Libertad

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"Dios, menuda resaca" pensaba Alba para sí misma al día siguiente. La noche anterior había acabado on fire. La verdad es que esa era la sensación que tenía ella, porque desde que acompañó a Natalia a mear recordaba la noche a trozos. Eso sí, por las agujetas que tenía en las piernas podía asegurar que bailar bailó mucho.

Una semana más que pasó volando, y casi sin querer ya era finales de Julio. Pero eso de ver a Natalia sólo los fines de semana no le hacía gracia. Sí que era cierto que desde la fiesta blanca estaba confusa con sus sentimientos, pero más allá de eso habían establecido una conexión muy bonita y a Alba un día a la semana ya le sabía a poco. La echaba de menos.

Ese viernes, después de acabar del trabajo, Alba decidió ir a pasar la tarde en una cala. Quería relajarse en la naturaleza, y se llevó su libreta para hacer algún dibujo. En un momento dado, su móvil vibró. Un número desconocido la había hablado:

-Reggaetonera! ¿Dónde anda usted?

(Ya se podía imaginar quien era...)

 -Perdida en una cala... ¿Pooor?

-¿No hechas en falta nada?

 -No...

-Pásame ubicación que me acerco. ¿O molestaré?

 -¡Qué va! A no ser que aparezca algún  ex tuyo de la nada y me comas la boca para darle celos...no molestaras.

-Venga, seguro que ni me apartarías.

(Alba decidió no continuar por ahí y cortar la conversación porque estaba entrando en un terreno peligroso y realmente no sabía que contestar)

-[ubicación]

A la media hora Natalia apareció. Llevaba una chaqueta en la mano, y mientras se acercaba a Alba se la lanzó para que la cogiera.

-¿Y esto? ¿Por qué la tenías tú?- dijo Alba sorprendida.

-Uff... que malo es el alcohol...-Ya empezaba a vacilarle Natalia- te la dejaste en mi choche la semana pasada en la fiesta.

-Madre mía. Ni recordaba que habías venido en coche, imagínate de lo que me acuerdo de la fiesta.

-Ya, claro. Te acuerdas de lo que te interesa...-dijo Natalia, alzando una ceja con mirada picarona. Obviamente Alba entendió a qué se refería. Natalia se sentó al lado de Alba en la arena y se tumbaron a tomar el Sol. A los pocos minutos se percató que Alba estaba con los ojos cerrados. No sabía si dormía o no, pero aprovechó para cogerle la libreta y empezó a mirar con admiración sus dibujos.

-¡Alba! – Le salió de dentro a Natalia chillar. Estaba alucinando mirando un dibujo precioso a la vez que desgarrador. Era la mirada perdida de un joven, rodeado ante los desperdicios de una guerra.

-¡No! ¿Qué haces?- Se levantó Alba de golpe intentando recuperar su libreta sin éxito, ya que Natalia se lo impidió girándose rápidamente.

-Alba esto es brutal. Debes compartir tu arte. Te lo digo totalmente en serio. Estoy alucinando, de verdad. – Alba volvió a hacer un gesto para coger su libreta, y esta vez Natalia no se opuso.

-No te digo que no. Pero es que esta libreta es como muy desastre. Aquí solo apunto ideas, hago garabatos y bocetos para luego hacerlo en lienzos.

-Desastre dice. Madre mía, el día que vaya a una exposición tuya me desmayo entonces. –Alba no sabía que decir. Simplemente se quedó con una sonrisa en la cara. – Oye, ¿haces algo hoy?

Roman Holiday | Albalia | AlbayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora