iv. el juego

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NO SUPE que responder ante sus preguntas

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NO SUPE que responder ante sus preguntas. De pronto, escuché como mi acompañante de último momento me decía "¿Tienes novio?", mientras que la acompañante de él le insistía con una voz tímida y de poca confianza "¿Quién es ella?" "¿Qué sucede Sebastian?", sin embargo, nosotros con mucho éxito los ignoramos. Sebastian me miraba fijamente y yo me sentía apenada ante él. La mujer al final se venció, tomó su bolso y su abrigo y salió corriendo; a esta se le unió el hombre. Honestamente, me les quise unir también. Pero es que recordé a Ben, nuestra reciente pelea y lo enfurecida que estaba con él. Pero también pensé en porqué estaba haciendo esto con Sebastian. 

—¿Todo está en orden? —me preguntó mientras yo me tiraba como un saco de papas en el sofá—. Eleonora... ¿qué sucede?

Carajo... pensé que todo estaba marchando bien —balbuceé—. No sé porqué hago esto. 

—¿Qué pasó? —inquirió sentándose a mí lado, bastante intrigado, al parecer. Volteé a verlo y me miró con esos ojos verdes llenos de conmiseración. Me llenaban de ternura y de paz. 

—Discutimos un poco en la tarde —confesé aún mirándolo fijamente—. Por una estupidez, francamente. 

—¿Y es razón suficiente para serle infiel? —preguntó y yo me quedé callada. 

Entonces pensé; sólo quiero sexo. Estoy deseosa de este y Daniel se me había puesto enfrente, sin embargo, inconsciente y la verdad, conscientemente yo llevé todo este desparpajo hasta Sebastian. ¿Por qué haría algo así? ¿Por qué no simplemente me acosté con Daniel y dejase que la culpa me comiera? ¿Por qué llegar hasta el hombre que me confundió la vida, el alma y la certeza? 

—Muy... —me quedé callada otra vez. Miré sus labios y él al percatarce, miró los míos también. Bailamos una danza de movimientos—. Muy probablemente sea una razón muy justa. 

Y cuan adolescente, me lancé hasta él y sin poder evitarlo más, lo besé. Al inicio, fue un beso feroz por el ímpetu que había en mí, sin embargo, se tornó lento y con esa prueba de identificación. Y se sintió tan malditamente bien, cómo si estuviese besando a alguien que había besado toda una vida y sus labios me eran un hogar. 

Pero vamos... Sebastian no era así o al menos, eso intentó ser. Se separó de mí al cabo de unos cortos minutos y me miró a los ojos, frunciendo el ceño para expresar su confusión. Yo, seguía mirándolo con deseo. Negó con la cabeza y se puso de pie. Me lamí los labios y bajé mi cabeza, avergonzada por el evidente rechazo. Me quedé justo en el lugar que estaba, sin mover un hueso. 

—No Eleonora. No podemos hacer esto —aseveró. No lo podía ver, al parecer se había acercado a la puerta—. Estamos casi a un año de haber terminado y... tú estás con Ben carajo y yo... yo... lo siento. 

Sebastian salió del departamento, pues escuché la puerta azotar con gran fuerza. Al cabo de unos segundos, me puse de pie y salí yo también. Nos encontramos en el elevador. Él colocó al vestíbulo y yo mi piso, pues claramente ese no era el mío. 

darling  ━ sebastian stanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora