Encuentro #8

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Sus ojos no se despegaban de la cara del castaño que yacía recostado en el suelo. ¿Estaba soñando?

Mike, aún no sabía sí eso era bueno o malo. Era obvio que le ayudaría, no sólo porque anteriormente el castaño le había ayudado, había otras razones que no sabía identificar.

Intentó levantarlo, pero en verdad tenía demasiados golpes; sus labios estaban hinchados y tenían una herida abierta que dejaba salir algo de sangre, su ojo izquierdo estaba morado, y al igual que sus labios, se encontraba hinchado.

Estaba vestido con un pantalón de mezclilla oscuro, tenis cafés y una playera blanca; algo sencillo.

Su cabello estaba revuelto, y estaba mojado por el sudor y el agua que había llovido horas antes; seguramente lo habían estado persiguiendo.

Se preguntó el porque lo habrían golpeado, aunque también se le paso por la cabeza, que sólo habrían intentado robarle.

No podía levantarlo, el castaño era más grande en todos los sentidos que Mike. Además, al pelirrojo le seguía doliendo la cabeza, aún no entendía el motivo; probablemente, sólo fuera por no haber comido, o algo así.

Intento despertarlo. Se acercó al castaño y lo empezó a mover con delicadeza. Nada. No despertaba.

Sabía que seguía vivo, estaba respirando, pero estaba inconsciente.

No tenía de otra, tenía que cargarlo o algo parecido, no podía dejarlo ahí, no.

Como pudo, lo levantó y paso un brazo a través de la cintura del castaño, y a su vez, apoyó el brazo de este en sus hombros.

No era nada fácil llevarlo así, con el dolor en su cabeza.

Salió del callejón con Sky recargado en él. Camino unas cuantas calles así, y a ese paso, llegaría en una media hora.

El tiempo pasaba, y ya era muy tarde, aunque ya faltaba poco para llegar a su departamento.

Al llegar, lo dejo con cuidado en el suelo, recargado en la pared. Sacó su llave y la introdujo en la cerradura. Después, de la misma forma en la que llevo al castaño hasta ahí, lo metió y lo recostó en su cama.

Se fijó de nuevo en su rostro. Estaba golpeado, y no quería imaginar como estaría el resto de su cuerpo.

No tenía recursos como para curarle las heridas, y sí no lo hacía, posiblemente se harían peor de lo que ya estaban. Tenía que ir a comprar todo lo que necesitara, pero tendría que dejarlo sólo; además, estaba el problema económico.

Busco en sus bolsillos, encima de la tele, hasta en el baño, pero no había nada. De pronto, recordó que tenía la paga que le habían dado ese día, que sería la última, ya que, con los acontecimientos sucedidos esa noche, no planeaba regresar.

Al final, decidió ir, no se tardaría demasiado. Tomo una mochila y las llaves del departamento. Aunque seguía preocupado por dejarlo ahí sólo, no podía perder más tiempo. Abrió la puerta del departamento, y salió corriendo hasta la farmacia más cercana.

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¿En dónde estoy?

Fue mi primera pregunta al despertar en aquel lugar. Me ardía mi cara, y no recordaba haber ido a aquella ¿casa? No lo se, estaba muy desorientado.

Intente incorporarme despacio, pero un dolor punzante recorrió mi abdomen. Alcé mi playera, con cuidado, y pude observar un moretón muy grande en un costado. Joder, como dolía. No podía moverme, en serio, el dolor estaba matándome.

Experimento #34 (Yaoi-Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora