El Lago #2

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El hombre, llamado Iván, recorría los pasillos de la Base 13 a toda prisa. No se le veía ni una pizca de tranquilidad. Avanzaba casi corriendo, claro, había ocurrido un desastre y debía avisarle lo antes posible a la directora de ese lugar. Al llegar, toco la puerta de madera oscura, e instantáneamente una voz hablo desde adentro, dándole permiso para pasar.

- Señorita Wilson, me alegra que aún pueda atenderme, sucedió alg...- No término la frase.

- Iván, en estos momentos, estoy muy ocupada pero ¿puedes decirme que es lo que esta pasando?- Había algo de irritabilidad en su voz, sin embargo, Iván prosiguió.

- Lo que paso, fue que su favorito ha escapado de la base y..-

No pudo volver a terminar lo que estaba diciendo, cuando la señorita Wilson gritó. Un grito de enfado y rabia. Ella sabía que podría pasar, que su favorito algún día se cansaría e intentaría escapar, y con las habilidades que había desarrollado, había muchas posibilidades. Iván sabía lo que pasaría sí no se iba de ahí, al fin y al cabo, lo demás que tenía que decirle, eran también malas noticias.

La directora, se quedo sola en su oficina. Estaba molesta, enfadada con sus incompetentes guardias. Se quedo mirando un cuadro que colgaba de la pared. Era un desierto, de noche. La luna se podía observar, y aunque era una pintura muy sencilla, a ella le tranquilizaba.

Respiró profundo, y bebió un poco de agua que tenía en un vaso de cristal.

Sus ojos color verde olivo, estudiaban su oficina, en busca de algo para calmarse. Sin embargo, ella sabía que nada podría tranquilizarla en esos momentos.

Esa noche, para ella, sería muy larga, no podría descansar por los nervios, ¿En dónde estará? ¿Alguien lo encontró? Y la más importante ¿Seguiría vivo?

A la señorita Wilson, siempre le había gustado tener "juguetes". Sí, esclavos que podría decirse sexuales. Pero, había uno en especial, su favorito de hecho. Él, era el experimento número 34, el que había superado y aguantado todas las pruebas que le habían puesto. Tenía una fuerza de voluntad increíble y su cerebro era digno de estudiarse, y por ello no podían dejarlo escapar. Pero bueno, la incompetencia de los guardias y las habilidades que habían comenzado a desarrollarse después de mucho tiempo, en el cerebro de este experimento, hicieron el trabajo.

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- No, gracias. Sí, estaré bien. Sí mamá, cuídense mucho, okey, yo revisare que todo este en orden. Sí, estaré esperándolos. Sale, adiós.-

Cuando Skyle término de hablar con su madre, fue hacia la cocina y bebió un poco de agua.

Se miró en el reflejo de la ventana. Era un tipo alto, de 1.86m. Sus ojos eran cafés claro y los adornaban unas pestañas largas. Su cabello era corto y castaño, y también lacio. Su piel era algo pálida, y era de complexión entre musculosa y delgada a la vez. El, era guapo; al menos eso decían las chicas de su clase en la escuela. Sacaba buenas notas y era un buen jugador de fútbol americano, y según las chicas del colegio, el mejor partido.

Era el típico mujeriego que va saltando de cama en cama. Era algo egocéntrico y egoísta. Pero esto era de esperarse, sí con tan sólo chasquear los dedos tenía a la chica que quería, tal vez sólo para un rato, pero la tenía.

Acaba de llegar a su casa para pasar el verano, ya que en cuanto terminara, el iría a la universidad.

Su casa era de dos pisos. Estaba hecha de madera clara, y era muy rústica, había dos cuartos en la parte de arriba. En el primer piso, se encontraba la sala, con una televisión plasma y alguna que otra artesanía cara. La casa contaba con grandes ventanas que daban una vista preciosa hacia el campo.

Estaba ubicada cerca de un bosque. Por ello, sus padres (que tenían una situación económica demasiado buena) la compraron.

El sol comenzaba a esconderse, por lo que Skyle creyó que sería buena idea salir al campo a ver el atardecer.

El tiempo transcurría, y la noche había llegado. Pero Skyle no tenía sueño. Sus padres no estaban, era la primera vez que lo dejaban sólo en aquella casa. Así que había decidido investigar un poco el lugar.

Era de locos salir en la noche, pero a él le encantaba la aventura y los retos, además, se dijo así mismo que estaría bien y que no pasaría nada.

Que mal que se equivocó, porque desde esa noche, su vida cambiaría.

Seguía caminando, comenzaba a hacer frío. Al internarse en el bosque, creyó que no era una buena idea pero no hizo caso y siguió adentrandose en el.

Su sorpresa cuando vio un lago, fue enorme; sus padres nunca le habían mencionado esto, así que lo primero que pensó, fue que nadie sabía sobre aquél.

El lago, estaba rodeado de una montaña, y era cristalino, además se veía muy profundo.

Aunque ya hacia frío en ese lugar, el quería nadar un rato, así que comenzó a quitarse la ropa. Apenas había comenzado a quitarse la camisa, cuando escuchó que algo había caído dentro del agua. Ahí fue cuando comenzó a sentir algo de pánico ya que podría ser cualquier cosa. Pero, después de aproximadamente un minuto, una cabeza rojiza se asomó a la superficie.

Skyle no lo pensó dos veces, sí lo dejaba ahí moriría. Aunque el no era de un alma precisamente caritativa, se lanzo sin importar lo que pudiera suceder, ni sí quiera el supo porque lo hizo, simplemente se dejo llevar por el impulso.

>> Segundo capítulo ewe :3 que emoción c: creo que esta algo corto, la verdad no noto sí están largos o cortos, ya que escribo desde el celular. Comenten y compartan, en serio me haría muy feliz saber que esto que estoy haciendo, alguien lo esta leyendo o algo así<3 Saludos, y nos vemos en el siguiente capítulo<<

Experimento #34 (Yaoi-Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora