Lo primero es descubrir el problema

122 17 10
                                    


Queridos lectores.

Tengo un problema. Siempre lo supe pero no quise dar el brazo a torcer.
Hace un largo tiempo ya que vivo en modo automático, que me miro al espejo y no me reconozco, que no sé lo que quiero y que nada me entusiasma.

Vivía entre altibajos. A veces muy feliz, otras muy triste. A veces con ganas de bailar una noche entera y a veces, al caminar por la calle, el mero hecho de escuchar la música de los comercios me irritaba.
A veces disfrutaba de viajes, de conocer el mundo, y otras no quería más que abrazar la almohada de mi cama.

Conocí a una persona maravillosa, que hizo que mis momentos felices fuesen mucho más felices, y que los tristes fuesen menos oscuros, pero como en toda pareja hay discusiones, los momentos de bajón se me antojaban horribles y no veía salida a nuestros problemas cotidianos del tipo "yo quiero comer sushi pero tu prefieres un kebab"

¡Que gran drama! - Diréis resoplando.

Para mi lo era. Porque me volví frágil. Tan frágil que me rompía una y mil veces por pequeñas tonterías que para mí eran un mundo.

Así fue cómo, un día, mi marido me miró y me dijo: - Necesitas ayuda. Vamos juntos al psicólogo.

Yo tenía un problema. Yo tengo un problema. 
La depresión es una enfermedad horrible, que acaba contigo lentamente. Te roba la alegría, luego las ganas, después las emociones, luego el tiempo.

La depresión no es sólo "me quiero morir".
A veces es "no tengo ganas de nada", "sólo quiero estar en cama", "no quiero salir, no quiero ver a nadie", "no quiero comer" o "como a todas horas"
A veces es no saber si estás bien o mal. No saber si quieres llorar o reír.
A veces es no sentir nada.

Y llegados a este punto, tenemos que pedir ayuda. Tenemos que darnos cuenta de que esa no es forma de vivir.
¡No estamos viviendo! Estamos dejando que la vida pase de largo.

Lo primero es descubrir que hay un problema. Lo segundo es asumirlo. Lo tercero, pedir ayuda.

Hoy, yo estoy en la cuarta fase. 

Superarlo.

Hoy estoy de vuelta. Hoy estoy descubriendo que aún sé escribir. Que aún me gusta. 

¿Qué digo?, ¡ME ENCANTA! 

Y, sabéis qué, que creo que no lo hago nada mal.

Después de releer mil veces la única historia que terminé, y de criticarla, romperla, desmenuzarla y ver que sí, tenía muchos errores, ¡decidí cambiarla!

Tan fácil como eso. 

Decidí cambiar todo lo que no me gusta en la historia. En la escrita y en la mía propia.

Y, queridos lectores, sienta de maravilla volver a tener el control.


Nos leemos prontos.


Con cariño.

Alma


.Alma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora