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— Zia, vamos. Dispara. — Sus manos temblaban, lloraba a mares y sorbía los mocos, negó tantas veces y cerro los ojos. Hasta que al fin disparo. — ¡Error!, ¡Dispara otra vez! 

— ¡No puedo hacerlo! — Bajo el arma, Doppio se acerco a ella y suspiro. — ¡Es muy difícil!

— Al principio lo es, pero después sera tan fácil como quitarle el dulce a un bebé. — Zia no podía creer que esas palabras salieran de Doppio, tan inocente que se veía.

La víctima se estaba fastidiando de tanto lloriqueo, en primer lugar lo secuestraron saliendo del trabajo, ya sabia para lo que iban y se preparo para morir en el camino, ahora una mocosa no podía acabar con su vida.

— ¡Oye idiota! — Grito aquel hombre. — ¡Matame de una vez!, ¡¿Que tanto esperas cobarde?! — Sus fuertes palabras hicieron estremeser a Zia, sollozo una vez más. Doppio la consoló como una niña pequeña.

— Vamos Zia, hace un rato estabas tan decidida a matar, no me decepciones. — La voz del chico la calmo, era tan linda que logro hacer que parara de llorar. El arma estaba cargada, levanto nuevamente su brazo y apunto hacia el sujeto, Doppio tomo sus manos y la guió, y en menos de dos segundos había disparado esta vez dando un certero tiro en la cabeza. La sangre comenzó a salir y a exparsirse por el suelo, Zia volvió a llorar como bebé. El pecoso la abrazo, la inocencia de la chica ahora ya se había acabado.

— ¿Lo mate? — Pregunto, esa no era la cuestión, si no que Doppio le había ordenado matar y cumplió. No importaba que habia hecho ese sujeto, si no que las ordenes fueron cumplidas. Acaricio su cabello y limpio lo sucio de su cara, la chica estaba escondida en su pecho y mojaba la camisa y parte del pecho del Peliviolaceo. Doppio sentía pena, no era mucho de consolar, claro le importaba en lo mas mínimo el acto que había hecho; pero no podía negar que le partía el corazón escucharla llorar.

Duraron abrazados un buen rato, o al menos hasta que dejaron de escucharse aquellos lamentables lloriqueos, fueron hacia el auto donde habían venido, después al hotel donde se estaban hospedando.

Zia... No salio para nada de su habitación, el chico sospechaba que estaba llorando en soledad y le preocupaba que no comiera. El recordaba a aunque no a flor de piel la primera vez que había asesinado.

Entro a la habitación con ayuda de una mujer de limpieza y después de agradecerle se dirigió hasta su amiga; estaba en la cama bien envuelta y echa un ovillo o eso parecía ya que no de miraba nada. Escucho como los mocos se sorbian y un jadeo inundó la habitación. Se le quedo mirando un buen rato.

Cuando Doppio asesino por primera vez, el también se preguntaba muchas cosas, había llorado igual o peor que Zia y su jefe lo había estado animando muchas veces por teléfono; ¿Que habían hecho esas personas?, ¿Tendran familia?

Era la inocencia lo que se había perdido ese día por la mañana, habían arrancado lo único que no puede volver y es la vida, Zia lo había arrancado.

— Lo siento Dios, no puedo hacerlo otra vez... — La escuchó rezar, era una chica bastante aunque no devota le gustaba la religión, era su esperanza y lo único en que canalizaba sus malas experiencias. Hablaba con Dios y era su coach que da señales para continuar y animarla. Zia seguía lamentándose y pidiendo perdón divino por lo que había cometido, Doppio se acercó a ella y se sentó a un lado de ese bulto de sabanas esperando a que dejara de rezar para comenzar a hablar.

— Así es el trabajo Zia... Poco a poco entenderás que a veces matar es la mejor opción. — No, no lo entendía, ¿Por que morir es una opción?, ¿Por que tienes que pagar con algo que no vas a recuperar?, Simplemente era incomprensible.

F O R E L S K E T [Pannacotta Fugo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora