04- BREVES INSTANTES

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(CAPITULO CUATRO)
BREVES INSTANTES.
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[Cuando quise alzar la vista, me vi con cuarenta años más de los que creía tener. Mi vida fue un breve instante, intenso y efímero.]

HABÍAN PASADO VARIOS DÍAS DESDE QUE DIO LA NOTICIA DE SU MUDANZA

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HABÍAN PASADO VARIOS DÍAS DESDE QUE DIO LA NOTICIA DE SU MUDANZA. VICTORIA SE LEVANTÓ AQUELLA MAÑANA MÁS ANIMADA DE LO NORMAL. AQEULLA CENA CON SU FAMILIA LE HABÍA SENTADO MUY BIEN.

Lo cierto es que la opinión de ellos era muy importante para ella, no sabía si habría podido tomar una decisión tan firme sin su apoyo. Para ella la familia era muy importante, era unión y respeto. Tenía la certeza de que los echaría terriblemente de menos, pero eso no podía estancarla allí, debía recomponerse por su familia, hacer tanto de madre como de padre. Y aunque iba a ser una tarea bastante dura y difícil, no le quedaba otra mas que realizarla.

Lo cierto es que tenía el sentimiento de haber estado perdiendo el tiempo. Años de su vida tirados por el retrete del baño pequeño, porque sus sentimientos habían sido pisoteados. Su marido la había dejado y era un hecho que no terminaba de comprender. Es como si todos esos sucesos los estuviera viviendo en tercera persona, como una simple espectadora en una película de su vida. Cuando quiso darse cuenta, lo único que tenía era a los niños, nada más. Sí, tenía a su hermana, a su cuñado, a sus padres, pero eran una segunda familia, una inicial y ella ya había comenzado a formar su propio hogar, su nido.

Alejó todos aquellos pensamiento de su mente ya que debía despertar a los niños como cada mañana para llevarlos a su escuela. Cuando se acercó al cuarto de Stefany, sonó el timbre.

—Stefany ¡se nos hace tarde!—gritó mientras se dirigió a abrir la puerta.

Delante de ella se encontraban Sam y Robert.

—Traemos churros hermanita—Dijo Sam mientras entraba con una enorme sonrisa.

—Buenos días Victoria—le dijo Robert mientras la abrazaba.

Los tres se dirigieron a la cocina. —Que grata sorpresa, Sam ¿Cómo que habéis venido?

Sam puso una mueca muy extraña mientras miraba suplicante a su marido—Veras Victoria, hemos venido porque Robert vio el otro día a James. Estaba con una mujer. —le contestó ella.

Victoria sintió el nudo en su garganta. Sintió la angustia y los nervios acoplarse en ella rápidamente.

Su hermana se acercó a ella y le cogió la mano- Creímos que deberías saberlo Vicky. Él está haciendo su vida, y creo que no deberías torturarte más por el. No os lo merecéis ni tú ni los niños.

Robert le dedicaba miradas de comprensión y su hermana le transmitía muchísimo cariño en sus palabras pero eso no calmó sus latidos desenfrenados.

Escuchó a los niños bajar por la escalera y no tuvo más remedio que recomponerse.

—¡Titos! —exclamaron Stefany y Mark a la vez.

—¿Qué hacéis aquí?—preguntó la mayor.

George y Sam los miraron con cariño y los cuatro se sentaron en la mesa para desayunar.

—Simplemente nos apetecía desayunar con vosotros, os iréis en unas semanas y queremos pasar el mayor tiempo posible con vosotros.

Mark me miró interrogante—Mamá ¿no te sientas a desayunar?

Hasta que ella no lo había comentado, ni si quiera había caído en la cuenta de que permanecía de pie inmovil, observándolos en silencio.

—Sí, claro—contesté ida todavía. La noticia la había recibido como un balde de agua fría.

Sam me miraba preocupada y Robert hablaba animádamente con los niños para entretenerlos.
Ni si quiera fui consciente de cuanto tiempo había pasado, pero los niños se levantaron ya que George se había ofrecido a llevarlos a la escuela.

—Adiós mamá ¿te encuentras bien?—preguntó Estefany.

—Si cariño, tened un buen día... pero anda, venid y darme un beso.— Mark a pesar de ya estar lejos, se acercó junto con su hermana y le dieron un beso.

—Ten tú también un buen día, mamá.

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Victoria andaba por la plaza principal junto con Sam, ambas habían decidido comprar cositas para el nuevo comienzo de la más pequeña de las hermanas.
Samantha adoraba a su hermana pequeña. Siempre la había apreciado muchísimo, incluso más que a sus padres. Para ella, Victoria era un pedazo de cielo. Cuando James le hizo eso, su primer instinto fue buscarlo y darle una tremenda paliza. Por cobarde. Pero sabía que no debía, que no podía, y aunque Robert quizá tuvo las mismas ganas de ella de hacerlo desaparecer, fue el sensato en ese momento, y la calmó.

Solo podían apoyarla en todo y proporcionarle compañía, comprensión y cariño.

Le propuso ir de compras, y decidió pagar las cuentas, que todo lo que su hermana quisiera comprar, fuera un regalo. Un detalle.

Pero incluso así el estado de Victoria no mejoró demasiado. Le dolía verla así. Quería ver a la dulce y alegre muchacha que siempre había resultado ser ella. Pero las enormes ojeras destacaban en su ojos, su cabello parecía mas blanco de lo normal y su piel más pálida. Había perdido luz, vida. Todo por escoger a la persona equivocada. Por un simple error con sus sentimientos, había sido traicionada y despreciada, y debía pagarlo.
Mientras que el parecía muy feliz. Con una nueva mujer a su lado, habiendo abandonado a una familia al completo, era un auténtico sin vergüenza.

Pero Samantha no una a permitir que Victoria se cayera más. No pensaba dejarla sola aunque eso conllevara quedarse una temporada con ella en su nuevo comienzo. Así podría ayudarla y no permitir que nadie más le hiciera daño. Y cuando viera a la Victoria que acostumbraba a ver, volverían cada una a sus vidas.
Al menos eso pensaba que era lo mejor que podría hacer por ella. Lo que no sabia es como iba a tomárselo Robert. Eso era otro tema.

EL CORONELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora