Una chica común y corriente llamada ______ es transportada misteriosamente al mundo de su programa favorito: ¡Miraculous Ladybug! Ella entrará en hype, gritará de alegría y mucho más, también se convertirá en amiga de los personajes. Se pone un poco...
Copigato se acercó a la Mona Lisa mientras saludaba a la gente.
—Disculpen, solo me robaré esto. Gracias— agarró la pintura, haciendo que la alarma sonara.
—¡Oye!— Exclamó el guardia de seguridad tomándolo del hombro.
Eso hizo enojar a Théo y quitó la mano del guardia bruscamente de donde estaba, le hizo perder el equilibrio haciéndole una barrida y lo pateó en su estómago, mandándolo lejos.
Ante tal acción, la gente gritó sorprendida mientras comenzaba a grabar la escena.
(Oh no). —Chat...— Se me escapó sin querer el nombre del minino al recordar lo mal que lo traté.
Théo me escuchó y se dio la vuelta para verme. Inmediatamente sonrió de lado y se me acercó.
(Oh f*ck). Yo retrocedí unos cuantos pasos.
—Vaya, vaya, ¿pero que hermosura tenemos aquí?— Me miró con malicia.
Solté un chillido por el miedo y me sobresalté. —¿C-C-Chat?— Tartamudeé. Si decía que era Théo sería muy sospechoso.
—Así es. Que bueno que estés aquí. Mereces estar con todas estas obras de arte— me tomó de la barbilla levantando mi cabeza.
—¿Qué sucede? ¿T-te molestó algo?
—En efecto, querida. Pero, ya que estás aquí todo se resolvió— me soltó.
—¿A qué te-? ¡Ah!— Exclamé cuando Copigato me tomó de la cintura. Me levantó y me colocó en su hombro como si fuese un costal de papas.
—Vámonos. Ya tengo todo lo que necesito— me habló y comenzó a correr hacia la salida.
—¡¡NO!! ¡E-espera!— Me alarmé. —¡Ayúdenme!
El falso Chat me llevó a su estudio y me encadenó al suelo. No podía pararme recta debido a lo cortas que eran las cadenas. (¿Por qué rayos siempre me meto en este tipo de situaciones? Y no es a propósito, solo estoy en el lugar en el momento equivocado).
Suspiré. —¿Por qué me secuestras, Chat?— Pregunté tomando valor.
—Verás, cierta persona se interpuso en mi camino. Yo no quería que esto pasara, pero al verte, sabía que no podía dejarte ir— respondió mientras colocaba la pintura de la Mona Lisa en el suelo apoyada en su escritorio.
