Sorpresas que da la vida

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A veces la vida es así. 

No avisa. No prepara.

Simplemente, algo pasa. 

A veces es algo maravilloso y, en otras ocasiones, un desastre. 

En este momento, todo mi entorno está bailando un peligroso vals de un extremo al otro, y recibimos noticias maravillosas, y nos adaptamos como podemos a los desastres. 

 Mi tío más joven ha sido diagnosticado con cáncer hace un par de meses. Tiene 35 años, una pareja y un hijo. El cáncer afecta a su sistema linfático. Hay muy pocos casos en el mundo, y los doctores no tienen claro el procedimiento que tienen que seguir. Lo están intentando. 

Descubrieron su enfermedad cuando esta ya ha alcanzado el grado 3. El más alto es el 4. 

Les digo a mis familiares que eso, de alguna manera, es algo bueno. Que ha vivido sin dolor, sin síntomas y por lo tanto sin molestias hasta ahora. Que aunque se hubiese descubierto antes, la enfermedad sería la misma. Que no sabrían a ciencia cierta cómo tratarlo. 

Sí. A veces pienso que si se hubiese visto antes contaríamos con más tiempo. Pero, ¿para qué? 

¿Para alargar los años de desespero? ¿Para haber recibido más tratamientos y más quimioterapia?

Al final, creo, si va a funcionar, lo va a hacer. Y si no, nunca lo hará. 

Tengo fe, y confianza en su fortaleza y no quiero pasarme años mirándolo como si tuviese que despedirme. 

Odio cuando los demás lo hacen. 

Nadie quiere celebrar. Ninguna noticia parece feliz.

¿No es mejor celebrar cenas y fiestas mientras que estamos todos?

Lógicamente, mi tío tiene que encontrarse bien y con ganas de gente (porque somos muchos), pero odio escuchar, cada vez que preguntamos por la cena de navidad o fin de año, eso de: --Bueno... Vamos a esperar a ver qué pasa.

¿Por qué hay que vivir esperando lo peor? ¿Cuál es la necesidad? ¿Por qué echar plagas en las cosas? ¡Si ya son bastante feas de por sí!

Pues en este ambiente de desastre, me he enterado de que estoy embarazada.

Sí, voy a tener otro bebé. 

Y os juro que he sentido que no tenía derecho de alegrarme. 

Sentía que me miraban como diciendo "¿En serio? ¿Justo este momento tenías que elegir?"

Y, por Dios, que nadie me entienda mal. Yo adoro a mi tío. 

Pero siempre he tenido claro que mi hijo tendría un hermano u hermana y no puedo esperar a que todo vuelva a estar bien para decidirme a ir a por el segundo, porque nadie sabe si ese momento va a llegar.

Que, oye, no os voy a engañar: este bebé ha sido una tremenda sorpresa.

Mi marido y yo seguimos preguntándonos en qué momento... El caso es que lo queríamos y decidió llegar. Ya. Sin esperar permisos o tiempos mejores.

Como si estuviese decidido a ser un rayito de luz entre tanta oscuridad.

Pero ni todo es tan bueno. Parece que un demonio esté haciendo sombra sobre el nombre de mi familia y esté afectando hasta el más pequeño de esta.

El embarazo está siendo complicado. 

He tenido que empezar a tomar pastillas para no vomitar. Me ponía tan enferma del estómago que llegué a pedir que me alimentasen por vena si era preciso, pero yo no podía ni ver ni siquiera oler nada que fuese comestible. En vez de ganar peso lo he perdido.

Está siendo bastante complicado. Llevo tres semanas de reposo por amenaza de aborto. Por ahora me dicen que todo parece ir bien pero siempre añaden: No podemos hacer más. Hay que esperar.

Y yo espero. 

Espero aterrorizada, pero sigo esperando. 

Espero a que todo mejore. Espero a que todo vaya para adelante. Espero que mi hijo nazca y nazca sano.

Espero poder presentárselo a su hermanito, y que juntos den trabajo. Mucho trabajo, seguramente. ¡Pero cómo lo disfrutaré!

Así es que la vida da muchas sorpresas, y no todas son buenas. 

A veces olvidamos que simplemente pasamos por aquí de prestado.

Hay miles de millones de personas que ni siquiera se hacen notar en el mundo. Otras tantas que sólo son recordadas por sus malas acciones. Pocas por hacer algo bueno. 

Yo, puedo decir tranquila que, con mis historias, dejaré un bonito legado en un puñado de personas. No importa si no son muchas, lo que importa es que toquen corazones. 

Que la gente vuelva, un par de años más tarde, a buscar aquella historia de Alma que tanto le había gustado la primera vez. 

Es posible que comience a escribir algo para mis hijos. Para que me recuerden, para que sepan cómo es su mamá.

Últimamente he pensado mucho en eso. En que si un día me voy sin previo aviso, o con un aviso demasiada breve, quisiera que ellos tuvieran algo de mí. Y para bien o mal, no hay nada en el mundo que se me dé mejor que escribir. 

He de pensar en ello.

Queridos lectores, espero que vuestra vida esté yendo bien. Que no estéis viviendo bajo sombra alguna. Que brilléis. Y que dejéis en el mundo una bonita huella.

Un abrazo grande.

Alma.


.Alma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora