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Ambos chicos caminaban sin direccion alguna, habian disfrutado del café y mas sorprendentr la chica logro comprender todas las dudas que tenia en ese momento. No paraba de agradecerle a Fugo y de decirle que era el unico que habia acpetado ayudarla. Fugo se sorprendio ante esto ya que ella siempre estaba rodeada de gente, ¿Como le no le quedrian ayudar a un primor de persona como ella?, Falsas amistades o por interes es lo que sospechaba el niño. Era triste saber que la popularidad de la chica solo se basaba en personas interesadas en ellas, aunque tambien Fugo sabia que en este mundo nadie era extremadamente honesto, ni siquiera la chica que tenia a su lado. No tardaron en llegar a la mansion de los Pannacotta, ella se despidio de Fugo con un amigable beso en la mejilla que tomo por sorpresa, la chica huyo, lo que mas sorprendente es que sus casas solo quedaban a unas cuantas cuadras de distancia, y ademas era el barrio mas seguro, la chica podia caminar sin problemas a su casa. 

Fugo seguía frente al portón de su casa, sus mejillas estaban rojas como las fresas en su punto. Su corazón palpitaba sin cesar, y en su estomago se sentía una presión agradable. Fugo se preguntaba que era esa sensación, la cual jamas había sentido. No podía comprarla a la ira ya que esta vez el sentimiento era fuerte pero agradable.

Entro a la casa inmediatamente a paso apretado, subió las escaleras sin preocuparse mucho de lo que sus padres dijeron por haber llegado tarde. Abrió la puerta de su habitación para después cerrarla tras de si; se hecho a la cama y cerro los ojos intentando controlar esa sensación que apretujaba su estomago, apretó las sabanas con sus manos. Y por alguna razón el joven Pannacotta pidió que mañana ella le dijera que no entendió el tema de su clase ese día; le había gustado explicarle mas si podía ver su concentración en adorables pucheros y muecas. Su brillante cabello y esos exquisitos y enormes ojos en cara tan linda.

Horas después le habían llamado para la cena, tardo unos cuantos segundos en levantarse de su cama, dudado en si ir o no; normalmente su rutina era llegar a casa y estudiar pero ese día estuvo en su cama toda la tarde. Algo para nada cerca del normal Fugo. Bajo las escaleras escuchando el fastidioso crujir de la madera, se dirigió al comedor y se sentó al lado de su padre, la comida estaba servida y solo lo esperaban a él para comenzar a comer. Fue una cena silenciosa e incomoda, limpio su rostro con la servilleta para después levantarse y volver a su cuarto, no tenia ganas de charlar con nadie (Aunque casi nunca las tenia), debería ir a estudiar un rato hasta que dieran las once para dormir.

Y siguió su rutina al pie de la letra, la mañana siguiente sus padres (O mejor ducho el chofer) se encargo de llevarlo hasta la universidad, ingreso al plantel, había tenido suerte de que sus padres avances fueran indulgentes con él. Ya que si hubiera llegado un poco mas tarde no lo dejarían salir solo, le tenían confianza a su hijo, pero no mucha y se estaba perdiendo. Ingreso al salón de su primera clase, otra vez anatomía, tendría esa clase en la primera y ultima hora, así que miraría a la chica la cual entro unos pocos minutos después que él, estaba sola, como el día anterior. Con una sonrisa se dirigió a Fugo y se sentó otra vez a su lado esta vez un poco mas cerca, a la chica le pareció extraño que no estuviera estudiando así que supuso que se estaba tomando un descanso ya que el chico se ponía a pasear con sus enormes enciclopedias por toda la escuela.

— Ciao, Fugo. — El chico solo movió su cabeza a manera de que él también la estaba saludando. — Otra vez gracias por lo de ayer... No quiero sonar aprovechada ni nada pero... Me gustaría que me ayudaras otra vez. — El estomago del chico se revolvió, los Dioses habían escuchado su rezos.

— ¿Que materia? —  Preguntó, Por dentro estaba tratando de adivinar cual era, ¿Economia?, ¿Otra vez matemáticas?, estaba cada vez mas emocionado, la presión de sus padres ya no le importaba mucho si podía dar clases a alguien que entendiera fácilmente.

