v. gestos amables

1.4K 156 43
                                    

            IBA DE regreso a mi casa con Ben, caminando por las calles frescas de mi ciudad, cuando de pronto recibí una llamada de Letitia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

            IBA DE regreso a mi casa con Ben, caminando por las calles frescas de mi ciudad, cuando de pronto recibí una llamada de Letitia. Me pareció extraño e inusual, pues hacía meses que no me llamaba. Paramos nuestra caminata un segundo y contesté la llamada.

—¿Hola?

—Hola Leo. ¿Dónde estás? —y esa era la voz de Chris, según interprete.

—¿Chris? —pregunté aún no muy segura. Él de la otra línea afirmó—. Estoy camino a casa con Ben ¿por qué?

—Letitia y yo queríamos verte para hablarte de un asunto.

—Mhm, pues nos vemos en el bar de enfrente del edificio. Estoy cerca.

—¡No! —exclamó rápidamente—. Veamos en la cafetería donde trabajabas ¿qué te parece?

—Chris, eso me queda lejos y ninguno traemos coche —informé desganada—. Puedo ir por mi automóvil al edificio...

—¡No, no Leo! Si estás cerca del edificio te veo en Grumpy ¿te parece?

—De acuerdo Christopher.

Apagué mi celular y volteé a ver a Ben. Tenía un cono de helado en sus manos y con su lengua lo estaba devorando. Me causaba ternura la imagen ante mis ojos.

—¿Todo en orden? —cuestionó.

—Me veré con unos amigos a unas cuadras de aquí ¿vienes?

—¿No se sentirían invadidos? —preguntó inseguro, yo negué inmediatamente con la cabeza—. Quiero decir, quizá quieren decirte algo personal.

—Descuida Ben —conteste riendo suavemente.

Comenzamos a caminar en dirección contraria a la cual íbamos. Esa tarde habíamos salido a caminar por la ciudad. Fuimos a un museo, nos detuvimos a pintar unas esculturas en un parque con unos niños pequeños, paramos a comer en distintos sitios de comida —como mexicana y británica—, y también anduvimos en bicicleta. Fue divertido y satisfactorio. Hacía mucho no llenaba todo un día con diversas actividades y me sentía feliz y entusiasmada por seguir realizándolas.

Pero sin duda, estaba agotada. Quería llegar a mi departamento e invitar a Ben a acostarnos en mi cama para ver una película mientras acariciaba su cabello. Y saber si solo en este momento tan íntimo, podíamos besarnos de una vez por todas. Sin embargo, cuando mis amigos me necesitan, estoy para ellos como alguna vez lo prometí. Deseé que fuese algo importante, sino juraba que golpearía a alguien esa noche.

Ben me continuó conversando de una anécdota graciosa que le había sucedido cuando visitó a su familia en Londres.

—Fue vergonzoso, porque cuando decidí por fin salir del garaje envuelto en mis propias manos, las amigas de mi hermana decidieron salir de la cocina —terminó de relatar. Yo me reí fuertemente con él —. De verdad no sé porque no decidí ponerme una bata para salir a cerrar el garaje.

darling  ━ sebastian stanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora