Fuimos a un lugar apartado y nos sentamos en un banco que había por ahí.
-¿Que pasa mi querido Adrien?-pregunté haciendo voz de señora mayor inglesa.
-Vaya, esto es mas difícil de lo que pensaba.-se rió nervioso.
-¿Vas a pedirme que me case contigo?-me puse una mano en el pecho haciéndome la sorprendida.
-No no, tranquila.-se ríe. -Tu..¿Quieres ir a la fiesta conmigo?
-Ah era eso, pues, si, vamos todos gilipollas.-me reí.
-No me refiero a eso, ya se que vamos todos, pero...quería preguntarte si querías que pasáramos tiempo, a solas...en la la fiesta.-acabó.
-Oh...no se si sea una buena idea. Verás Adrien, eres un buen chico pero...
-Ya, siempre hay un pero.-se quejó.
-Deja que acabe. Pero antes, déjame hacerte una pregunta. ¿Yo te gusto?-él me miró sorprendido pero luego bajó la mirada.-
-¿Y que si es así? ¿Como te diste cuenta?.-mientras hablaba jugaba con sus manos nervioso.
-No estoy ciega como tu cariño.
-¿Como yo? O sea...¿yo también te gusto?-preguntó esperanzado.
-No diré que no, pero tampoco que si. No puedo Adrien.
-¿Por qué?-preguntó triste.
-...No debería decir esto pero. Hay una chica a la que le gustas, y prometí ayudarla.
-¿En serio? ¿No has pensado que a mi puede no gustarme esa chica?
-No lo sé. Igual si te gusta.
-No me gusta nadie mas ademas de ti. Pero bueno...como quieras. Ayuda a tu amiga.-se levantó y se estaba yendo.
-¡Espera Adrien!- fui corriendo hacia el.- No hagas esto por favor.
-Todas las chicas de las que me he enamorado. Siempre pasa lo mismo. Soy un buen chico, pero...
-Lo siento Adrien. Pero como verás no puedo hacerle esto a mi amiga. Hablaré con ella antes y si todo sale bien... Hablaremos nosotros dos.
-Bien.-Y se fue.
Al día siguiente iba a hablar con Marinette, estaba muy nerviosa, no quería que me odiara otra vez. Le dije que quería hablar con ella después de las clases. Las clases fueron pasando y llegó el final. Fuimos al parque para hablar.
-Dime.-me sonrió.
-Antes, prométeme que te vas a callar y escuchar antes de hablar.
-Lo prometo.
-Veras...Quería hablar de Adrien...
-Te gusta.-dijo mirándome.
-¿Como?-pregunté sorprendida.
-Que te gusta. Lo sé, he visto como le miras. Tranquila, no te odio, ya se que es un chico estupendo. Y bueno, pasáis mucho rato justos, era cuestión de tiempo.-sonrió.-Supongo que desde ahora seremos rivales.
-¿En serio esto te parece bien?
-No te preocupes. En el día de la fiesta, pienso declararme. Si no sale bien, habrás ganado. Y si sale bien habré ganado yo. Sin rencores ¿vale?
-Muy maduro por tu parte.
-Aprendí de una amiga que solo quieres desearle la felicidad a tu amor.
Nos dimos la mano y nos fuimos cada una a su casa.
Así fueron pasando los días hasta que llegó el día de la fiesta. Yo decidí disfrazarme de Chat Noir. Estaba dando los últimos retoques a mi disfraz. No tenía prisa ya que con los demás me iba a encontrar en la fiesta. Acabé y bajé las escaleras. Mis padres estaban viendo la televisión hasta que me puse delante. Se me quedaron mirando hasta que mi padre dijo.