Abrí los ojos y mire a mi al rededor, ¿como había llegado hasta ahí? La cabeza me daba vueltas, sentía que iba a vomitar.
-Aquí tienes. - Una mesera puso un plato sobre mi mesa.
-¿Esto es mío? - Mirando fijamemte la hamburguesa recién salida entendí que estaba en un restaurante.
-Eso ordeno. - Parecía no agradarle mi estupida pregunta.
-Tiene razón, gracias. - Le dije con una sonrisa y se fue con la misma cara larga con la que había venido.
Aún no sabía que hacía ahí, ni como había llegado. La verdad que hambre no sentía así que aparte el plato pero me percate de algo, en la mesa había algo más. Un libro, forrado en cuero y con extrañas inscripciones en la tapa. Lo abrí, pero dentro estaba casi totalmente en blanco, salvo por la última hoja. En ella decía:
"Vienes 22 de octubre.
Ya no se que hacer, hoy nuevamente volví a asesinar a alguien, esta vez fue un hombre adulto, más robuzto que yo pero igual lo mate. Juró que de nuevo no quería, pero no lo puedo evitar. Solo abro mis ojos y sin darme cuenta estoy matando. Le di dos apuñaladas en el pecho.
Ya perdí la cuenta de cuantos fueron, pero me doy cuenta que muchos, ya no me queda lugar en el libro."Volví a mirar el libro y como por arte de magia ahora estaba escrito entero , lo cerré tan fuerte que todos me miraron. Volví a sentirme mareado, estaba por desmayarme así que corrí al baño.
Entré y no pude evitar el horror, tirado sobre el inodoro había un cuerpo, de un hombre. De pronto todas las ideas se unieron en mi cabeza. Yo lo había matado.
Metí la mano en mi bolsillo ya sabiendo lo que había y saqué un cuchillo ensangrentado y un anillo, era de mi víctima.
-Señor, ¿esta bien? - Dijo golpeando la puerta y entro sin darme tiempo a responder.
Era la misma mesera que me había atendido antes, pero cuando entro quedó tieza, no puedo ni gritar al ver la escena.
-Mi, mi, mi marido. - Tartamudeo con tremula voz.
-Oh, entonces esto debe de ser tuyo. - Dije tendiendole el anillo.
Lo tomó sin dudar y lo observo por unos segundos para luego volver a mirarme a los ojos. Ahora estaba blanca como un fantasma pero no apartaba su mirada.
-En serio lo siento, juro que yo no quería.
Luego de decirle eso me acerque hasta tener su rostro tan cerca mío que sentía su respiración, agitada y asustada, había algo reconfortante en eso. Ella no se movía, no gritaba, no hacía nada, ya había entendido que sólo podía pasar una cosa. Entonces sin titubear apreté lo mas fuete que pude el cuchillo y lo hundí en su cuello.
Puse su cuerpo al lado del de su difunto esposo, lave mis manos y volví a mi mesa. Prosegui con terminar mi cena, pedí un postre, luego la cuenta y me fui sin dejar propina.
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Historias De Terror Que Intentaran Asustarte
HorreurSon las 2:52am en Manhattan, una tormenta azota toda Nueva York, de igual manera Mónica camina hacia su casa, por Rausan Street luego de una dura noche de trabajo. Sus piernas flaquean del cansancio y decide doblar en la calle 142 para poder llegar...