Cap. L

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- ¿De qué estaban hablando, Nat?, ¿qué has hecho? – pregunta la rubia buscando una respuesta, con los ojos a punto de desbordarse.

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- No sé... quiero decir, no he hecho nada, no sé de qué están hablando – contesta Natalia confusa, mientras busca el teléfono en su riñonera y sus bolsillos – dame un segundo, por favor.

Cuando encuentra el móvil, marca rápidamente y espera que alguien conteste al otro lado, mientras pasea nerviosa por el salón del apartamento. Alba, aún muy confundida, se ha sentado en uno de los sillones con las piernas dobladas y abrazadas a su pecho.

- ¿Alfonso? – pregunta Natalia al teléfono – Alfonso, hay veinte periodistas en mi puerta, tío, ¿qué ha pasado?... sí, ¿y qué tiene que ver eso?... no, no, no...no hagas ningún comunicado, déjalo estar... vale, sí, llámame en cuanto hables con él.

Natalia cuelga el teléfono si se arrodilla delante de Alba, que permanece quieta en el sillón, sin levantar la cabeza.

- Ey... lo siento mucho, no sabía que iban a estar ahí... parece ser que han sacado de contexto unas fotos de una sesión que me hicieron con una actriz... - explica la morena mientras acaricia las piernas de la rubia, intentando calmarla – ella ahora está de promoción porque estrena temporada nueva de su serie y a alguien le ha interesado sacar esas fotos.

- ¿Qué es lo que voy a ver si miro en Twitter ahora mismo? – pregunta Alba.

- Nada romántico, Emma es un encanto, congeniamos muy bien ese día y hemos quedado un par de veces después para dar una vuelta o ir de compras, pero nada más - contesta Natalia – Sabe que tengo pareja, de hecho...

La morena se pone de nuevo de pie y desaparece de la habitación, cuando vuelve trae una cajita en la mano.

- Ella fue la que me ayudó a elegir esto – termina Natalia, entregándosela a la rubia, qué la coge, recelosa – tranquila, aún no es el anillo, esto me ha pillado de improviso y la banda de mariachis y la avioneta que escribe tu nombre en el cielo los tengo contratados para otro día – bromea, intentando relajar la situación.

Alba abre despacio la caja y se encuentra con una especie de llavero grabado, con una de sus pinturas favoritas.

- Es... un llavero – dice Alba confusa.

- Sí, con un cuadro de... ¿Schule? – intenta recordar Natalia.

- Schiele, sí – contesta la rubia que aún sigue mirando el regalo - ¿qué es esto Nat?

- Eso es para que pongas... esto – le responde sacando una llave del bolsillo y mostrándole una sonrisa – sé que es muy pronto y que no habíamos hablado del tema, pero si te apetece, sólo si te apetece, porque no es una obligación... me gustaría que estuvieses más tiempo en casa, vamos, que por mí, como si quieres estar todo el tiempo.

- Esto... yo... - intenta contesta Alba – yo...

- No hace falta que lo decidas ahora, sólo quédate con la llave y úsala cuando quieras.

- Nat, yo... - dice la rubia que cree notar cierta desilusión en los ojos que tiene delante – yo tengo ciertas responsabilidades, no puedo dejar sola a Marina...

- También he pensado eso – le sonríe la morena, sacando otra llave más, en un llavero rosa.

- Ehmm... ¿Hello Kitty? – pregunta Alba observándolo.

- Es para Marina... ella ya me ha dicho que sí – sonríe Natalia.

- ¿En serio?, ¿lo has hablado con mi hermana antes de hablarlo conmigo?, ¿y te ha dicho que sí con esta porquería de llavero? – se ríe la rubia.

- La cosa es quejarse, ¿no? – protesta la morena.

- Ya sabes que sí – Alba tira de la sudadera de Natalia y la acerca a su cara.

- Entonces... - susurra la morena contra sus labios.

- Entonces... lo pensaré – la pica la rubia sonriendo.

- ¿Lo pensarás?... vale, pues te dejo tiempo para que lo pienses – contesta Natalia poniéndose de pie – me voy a dar una ducha y a prepararme para lo de esta noche.

- ¡Oye!, ¿me llevas contigo a la ducha o llamo a Emma y le digo que venga ella? – le dice la rubia, provocando que la otra pare en seco – "joder, me he pasado", piensa mientras Natalia se gira despacio.

- Tranquila, ya la llamo yo – contesta la morena esbozando la más amplia de sus sonrisas, y volviendo a girarse hacia el baño.

- Pero serás hija de puta – grita Alba entre risas, mientras sale corriendo detrás de ella y se lanza a su espalda.

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Esa misma noche, 22:20h.

Justo diez minutos antes de que dé comienzo la gala benéfica, Natalia, Alba y Marina hacen acto de presencia en el gran salón en el que se celebra la cena.

- Bueno, si no queréis venir al photocall, Alfonso os acompaña a la mesa, voy a ser super rápida, lo prometo – explica Natalia.

- Aysss, Albi, por fi, yo quiero ir – suplica Marina.

- No, no, yo ya estoy hasta arriba de cámaras hoy – le responde su hermana.

- Ooohhh, por favor, por favor – lloriquea de nuevo.

- Nat, ¿puede ir ella sola contigo? – pregunta la mayor.

- Sí, claro... ven tú, Marina – contesta la morena, algo preocupada por la situación.

Veinte minutos después, Natalia sigue atendiendo a la prensa mientras que Marina se encuentra encantada frente a los medios. Alfonso y Alba las esperan sentados ya en la mesa.

- Así que... mudanza a Madrid, ¿no? – pregunta el venezolano.

- Sí, eso parece – sonríe la rubia.

- Va a perder el contrato con Dior y va a pagar un cuarto de millón por irse – explica el chico, lo que provoca que ella se gire a mirarle asustada.

- ¡¿Cómo?! – pregunta ella.

- Firmó la renuncia con una sonrisa en los labios – le cuenta él – no sé lo que le haces, pero no tiene nada que ver con la Natalia que conocí hace unos meses... así que, aunque vaya a perder un montón de dinero, gracias.

- Ehm... de nada.

Justo cuando la rubia empieza a dar vueltas a la cabeza, pensando en que quizás se están precipitando y eso va a acabar con la carrera de Natalia, aparecen ella y su hermana por la puerta de la sala. La morena entra seria y levanta la cabeza hasta que se encuentra con los ojos de Alba, lo que la hace soltar el aire y dejar salir una sonrisa.

- Hola, sexi – susurra Natalia dejando un beso suave en los labios de la rubia – te echaba de menos.

- ... Estás preciosa – es lo único que consigue decir Alba.

La rubia pasa el resto de la noche casi sin atender a nada de lo que pasa a su alrededor, sólo está ella. Por primera vez, tiene la sensación de estar exacto en el sitio en el que tiene que estar y en el momento justo.

Y TÚ MÁS | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora