Capítulo 7: ¿La verdad? parte dos

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Roger se acercaba cada vez más al lugar donde se había acordado, estaba sumamente nervioso y acomodaba con ímpetu su rubia peluca; por su mente viajaban una y mil formas de decirle las cosas a Brian, detestaba el hecho de no ser muy bueno con las ...

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Roger se acercaba cada vez más al lugar donde se había acordado, estaba sumamente nervioso y acomodaba con ímpetu su rubia peluca; por su mente viajaban una y mil formas de decirle las cosas a Brian, detestaba el hecho de no ser muy bueno con las palabras. Cuando se pudo encontrar más tranquilo tomó su teléfono móvil de su pequeña bolsa azul y verificó la hora: cuatro con dos, e inmediatamente cuando levantó la mirada, logró divisar aquella melena rizada y obscura que lo dejaba sin aliento.  
Brian inmediatamente "la vió" y partió carrera a su encuentro. Por su mente solo viajaba la idea de lo hermosa que se veía su enamorada, realmente ponía empeño en su apariencia y aquello le revolvió el estómago por el simple hecho de saber que se arregló de esa forma para él.

Ambos se miraron a los ojos, azul y verde se combinaron por unos instantes hasta que cada uno despegó la mirada para dirigirla al suelo. Una vez ambos estuvieron de frente, Roger no soportó las ganas de abrazarlo, rodeó el pecho del rizado con sus largos brazos, apegándose fuertemente a él respirando con tranquilidad su perfume y consiguiendo paz interna al sentir el latido de su corazón. Brian también lo abrazó, aspirando igual el perfume de frutas que emanaba aquella "chica", poniendo su barbilla en la cabeza. No necesitaban hablar, las palabras sobraban bastante. Cuando se separaron volvieron a sonreír, como la pareja tonta e ilusa que eran pues no sabían que más hacer.

—¿Vamos por un helado? —preguntó Brian, recibiendo una grande sonrisa de parte de Roger quién asintió inmediatamente.

—Vamos.

Juntos comenzaron a caminar hasta el pequeño puesto de helados que se dejaba ver. En el parque abundaban los niños con sus nuevos juguetes y las parejas de enamorados abajo de un árbol. Brian sintió una sensación extraña en su estómago al imaginarse de esa forma con la chica que estaba a su lado.  

—Me da dos helados de vainilla, por favor. —pidió Brian tan confiado, Roger se sorprendió, no pensaba que él supiera su sabor favorito, y de nuevo esa corriente en su espina dorsal se hizo presente.

—Aquí tiene, joven, que los disfruten.

Y cuando el momento de la paga llegó, Roger inmediatamente sacó un par de billetes para pagar por ambos helados pero una mano delgada lo paró en seco y le tendió los billetes al señor que los había atendido.

—Yo los pude haber pagado, Brian. —dijo Roger, una vez estaban sentados en la banca más cercana que encontraron, el rizado negó fuertemente.

—No es caballeroso dejar que una mujer pague todo. —le respondió, dejando de mirar su helado para fijar sus orbes verdes en "ella".

Dicho comentario le revolvió el estómago al rubio, y lo único que atinó a hacer fue agachar la cabeza y asentir; tenía que confesarlo ya, no podía soportar un momento más así.

—Ehhh, Brian. —volvió a llamarlo, siguiendo con su mirada fija en sus piernas sin siquiera girarse un poco.

—¿Que pasa, Roggie? —ahora sí lo miró a los ojos, y su lengua se inmovilizó de inmediato causando un corto circuito en su cerebro.

—Yo... Tú... Ahhh... —por más que intentaba no podía articular una sola palabra- Yo...

—¿Tú...? —preguntó el rizado, con una tierna sonrisa.

—E-Es-stoy enamorada de ti.

Y, sin saber de dónde salieron esas palabras, bajó la cabeza y abrió los ojos rápidamente, dándose cuenta de su error, él iba a confesarle su secreto, no sus sentimientos.

—Oh, Rogerina... -el rizado alejó un mechón que caía en su cara, y se aventuró a tocar su barbilla para hacer que lo mirara—. Tal vez no sea un experto es estos temas pero, quiero que sepas que yo también, demasiado.

Roger sonrió ampliamente, con un sonrojo en sus mejillas. Brian, por lo tanto, se levantó de su asiento, lamiendo las partes que comenzaban a derretirse de su helado, al igual que el rubio e hizo lo que nadie se esperaba, se arrodilló frente a su "amada".

—¿Quisieras ser mi novia? —le dijo, esperando que la respuesta fuera positiva.

Y así lo fué.

Sellaron su amor en un tierno e inocente beso, lleno de tantos sentimientos por florecer. Brian pasó su mano delgada por la mejilla de la ahora Rogerina, disfrutando del calor que le proporcionaban aquellos labios rosados, el rubio estaba en el Limbo, pudiendo acariciar aquella mano que tenía atrapada su mejilla, haciendo círculos con su dedo pulgar.

Ambos estaban locos de amor, y querían que esto jamás acabara.

Pero acabó, el helado comenzaba a gotear manchando la banca y sus respectivos dedos. Los dos rieron por igual y sólo atinaron a sonreir para continuar con la tarea de terminar con esos dos helados, claro, con sus manos entrelazadas, demostrándose todo el amor que podían.

 Los dos rieron por igual y sólo atinaron a sonreir para continuar con la tarea de terminar con esos dos helados, claro, con sus manos entrelazadas, demostrándose todo el amor que podían

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