06- INVESTIGACIÓN

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(CAPITULO SEIS)
INVESTIGACIÓN.
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[La vida es un como un breve susurro como para no dedicarle el tiempo suficiente a escucharlo.]

VICTORIA SE QUEDÓ PETRIFICADA

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VICTORIA SE QUEDÓ PETRIFICADA. La taza que tenía en sus manos cayó al suelo rompiéndose en pequeños trozos y el líquido salpicó a todo lo de su alrededor.

Ella sacó el teléfono de su bolsillo y llamó a Samanta rápidamente , las manos le temblaban lo cual le dificultaba el poder hacerlo. Al final logro dar con el número y llamó, comenzó a dar tono cuando Sam descolgó.

Hola Vi ¿qué tal? ¿todo bien?

—¿Puedes venir a casa Sam? Necesito enseñarte algo.

Sí, claro. Enseguida estoy allí.- contestó Sam.

Bien, te espero—dijo Victoria.

Sam no tardó mucho tiempo en llegar, pero para Victoria, la espera fue eterna, cuando vio el coche de su hermana estacionarse en la puerta, abrió la puerta rápidamente.

Dudó si esperarla en casa o montarse en el coche e ir a otro lugar. Miró como Sam terminaba de aparcar y se decantó por la segunda opción.

Cogió su bolso y cerró la puerta de la casa, y con paso apresurado se acercó al coche.

—Vamos a tomar un té a la cafetería de Richard.

—Podrías haberlo dicho antes Vi, que sabes cuanto me cuesta aparcar.— musitó su hermana.

—Perdona guapa.

Ella asintió y volvió arrancar el motor. Victoria se puso el cinturón de seguridad y cogieron camino hacia la cafetería a la que solían ir.

Nada más salieron del coche, algo apresuradas se adentraron en el local, cogiendo la primera mesa que vieron. La camarera nueva que Richard había contratado se acercó a ellas con una gran sonrisa.

—Buenos días ¿qué desean tomar?

—Un té con una gota de leche y un café solo por favor.

Habiéndose marchado ya la camarera Sam carraspeó su garganta y pareció atreverse a preguntar.

—Bueno... ¿me vas a contar qué es lo que te ocurre?

Victoria sacó la nota del bolsillo de su abrigo y se la tendió con sus manos temblorosas.

Sam la atrapó rápidamente y no tardó en comenzar a leer el contenido de la carta, ella lo leía con mucha tranquilidad y atentamente. Conforme lo hacía, iba mostrando en su cara una mueca muy marcada de incredulidad. Cuando terminó de leerla se la devolvió a Victoria para que la guardara y tras un momento de silencio dijo:

—Victoria no puedes tomártelo en serio, siempre ha habido habladurías sobre la antigua mansión Brooks.

—Pues de eso solo sabes tú al parecer, igualmente el único registro que existe de alguna nieta que tuviera del Coronel, es el de una niña aún pequeña, no tendría más de doce años cuando su padre el señor Elliot Brooks vendió la mansión de su padre para marcharse a los Estados Unidos,—dijo cogiendo todo el aire posible para continuar— así que todo me huele bastante mal y macabro.

Sam parecía meditarlo unos segundos cuando negó efusivamente— Jamás hubo ninguna noticia más, nada que contrastase lo que dice en esa carta, tan solo comentarios de la gente del lugar...— contestó mirando hacia otro lado— Bueno Vicky, como sé que no te quedarás tranquila por mucho que te diga... haré algunas llamadas desde la oficina e intentaré averiguar lo que pueda.

Victoria asintió con una gran sonrisa mientras abrazaba a su hermana.—Cualquier cosa que averigües te lo contaré de inmediato.

—Gracias Sam—contestó Victoria algo más tranquila, aunque eso no significaba que pudiera parar de pensar en la carta.

Victoria aparte se sentía abatida porque sabía que aquellas navidades no iban a ser increíbles, ni mucho menos las mejores que habían vivido, mas bien unas diferentes y mas frías. Los niños iban a echar en falta a su padre, serían las primeras navidades sin él. Las dificultades económicas por otro lado no ayudaban, Sam y sus padres estaban pagando la hipoteca de Victoria y eran los que llenaban la nevera.

Pero ella se sentía terriblemente mal y aún no había superado lo de Jeims. Tenía la absurda idea de que todo había sido un malentendido y que él volvería, aunque en el fondo de su corazón supiera que sólo era esa eso, una idea absurda.

La navidad pasó con más o menos regalos y una doble ración de tristeza para Victoria y los niños.

Era la mañana del jueves diez de enero, una mañana muy fría, Victoria estaba en el salón echando más leña a la chimenea cuando sonó el teléfono. Ella se acercó con rapidez a descolgarlo.

—¿Dígame?— contestó ronca.

—Hola hermanita—sonó la voz de Sam—¿cómo estás?

—Bien, bueno ... tú ya sabes como voy Sam, a ratos mejor, a ratos peor.

Sam soltó un sonoro suspiro— Espero que mejore todo Vicky, pero tenemos que hablar pues creo que he averiguado algo—le dijo Sam efusiva.

Victoria sonrió ampliamente—Dime... ¿qué es lo que sabes?

—Ahora no puedo hablar, pero esta tarde paso por casa y te cuento ¿te parece bien?

Ella mordió sus uñas impaciente, debía de esperar y eso no le gustaba nada , ella quería saberlo todo ya.

—Bien Sam después te espero, adiós.

—Hasta luego—sonó desde el otro lado del teléfono.

El día no fue nada tranquilo, Victoria estaba muy nerviosa no sabía que noticias traería su hermana, pero eso era algo que aun tendría que esperar un rato antes de saberlo. Así que se dedicó el resto de la tarde en hacer algunos bizcochos y tartas , ella no se dedicaba para nada en la cocina, solo era un pequeño hobbie que ella poseía y le encantaba pasarse horas experimentando platos novedosos y postres apetecibles. Victoria era toda una hacha en ello, hasta sus hijos estaban encantados por como cocinaba su madre.

Ella frenó en seco cuando escuchó el timbre de la puerta.

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⏰ Última actualización: Sep 22, 2020 ⏰

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