— Esta clase, aun tengo problemas con la estrictura y tejidos del cuerpo. No se si estes libre, si quieres para que tus padres no se preocupen por tu puedo ir a tu casa. O puedes venir a la mía.

— En... en el café esta bien — No quería que nadie lo molestara y lo estuviera viendo tal vez cada diez minutos. Sus padres serian fastidiosos si trajera alguien a casa, esta vez agradeció a su inteligencia por permitirle entrar a la universidad antes de tiempo y conocerla. La chica asintió campante, le gustaba la presencia de Fugo y quería descubrir que escondía detrás de esa mirada perdida.

— Oh... Esta bien, pero antes pasemos a la biblioteca para pedir unos cuantos libros. Se que ayudaran a estudiar. — La sonrisa de la chica denotaba una amabilidad y un gran agradecimiento. — ¿Tu no necesitas ayuda en alguna materia?, No seas tímido, puedes decirme y tal vez sea mi punto fuerte y te puedo ayudar. — Fugo no tenia razones para se r malo en una materia, tenia un IQ de 156 mucho mas arriba del promedio, así que no tuvo el problema de ser malo, aunque solo negó levemente.

Las horas pasaron lenta y tortuosamente para Fugo, apretaba sus manos nervioso esperando el timbre de salida o que el profesor dijera que ya se podían ir, hasta que sucedió. Casi se levanta de su asiente para celebrar mas no lo hizo o todos se le quedarían mirando, guardo sus cosas en la mochila sin ponerlas apropiadamente, y se levanto junto a todos los alumnos que estaban en la clase. La chica lo estaba esperando otra vez frente a la puerta, aunque había salido segundos antes que él. Sin decir nada se encaminaron hacia la biblioteca, no solía haber nadie y si querías sacar un libro dejabas tus daros simplemente ahí y así se aseguraban de que ni hubiera ni un robo.

— Tu busca por aquí, yo iré al fondo, creó haber visto algunos. — La chica se encamino hacia el final del pasillo, dio vuelta así Fugó la perdió de vista, comenzó a buscar los títulos que se miraban mas interesantes o que creeia que lo ayudarían.

— Vamos (T/n), si me haces... Un favor... Te diré las respuestas que vienen en el próximo examen. — Escuchó la voz del profesor de Anatomía al fondo del pasillo, justo donde estaba su compañera, tenia una enorme enciclopedia en sus manos, era enorme y con esta en mano fue a ver que pasaba.

— Por favor dejeme, profesor. — Fugo miro hacia donde estaba (T/n), el profesor la acorralaba contra la estantería mientras acariciaba piernas ajenas y sus sucias manos se escabilluan en la blusa. La miro a los ojos, era esa mirada que alguien tiene cuando ruega por ayuda en silencio. Una llama se encendió dentro de Fugo y se aproximó al profesor, con el lomo de la enciclopedia lo golpeó tan fuerte que lo tiro al suelo, la descarga de ira que tuvo fue placentera para Fugo, el cual no dejo de golpearlo, la sangre salpicaba su ropa y entre mas cosas que había ahí, la enciclopedia goteaba sangre del mismo profesor.

— ¡No Fugo! — Grito la chica, tomando por hombros al chico intentando que se deteniera.

— Este cerdo asqueroso merece morir. — Su voz lo calmo un poco, aunque toda la rabia no se había dispersado por completo, los gritos desesperados de aquella chica lo hicieron calmar. El escandalo fue escuchado obviamente por demás profesores que no duraron en llamar a la policía. (T/n) le quito la enciclopedia y la lanzo lo mas lejos que pudo, abrazo a Fugo por la espalda para que no hiciera algo mas, lo abrazo tan fuerte que parecía que no dejaría de soltarlo jamas. Las manos de Fugo estaban llenas de sangre, las mis manos con las que había escrito toda su vida, las mismas manos con las que había señalado errores cuando le explicaba a a la castaña. Las mismas manos con las que casi asesina al profesor tratando de defender a la pobre chica. Las mismas manos que no tardaron en llevar esposas.

To be continue…

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F O R E L S K E T [Pannacotta Fugo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora