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—Soy yo, ¿Podemos hablar? —Toco la puerta nuevamente, Abbacchio tomo su ropa y se vistió más rápido que un rayo, cubrió a Zia con la sabana para después abrir la puerta, Buccellati estaba ahí, con una sonrisa tranquila, fisgoneo un poco hacia atrás y vio a su compañera. —Hablemos afuera. —Y camino, él lo siguió, lo decía cómo si fueran ordenes, ¿Era algo importante? Simplemente lo seguía, caminaba entre la hierba, finalmente llegaron el comienzo del bosque, donde pararon, la casa se miraba a lo lejos. —Puedes sentarte, esto va para largo.

—¿Qué quieres decir, Buccellati? —Tomo asiento en una enorme roca de ahí, miraba a su jefe con curiosidad.

—Bueno... Me alegra que ustedes dos... Esten avanzando en una relación, de verdad esto feliz por ello, pero, debo contarte algo sobre ella, me pidió que lo guardara, pero simplemente no puedo, es algo que debes de saber sobre ella, sobre (T/N), sobre todo lo que es ella. —Cada vez entendía menos. —Es algo que solo nosotros tres sabemos.

—¿Nosotros... tres? —Ladeo la cabeza.

—Empezaré por ahí. Fugo y (T/N) estaban juntos en la universidad, se conocen desde que él tenía trece.

—Sí, eso todos lo sabemos, ¿A qué quieres llegar? —Estaba un poco harto, normalmente él solía ir al punto de todo.

—¿Sabes por qué Fugo ya no está en la universidad?

—Porque él idiota golpeo un profesor hasta casi matarlo, sin duda su jodida personalidad es aterradora. —Suspiró recordado sus ataques de ira.

—¿Y sabes la razón por la que golpeo al profesor?

—No sé, ¿Lo reprobó? —Bruno negó lentamente, se quedó callado unos segundos.

—Casi viola a (T/N). —Abrió los ojos anonado. —Bien, el solo pudo detener esa vez... Sólo sé que simplemente fue violada por ese bastardo antes de ello, no tengo idea si se repitió en el futuro después a eso, no quiso decirme... Intuyo que sí.

—Oye... Buccellati, ¿Qué me estas contando? ¿Es una clase de broma? —Esperaba que lo fuera, al no verlo negar golpeo el tronco de un árbol cercano molesto. —¡¿Desde hace cuánto lo sabes?!

—Yo... Yo me entere hace poco, sigo igual de impactado que tú, maldición yo también estoy tremendamente molesto, hable con Fugo sobre ello, pero simplemente me dijo "No sabes cómo es ella en realidad". Y joder, no lo entiendo por completo, pensar que estuvo bajo nuestras narices todo ese tiempo y no sabíamos nada. Pensar en que llevo tanto conociéndola y no tenía ni idea de sus problemas. Todos tenemos problemas, pero jamás pensé que de esa magnitud era el suyo.

Frustración, ira y decepción era lo que sentía el albino en ese momento, tomo a su jefe por el cuello con el ceño tan fruncido que lo único que podía hacer el azabache era callar.

—Se que a ti te da más peso, me alegra que estén saliendo, pero siento que es algo tu mereces saber más que yo o todos nosotros. Cuando entreguemos a Trish, podemos resolver todo esto como personas. —Aunque pareciera tranquilo, debía mantener la calma, era una cuestión ser el líder, no podía romperse en ese lugar junto a su subordinado, hacer hablar a la fuerza a su pobre compañera e ir a matar a ese maldito profesor por perpetrar la inocencia de una persona como ella.

