01| EL DESPERTAR

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(CAPITULO UNO)
EL DESPERTAR
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[Las cosas a las que usted les tiene miedo son invencibles, no por su naturaleza, sino por la forma en que usted las ve

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[Las cosas a las que usted les tiene miedo son invencibles, no por su naturaleza, sino por la forma en que usted las ve.]
—Jewel Kiltcher.

VICTORIA ANDERSON SOLO PODÍA OBSERVAR EL CIELO MIENTRAS LE DABA UN SORBO A SU TAZA DE CAFÉ. Había pasado una mala noche como de costumbre, la partida del que es para su desgracia su marido, la atormentaba. No podía dejar de darle vueltas al motivo que le llevó a huir como un completo desconocido. No asimilaba como había sido capaz de esfumarse sin pararse a pensar en sus hijos. Ella quería pensar que tan solo era una cruel broma del destino, que en algún momento el aparecería por la puerta, le traería un ramo de violetas y abrazaría a sus pequeños, mientras le revelaba el motivo de su apresurada partida. Quería creerlo, se negaba aceptar la realidad.

Miró hacia el reloj de búho que le regaló su madre en su décimo octavo cumpleaños. Dentro de unos minutos tendría que despertar a sus niños. Sin pararse a pensar mucho más en Jeims, se dispuso a prepararles el desayuno y activar la bombona de gas para que se pudieran duchar. A decir verdad, Victoria siempre se ha autodefinido como una mujer controladora, le gustaba el control, en exceso. Sin contar con el trastorno obsesivo compulsivo que le había diagnosticado cuando ella solo dedujo que se trataba de una simple ansiedad por el abandono de Jeims.

Subió las escaleras de madera que tanto le gustaba de su pequeña pero acogedora casa, tenía un toque rústico que amaba. Lo más parecido a lo que ella siempre deseó, pues siempre había querido una pequeña casa de madera en lo alto de una montaña, con una vida sencilla y autosuficiente. Criar a sus hijos lo más apartada de la sociedad actual, con algunos que otros animales.

Cuando llegó al dormitorio de su pequeño Mark, le acarició la cara mientras un sentimiento de ternura la invadía.

—Cariño, es hora de levantarse- le susurró, mientras abría su persiana. El pequeño hizo un intento de estirarse dándole la espalda a su madre.— Venga Mark, arriba que se nos hace tarde.

—Buenos días mamá— contestó levantándose de golpe y tirándose sobre la espalda de Victoria.

Ella rió junto a él mientras lo mandaba al baño para que se duchara.

—El desayuno está en el micro, termina y baja a desayunar. Yo despierto a Estefanie.— le dijo ella mientras él asentía dirigiéndose a la ducha.

Cogió el uniforme de Mark y se lo dejó sobre el escritorio antes de despertar a su hija mayor.

Entró en el cuarto y se quedó embelesada con la decoración que tenía. Dibujos hechos por ella adornaban gran parte de la habitación que a su vez hacían un bello contraste con las paredes moradas. Un tapiz de arte abstracto realizaba el papel de un cabecero y el juego de sábanas combinaba a la perfección con el estampado.

EL CORONELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora