Paramédium y el insecto maldito (Fan1138)

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Londres (Inglaterra), Año 1966

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Londres (Inglaterra), Año 1966.

—Mantén la calma, mantén la calma, mantén la calma —era la única frase que salía de su boca, resonando aún más en su cabeza, aunque por mucho que lo intentara, su naturaleza humana hacía imposible que su cerebro cumpliera esa orden.

La casa a la que se había adentrado no podía ser más siniestra, no sólo era la casa típica de la Inglaterra victoriana situada en una batalla abandonada, no sólo estaba llena de animales disecados, no sólo era apenas iluminada por la poca luz azul con la que brillaba la luna, era mucho, mucho peor.

Los horribles gritos, los cuales difícilmente podían expresar un mayor dolor y sufrimiento, hacían eco por toda la mansión, haciendo que esa joven chica apenas pudiera seguir su camino.

Parecía tener poco más de veinte años, tenía un corto pelo castaño que a duras penas le cubría parte del cuello, sus ojos eran azules como el agua de un río, su ropa consistía en una camisa azul, una bata marrón decorada con cuadros de color amarillo anaranjado, unos pantalones vaqueros y una especie de sombrero.

Parecía una verdadera detective de serie, al menos así hubiera sido si no se le hubiera notado tan aterrada. No era sólo que su expresión ya diera a entender que estaba aterrada como nunca antes lo hubiera estado, ella misma no podía parar de temblar por mucho que lo intentara, su dentadura se juntaba y se separaba una y otra vez, la especie de escopeta que llevaba entre sus manos apenas podía ser mantenida por sus manos, todos los sonidos causados por sus pasos al caer sobre las tablas de madera que componían el suelo de la mansión la ponían cada vez más intranquila, cada sombra que veía entre la gran oscuridad del lugar no hacían más que ponerla paranoica, pensando por momentos que podría ser algún monstruo que esperaba la primera oportunidad para acabar con ella; realmente parecía una niña asustada, aunque, después de todo, el miedo era una de las limitadas cosas que compartían todos los humanos.

A pesar de todo ese miedo, esa chica pudo seguir caminando, ni ella sabía cómo, pero pudo seguir caminando para llegar a su destino.

Empezó a preguntarse por qué demonios estaba allí, jugándose la vida, ¿por qué si no la hacía no conseguiría ese dinero que necesitaba? ¿Por qué si no conseguía ese dinero lo más seguro era que su casero la echaría de ese asqueroso espacio que llamaba por mera cortesía apartamento, que encima tenía que compartir con una vieja cascarrabias que no podía cerrar el pico sólo para poder ahorrar? Ser una mendiga pidiendo limosna en la calle no le parecía precisamente una gran vida, pero al menos podía estar segura de que era una vida, algo que tenía muchas posibilidades de perder ese día si seguía el camino que ya había tomado.

Con todos esos pensamientos en la cabeza no era de extrañar que, justo cuando estaba en frente de ese pasillo, que al final tenía una gran puerta negra que llevaba al lugar del que venían esos quejidos espantosos, ella se echara para atrás aterrada, escondiéndose en el extremo de uno de los pasillos que llevaban al antes mencionado, no podía hacerlo, estaba aterrada.

Antología Villanos del Más AlláDonde viven las historias. Descúbrelo ahora