El Hotel

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Al bajar del tren empiezo a ver lo que parece ser todo el pueblo, casas muy antiguas y descoloridas, al pisar las calles me era muy incomodo el caminar, ya que las rocas tenias separaciones muy grandes y no estaba acostumbrado a algo así.
El asfalto de la ciudad era muy firme y cómodo de pisar, era hasta molesto compararlo.
En frente a la estación donde me baje, se encontraba la comisaría; justo en medio de dos casas, ambas de dos pisos, con grandes y antiguos ventanales.
Al dirigirme a la comisaría, veo a un hombre vestido de oficial, su pelo era negro aunque se le podían distinguir ya unas cuantas canas, tenia unos enormes ojos negros y podía notarse sus dientes postizos cuando los movía con su lengua.

- Señor Finighan, esperaba con ansias su llegada; venga mi comisaría es su casa.

Al entrar tengo que cerrar mis ojos con fuerza por la cantidad de luz artificial que había en la habitación.

- Usted seguramente es Borhard ¿no?; dígame señor cuantos ¿años tiene el pueblo aproximadamente?.

- Muchos señor Finighan, más de lo que usted podría imaginarse.
Y cuéntenme ¿que tal su viaje?.

Recorde lo que la señorita me dijo, nadie debía saber que nos vimos.

- Para ser sincero relajante, con suficiente tiempo para pensar en el caso por el que estoy aquí.

- Veo que usted no se toma ni un minuto para pensar en nada que no tenga que ver con trabajo ¿no?.

- Sobre eso, quisiera que me dijera  todo lo que tiene sobre este caso; si no es mucha molestia oficial Borhard.

- Oh veo que esta ansioso, le entregaré todo lo que necesite en un momento, junto con la llave de el hotel donde se hospedará.

- El hotel ¿queda muy lejos de aquí?

- No, sólo a unas cuatro o seis cuadras, no más que eso.

Al entregarme los archivos de los niños desaparecidos, recordé que no podía confiar en nadie. Así que decidí  inspeccionar todo en el hotel.

- Señor Finighan, sígame lo voy a llevar  a donde se va ah  hospedar.

Al subir a su camioneta fue cuestión de minutos para llegar al hotel. Era una casa muy antigua, de color carmesí, con ventanas astilladas que demostraban el paso del tiempo y los descuidos de las personas que allí vivían.

- Aquí es. Siéntete como en su casa. Y cualquier avancé que tenga informeme.

Asiento con la cabeza, dando a entender que si lo haré. Tomo la llave que me entregaron y entro; el lugar estaba aún peor por dentro, la humedad y las telarañas eran impresionantes.
Al encender la luz noto que tarda en iluminarse la habitación, verifico si el agua aún es potable y a mi suerte si lo es.
Era un lugar muy pequeño. Un baño estrecho. Una cocina con poco espacio y un cuarto con una pequeña mesa, un ropero de dos puertas apolillado y una cama de una plaza.
Dejo mis cosas y saco de la maleta una cafetera pequeña con un poco de café, y empiezo a leer los archivos de los niños desaparecidos.

¡ Esto no puede ser!

¿Donde Están Los Niños? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora