, tenía que saber porque hice eso, y quién era esa mujer. De fondo se oían sus risas, como si de un chiste se tratará. Mi yo del video, el yo que desconocía tomó el encendedor y comenzo a quemar la herida. Era increíble, no le dolía. Luego se puso de pie y se ubicó enfrente de la cámara. Solo se veía mi cara, su cara. Cuándo pensé que no podía ser peor hundió el cuchillo en su rostro, debajo del ojo y empezó a trazar una línea recta hacia abajo.
Solté la cámara y se destrozo contra el suelo. Me mire al espejo y la cicatriz radiante parecía que brillaba.
De la nada escuché como la ventana de la habitación se abrió, corrí como nunca pero al llegar no había nadie, nuevamente. Pero esta vez la ventana estaba abierta de par en par. Miré los zapatos, reposados al lado de mi cama, mire mi dedo faltante y salté.
Al momento de estrellarme contra el suelo desperté de repente, no podía creerlo, era un sueño. La sensación de alivio me invadió, me senté en la cama y tomé el teléfono para ver la hora, pero no encendía. Sin esperar un segundo miré al lado de mi cama y ahí estaban, rojizos y radiantes. Toqué mi cara y sentí la cicatriz. El alivio se hizo a un lado para darle nuevamente lugar al terror.
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Historias De Terror Que Intentaran Asustarte
TerrorSon las 2:52am en Manhattan, una tormenta azota toda Nueva York, de igual manera Mónica camina hacia su casa, por Rausan Street luego de una dura noche de trabajo. Sus piernas flaquean del cansancio y decide doblar en la calle 142 para poder llegar...