Lockhart (Mcchony)

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Lockhart's Case #43 Horror Maiden

—La oscuridad guarda cosas mucho peores que simples artimañas y terrores imaginarios...—The ancestral.

. . . . . . . . . . . .

Noviembre de 1924.

Bosque de Hoia-Baciu, Rumanía.

Ronald Fitzpatrick sentía que su corazón estallaría en cualquier momento, algo comprensible luego de haber corrido durante más de 50 minutos ininterrumpidos sin tomar ninguna clase de descanso. Decir que el pobre muchacho estaba aterrado sería poco, esa noche había visto verdaderos horrores que si sobrevivía le darían pesadillas y lamentablemente terminarían por conducirlo hasta el suicidio. De una u otra forma estaba muerto.

Aún podía escuchar a esa macabra criatura persiguiéndolo, lanzaba alaridos monstruosos al aire y sus anormales movimientos generaban un sonido hueco, similar al de huesos siendo quebrados. La cordura del joven Fitzpatrick se deterioraba rápidamente, eso solo con mirar a su alrededor. Todo en ese bosque estaba mal: los árboles crecían en posiciones curvadas que resultaban imposibles y aberrantes ante toda lógica; el viento parecía tener voz propia, era aguda y gritaba palabras extrañas e incoherentes en su oído; la tierra bajo sus pies parecía hacerse cada vez más fangosa, como si estuviese corriendo sobre un sendero de lombrices.

Ronald seguía avanzando, necesitaba salir de la inmensa oscuridad del bosque y llegar al poblado. La adrenalina ya no generaba el mismo efecto que antes, ahora estaba cansado. Si seguía siendo participe en esa carrera infernal terminaría perdiendo el conocimiento o muriendo, fulminado por un ataque al corazón producto del sobreesfuerzo inhumano.

Entonces ocurrió algo verdaderamente terrible, la desesperación y el miedo lo llevaron a tropezar con la raíz malformada de un árbol. Debido a la velocidad que llevaba, Ronald se precipitó en dirección al suelo con violencia.

Las lágrimas recorrieron las mejillas del joven Fitzpatrick, sabía que esto era el final, la cosa que lo perseguía poseía una velocidad inigualable, superior a la de un lobo o un ciervo. De manera irónica, Ronald podía ver las luces del poblado a un par de Kilómetros frente a él.

—Tan cerca y tan lejos... Lo siento, hermano —alcanzó a murmurar con voz rota.

Entonces sintió la abominable presencia de la criatura, se había posicionado sobre él, podía sentir la respiración en su nuca, esta le generaba un dolor punzante, era como si estuviera vertiendo ácido sobre su cabeza. El joven Fitzpatrick comenzó a gritar con desesperación al tiempo que intentaba escapar, pero una veintena de manos delgadas extinguieron esa posibilidad arrastrándolo nuevamente a la oscuridad profunda y maldita.

Lo último que el pobre muchacho vio antes de que todo a su alrededor se volviera negro como la muerte, fue a la criatura aberrante que lo mantenía preso. Parecía una mezcla asquerosa y sin sentido de partes humanas, se movía como un ciempiés, utilizando múltiples extremidades, poseía un vomitivo color blanquecino muy desagradable a la vista, pero quizá lo más horroroso era que en la parte superior se encontraban varias cabezas de diferentes animales y personas, estas gritaban con agonía y estaban tan deformadas que era cuestionable saber si esa cosa había sido humana alguna vez.

Antología Villanos del Más AlláDonde viven las historias. Descúbrelo ahora