Cap. XXXV

13.9K 508 44
                                    

La mañana siguiente, sábado, 9:47h.

Una especie de crujido despierta a Alba, que se niega a abrir los ojos aún, parece que alguien abre el armario.

- Señor ladrón – dice con voz de recién levantada – las cosas de valor están en la cochera, por favor, déjeme dormir.

Escucha la risa de Natalia más lejos de lo que se esperaba, y se gira para buscarla. Está buscando algo en la cómoda, lleva puesto un pantalón de chándal gigantesco de color negro y una sudadera con capucha a juego, las zapatillas de deporte son muy brillantes, en color turquesa. Alba puede ver cómo varias gotas de sudor resbalan por su piel, empapándole incluso el pelo, que lleva recogido en una coleta alta.

- No te puedo creer – dice la rubia abriendo mucho los ojos - ¿has salido a correr?

- Sólo media hora... - le contesta Natalia con una sonrisa, mientras se acerca a la cama.

- ¡Nat, nos acostamos a las 4 de la mañana! – protesta Alba.

- Lo recuerdo – la morena le muestra una amplia sonrisa mientras levanta las cejas – Buenos días.

Natalia se inclina sobre la cama, y besa a Alba despacio, haciendo que ésta alce las manos para entrelazarlas tras su nuca, acercándola aún más. Dejando escapar un breve gruñido, la morena se retira un poco:

- Tengo que ducharme, huelo fatal.

- No, hueles a Nat – protesta la rubia.

- Pues Nat huele a sobaco – dice, buscando dentro del armario - ¿qué te apetece hacer hoy?

- ¿Hoy?, bueno... - Alba no quería parecer aburrida, pero realmente estaba agotada – esta noche debería ir al club...

- ¿Quieres quedarte en casa y descansar un poco? – propone la morena sonriendo.

La rubia sólo asiente y le devuelve una sonrisa aún mayor, recostándose en la cama y poniendo las manos detrás de su cabeza a modo de almohada.

- Nat, había pensado... - empieza diciendo – que igual esta noche, podrías venir con los chicos al club... y tocar algo conmigo. Hace tiempo que no...

- Vale, luego llamo a María y me autoinvito – contesta la morena quitándose las zapatillas con los pies y cogiendo una muda de ropa limpia.

Alba, que contemplaba cada movimiento de Natalia no puede evitar sonreír ante sus gestos:

- Pareces un niño de 14 años.

- ¿Un niño de 14 años? – pregunta la morena extrañada.

- Así de espaldas, con el chándal y el pelo recogido... – Alba busca su mirada con una sonrisa burlona – eres un niño guapo de 14 años...

- Y eso te... ¿pone? – pregunta la morena.

- Pues... no sabría que decirte, la verdad – responde la rubia juguetona.

Natalia levanta los hombros y se gira en dirección a la puerta del baño, bajo la atenta mirada de Alba. Justo antes de entrar, la morena se baja los pantalones lentamente, dejando ver unas piernas infinitas y bien torneadas. Mira hacia la cama y se encuentra con los ojos de la rubia, recorriendo su cuerpo, momento que aprovecha para quitarse muy despacio la sudadera y la camiseta sudadas, dejando a la vista su piel aún brillante por el deporte.

Ve como Alba se muerde el labio inferior mientras la contempla en ropa interior. Natalia se lleva la mano al pelo, tirando de la gomilla y dejando de caiga desordenado sobre sus hombros. Utiliza una de las manos para peinarlo un poco y colocarlo a un lado. A estas alturas, ya puede ver que la rubia se incorpora rápido en la cama, para poder contemplarla con más detalle.

Y TÚ MÁS | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora