Bienvenida Princesa!

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-Ale perdón por la interrupción pero ¿Qué es lo que más recuerdas de todas estas páginas que visitabas?

-“Tengo un punto débil pero no debemos decírselo a nadie.”, recuerdo tanto esta frase durante todo el camino que recorrí era como una promesa que tenía con ella, como un recuerdo de que tenía un secreto y que me llevaría a la ruina si lo quebrantaba, pero por no decirlo me hundí en el abismo del sufrimiento, el día y la noche eran la misma cosa para mí, las tinieblas de la culpa nublaban mis ojos y no me permitían ver nada, sólo veía lo que mi mente distorsionaba, veía lo malo y lo que no hacía bien para corresponder a mi verdugo.

-El progreso no es mucho, no será un camino fácil, debes de tener mucha fortaleza, pero continúa leyendo.

-Ok gracias.- contesté con frialdad.

Proseguí.

Subí a mi habitación tomé la computadora y busqué lo que Roxana me había dicho esa mañana, me fui paso por paso entendiendo cada uno de los términos que leía, hasta que leí algo que aclaró mi mente y todas mis dudas en una sola frase. “Son los caminos por los que se llega a la perfección”, analicé la frase una y otra vez comprendí de que trataba este juego, pero de alguna forma algo me detenía, así que volví a hacer caso omiso a lo que me decían y a lo que había encontrado en estas páginas.

Pasaron los días los ataques seguían, seguía entrenando pero ya no con el mismo empeño ni la misma constancia, además de que los ensayos para el recital me importaban un poco más, el peso perdido hasta esos días no era notorio por el hecho de que mi estilo de comida no lo había cambiado.

Llegó el día del recital, el atuendo que usaríamos había sido rentado, ensayamos esa misma mañana y estábamos muy satisfechos de lo que se había logrado ese tiempo, le pedí a Elena que me ayudara a apartar uno de los vestidos y que lo dejara junto al de ella, faltaba alrededor de dos horas para que el evento comenzara, los nervios los tenía a flor de piel, empezamos por caracterizarnos con maquillaje y accesorios y dejar al último la vestimenta, fui de las primeras que terminé junto con Elena, así que le ayudé a vestirse primero a ella, se veía hermosa el vestido le había quedado como anillo al dedo, después le dije que me ayudara a mi me sentía muy linda el color del maquillaje iba perfecto con mi tono de piel así que pensé que sería perfecto, y que toda la racha de insultos había sido sólo eso, una mala racha, me puse el vestido y me abotoné el cuello:

-Elena, el cierre por favor.

-Claro- se aproximó y lo intentó subir, lo bajó y lo volvió a intentar- Ale ponte derecha- dijo- volvió a intentarlo y terminó diciendo- el vestido no te entra probemos con otros.

Fue en busca de otra talla, y pasó lo mismo, me probé 4 vestidos diferentes y la misma historia, sentía la frustración enorme y sólo quería irme a casa, pero no podía abandonar, así que con la ayuda de seguros, hilo y aguja me cerraron parte de la espalda pero no del todo, y así tuve que salir a escena.

Terminó el recital y de inmediato corrí al baño, Roxana fue detrás de mí, me senté en el piso, y comencé a llorar era demasiado la vergüenza, la desilusión de mi misma, la ira que sentía, Roxana me abrazó y de inmediato la aparté la observé directo a los ojos y le dije:

-¡Te juro que jamás me volverá a pasar algo así, te juro que quitaré este veneno de mi cuerpo, te juro que no vuelvo a llorar por ser gorda!

Ella me encañonó con sus grandes ojos, y lo único que salió de sus labios fue:

-Te ayudaré, y verás que nunca volverá a pasar.

Me levanté del piso, me limpié las lágrimas, y regresé con el grupo; quisieron consolarme pero mi carácter siempre fue un poco indiferente a los comentarios de apoyo de los demás así que me desvestí, ordené todo entregué el atuendo, tomé mis cosas y me fui a casa.

Como de costumbre cada vez que llegaba a casa subí a mi cuarto de inmediato, tomé la computadora y volví a abrir las páginas, me llamaban mucho la atención, los cuerpos tan bien hechos que veía, los pensamientos y el progreso de las demás chicas, lo que comentaban acerca de su felicidad me motivaba así que empecé buscando el cual sería mi peso “ideal” de acuerdo a mi estatura, hasta que lo encontré lo leí y me aparté: ¡Tenía que perder 43 kilos!, seguí leyendo y noté algo en mi, ya no había miedo, había vehemencia, desesperación, coraje, y muchas ganas.

Me dieron las 3:00 am y yo seguía pegada a la pantalla, pensaba en todo lo que podía ponerme, comprarme, y los chicos que me buscarían, pensé en Axel, sabía que tenía una página de red social, así que la busqué, cuando vi la portada de su página el corazón me dio un golpe, era la chica con quien lo había visto, quedé viendo la foto, era preciosa, y tenía un cuerpo de modelo, ¿Quería algo más para ratificar que de verdad ese cambio era necesario?, cerré la foto, y apagué la computadora, me acosté boca arriba y empecé a planear mi semana, empezando desde ese día. 

Fragil //Terminada//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora