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Desde que tengo memoria he morado entre estos muros, la academia para prodigios, Gakuen Alice.

El Alice es el nombre que se le asigna a aquellas cualidades o habilidades especiales que permiten al usuario realizar acciones fuera de lo común o lejos de toda función que pueda realizar un ser humano corriente.

Cuando nosotros los niños Alice somos encontrados, nos envían directamente a esta academia, no podemos salir al mundo exterior hasta el día de nuestra graduación, existe una excepción, como la de no poseer un Alice.

Está permitido enviar cartas, las cuales siempre serán examinadas o modificadas, también los progenitores son beneficiados económicamente dada la asistencia de sus hijos a la clases de la academia.

En mi caso todo lo mencionado con anterioridad no procede con el mismo funcionamiento, no tengo contacto con el exterior, no tengo familiares fuera de estos grandes muros de ladrillo, ya que mi mundo se encuentra dentro de esta institución.

Estudiante de la escuela primaria, rango especial, diez años, mi nombre es Yukihira Aina.

Tengo un único objetivo, por el cual batallo todos los días apostando mi vida bajo las órdenes del director de la escuela primaria, ambos tenemos un trato, que no puede ser modificado o eliminado, durante largas temporadas me embarco al mundo exterior cumpliendo los deseos de ese hombre, sin embargo, cuando regreso debo hacerme pasar por una estudiante corriente, he regresado después de tres largos meses.

Me encuentro en frente de la gran puerta de madera con manillas doradas, debatiendo si debo entrar o regresar a mi dormitorio a descansar, opté por lo primero.

Me adentro en el aula de clase B en la división de primaria, mi clase de referencia para ser más concretos, debo asistir a clase para cumplir con las exigencias del director: «sé una niña buena y cumpliré tu deseo» dice, a pesar de ello, nunca he visto que me obsequiara de alguna forma por mi gran trabajo. En cuanto entro, me percato de las miradas, mis opacos ojos azules ignoran como siempre, los susurros de todos aquellos que debo denominar como compañeros, procedo a sentarme en una de las filas del final próximas a la ventana, desde mi posición puedo ver como mi mejor amiga se acerca veloz a mí.

—¡Aina!—su voz siempre es relajante para mí, siento mi corazón algo más cálido cada vez que escucho mi nombre siendo pronunciado en sus labios, produciendo una extraña calma en mí, ella siempre hace que mi estancia aquí no sea del todo solitaria, le debo muchas cosas a ella, a Ran—¿Te encuentras bien? ¿No estás cansada? ¡He guardado todos los apuntes relevantes que hayas podido perderte! ¿Necesitarás ayuda?

Ignorando las miradas y comentarios de los demás, coloco mi mano en su muñeca, tiro de la suya ligeramente haciendo que se sienta en nuestros respectivos asientos desde inicio de curso, ella se mantiene en silencio, hasta que comienza a reír levemente por mi acción.

—Lo siento, volví a ser escandalosa de nuevo ¿cierto?—no era para nada así, ella nunca será una molestia para mí, sin embargo, odio que ella se preocupe tanto por mi persona.

—No lo eres, solo relajate.—contesto, poso el mentón en mi mano derecha mientras observo a través de la ventana; el jardín siempre está en perfecto estado, una arboleda  podía ser apreciada desde aquí, ese tipo de vistas me gustan, amo la naturaleza, por lo que suelo dibujarla a diario.

—Aina, has pasado mucho tiempo fuera... ¿crees que podrás acostumbrarte al ritmo de las clases? Debes de estar agotada.

Puedo sentir su gran preocupación hacia mí, lógico ya que había pasado tres meses sin asistir a clases, me giro para poder apreciar su rostro, acaricio su cabellera marrón con sumo cuidado, su cabello corto siempre se mantiene sedoso, admiro eso de ella ya que no tengo ni idea de como cuidar mi enredado y largo cabello rubio.

Silky - Gakuen Alice (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora