Cap. IX

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4 semanas después, viernes, 17:00h.

"Plaza céntrica, terracita y cervezas, esto sí que es relajante" – pensó Alba mientras estiraba las piernas en la silla de enfrente, disfrutando del sol que le daba en la cara.

- No sé cómo la gente paga por un spa, teniendo esto – dice Alba sin abrir aún los ojos.

- Anda, tía, pero, ¿qué dices? – le contesta Julia mientras aprovecha también el sol – un spa, con sus chorritos, su agüita calentita...

- Sus toallas usadas por mil personas, sus pipís calentitos, sus duchas compartidas... - la interrumpió Alba.

- Jajajajaja, estás fatal, rubia – dice la morena mientras da un trago a su cerveza – y, ¿cómo están las cosas por HappyLandia?, ¿ha conseguido Joan que le vuelvas a dejar dormir en la cama? – mira a su amiga con una sonrisa.

- ¡Eh!, duerme allí desde hace 2 semanas, por lo menos – se queja Alba con una sonrisa – total, para lo que usa la cama... bien se podría haber quedado en el sofá.

- ¿Problemas en la tribu de los Brady? – pregunta la morena preocupada.

- Psss... discutimos mucho últimamente. Por Marina, que ahora está obsesionada con tatuarse; por el club en el que sí o sí hay que contratar a alguien más...

- ¿Vais a contratar a alguien? – se interesa Julia y mira directamente a su amiga, que está recuperando la vertical para beber de su cerveza.

- Sí, bueno, a mí me gustaría tener más tiempo para terminar la carrera por fin... – dice Alba mientras da vueltas al vaso de cerveza pensativa – no quiero estar poniendo copas para siempre, y cada vez viene más gente...

- Sí, mucha más gente, sobre todo los días que viene Natalia – dice Julia mientras mira atenta la cara de su amiga.

- Joan quiere pedirle que venga toda la semana... otro tema más de discusión, ¿ves? – dice Alba con una sonrisa triste.

- Albi, ¿quieres un consejo? – sin esperar a que su amiga conteste – Habla con ella, no es mala tía. Dale 5 minutos... una cerveza.

- Ni loca, vaya, paso – protesta Alba – esa tía tiene algo que me pone de los nervios.

- Jajajaja – se carcajea Julia – a ti todo te pone de los nervios.

04:56h.

Joan y Alba cierran la puerta del club, ya se han ido todos y la rubia sólo tiene ganas de tirarse en la cama.

- Recógeme con el coche, voy a los contenedores del final de la calle a tirar esta última bolsa de basura y te espero allí – dice Joan mientras se aleja.

Alba se dirige al coche cuando le parece ver un bulto raro tirado en el suelo, entre un coche y una moto enorme. Se acerca despacio, porque es muy asustadiza y de pronto identifica un cuerpo, ve una chaqueta de chándal en tonos azules:

- ¿Natalia?... ¡Nat!, ¡Nat! – se acerca se agacha sobre ella.

- ¡Pero bueno, ¿qué te pasa?! – dice Natalia, girándose sobre sí misma y quedando boca arriba, tumbada en el suelo.

- ¡AAAAHHHH! – grita Alba, que no esperaba que la morena se moviese - ¡ahhh, joder! – se resbala y se cae encima de Natalia, provocando un choque entre sus cabezas.

- ¡Ah, joder, Alba!, qué daño – dice la morena llevándose la mano a la frente.

- ¿Pero qué haces en el suelo? – pregunta mientras mira a Natalia, buscando alguna herida.

La morena sonríe ante la preocupación de Alba y se apoya en los codos para permanecer tumbada en el suelo.

- ¡No tiene gracia, Nat!, ¡me has asustado! – dice muy enfadada.

- Pues creo que me estoy mareando – susurra la morena mientras mira a la rubia a los ojos, cada vez más preocupados – deberías quedarte justo en esa posición un rato más.

Alba aturdida, baja la vista para mirar la postura en la que se encuentran: Natalia esté tumbada en el suelo y ella está sentada a horcajadas sobre su cintura, con las dos manos agarrando la sudadera de la otra, a la altura del ombligo.

- ¡Imbécil!, ¡me has asustado! – alcanza a decir Alba mientras se pone de pie - ¿qué haces tirada en el suelo?

- Hay un gato – le contesta Natalia entre risas, mientras se pone de pie y se sacude el polvo de la ropa – es un cachorro muy pequeñito, le he visto meterse en el motor de este coche al subir a mi moto.

- Ohhh, ¿un gato? – pregunta Alba agachándose a buscarlo.

- Ohh – repite Natalia, imitándola.

- Imbécil – le dice la rubia dándole un golpe en el hombro - ¿crees que saldrá si le damos algo de comer?

- Seguro, tenía pinta de no haber comido en días – responde Natalia.

Alba saca de una de las bolsas que había dejado tiradas por el suelo, una tarrina de paté, la abre y la pone en la acera, junto al coche.

- ¿Te gustan los gatos? – pregunta Natalia, mirando el gesto.

- Ehm... - Alba no está muy segura de querer mantener una conversación, pero contesta – sí, me encantan... pero no podemos tenerlos en casa... Joan es alérgico – "¿por qué sigo hablando?".

- Bueno, si le cogemos, me lo puedo llevar yo a casa – sonríe Natalia.

- Pobre gato, casi le sale más a cuenta no salir de ahí – dice sonriendo también.

- Cuidado, jefa – susurra Natalia acercándose – creo que estás bajando la guardia – justo cuando Alba estaba a punto de contestar indignada, aparece el gato - ¡ey, ya te tengo! – dice Natalia.

El cachorro no debía de tener más de un mes, es gris, con el pelo muy largo y bastante sucio. No paraba de comer de la tarrina que Natalia le sujetaba delante de la cara.

- Bueno, pues aquí está mi nueva compañera de piso – sonríe la morena.

- ¿Cómo sabes que es gata? – pregunta Alba contrariada.

- Las gatas siempre se me han dado bien – Natalia se aleja guiñando el ojo a la rubia, se mete al cachorro debajo de la chaqueta y la cierra con cuidado.

Alba se queda quieta en la acera, mirando como la morena se pone el casco, se sube a la moto y la arranca.

- Hasta mañana...jefa – se despide Natalia con una sonrisa.

"Argggg, pero... qué coraje me da esta tía" – piensa Alba.

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