—¿Por qué no me lo dijo a mí? ¿Por qué después de tanto tiempo...? ¿No confía en mí? —Se preguntó el Leone, ¿Era eso? La persona a la que le había entregado confianza no confiaba en él, eso era una cagada. Bruno comprendió al instante, no debió decírselo, aunque dijeran que es mejor contarlo antes de que se den cuenta, pero ese no fue el momento correcto. Si conocía al Abbacchio de ese momento estaba seguro de que simplemente no haría nada, se enojaría y no hablaría, ya sea con el grupo con la pobre Zia, él no quería eso. Por la parte del Leone se sentía enteramente traicionado, confundido y claramente furioso, apretó sus puños con fuerza y golpeo nuevamente el tronco del árbol, una y otra vez tasta que el dolor le impidió seguir, Bruno solo miraba la acción de uno de sus hombres, no lo iba a dejar solo en ese momento, aunque quería que tomara su tiempo a solas no podía en esos momentos.

—Regresemos, tengo sueño. —Fue lo único que le dijo su amigo Leone, paso a su lado, la sangre le escurría de entre los dedos, miro su espalda unos segundos y lo siguió, en silencio; no había nada más que decir. La hierba sonaba cuando la pisaba, inclusive escuchaba uno que otro animal, podía escuchar su corazón latir tranquilamente en sus oídos, su profunda respiración para intentar calmarse más, Abbacchio detuvo su paso antes de llegar a la casa donde en esos momentos se estaban habitando, giró su cabeza levemente hacia donde se encontraba el azabache. —¿Por qué alguien tan pura como ella? —Musitó su compañero, parecía querer llorar en cualquier momento... O querer matar al culpable de ello. Bruno no terminaba tampoco de entenderlo, tal vez fuera muy maduro y comprensivo más nunca entendió del pro que esas cosas le pasaban a gente tan linda.

—El mundo no es un lugar justo. —Argumentó, muy a su pesar, pero era lo que era, no podía cambiar esos hechos, como lo dice su palabra son hechos, ya pasó, pasado, aun así ¿Por qué se sentía tan inútil? Él siempre ayudaba a las personas que podía, que no conocía por que tenia el poder de hacerlo, más ene se momento no tenia la suficiente fuerza para ayudar... Quería hacerlo, pero jamás pudo prepararse para que alguien tan cercano como lo era ella viviera una experiencia así. Patético. Subió las escaleras con pesar y se quedo en el pasillo para hacer guardia, al menos podría pensar las cosas con mas tranquilidad.

La miro postrada en su cama, unos breves minutos ella se movió y se levanto de un salto de la cama mientras hacía un extraño movimiento. Estaba desnuda, totalmente. Miro hacía donde se encontraba el albino y después suspiro aliviada.

—Por Dios, pensé que tenia un bicho en la espalda, pero solo era un escalofrío. —No la miraba como antes. No después de lo que le contaron. Miro aquellos pequeños chupetones que le había echo el mismo, incluso tenia parte de su labial aún en su piel.

—Iba a hacer guardia, siento si te desperté. —Y salió por la puerta cerrándola con cuidado, dejó confundida a la menor quien solo tomo parte de su ropa para volver a dormir. Se recargó en la puerta después de cerrarla y le dio una fija mirada a su jefe, las lagrimas estaban al borde de sus parpados totalmente listas para caer, Bruno lo entendió y se atrevió a preguntar.

—Te dio asco, ¿Verdad? —Sin decir nada el se marcho y bajo las escaleras para dormir en los sillones. El azabache suspiro pesadamente, negó con la cabeza intentando sacudir esos pensamientos de su mente, ¿Frustrado? Totalmente. —Asco, muy bien Bruno, acabas de hacerlo sentir peor. —Se murmuró. Por otro lado, Dos rubios muchachos se vieron entre sí en aquella habitación, más que confundidos, escucharon todo, aunque estuvieran murmurando las paredes eran de papel, no entendían muy bien lo que sucedía, pero al menos se daban una idea. Giorno simplemente regreso a la cama sin decir ni una sola palabra más, Fugo se quedó más que expectante; más no hizo nada más que quedarse parado frente a la puerta dudando mil veces en su salir y exigir explicación, más sus manos no pudieron mover ese picaporte. 



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Este capítulo lo pude sacar gracias a la ayuda de 

F O R E L S K E T [Pannacotta Fugo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora