Capítulo III: Encuentro

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Ese 15 de febrero... Se convirtió en largas noches de conversación.

Luego de aceptar la solicitud, me llegó un inesperado "hola", al cual respondí con el mismo saludo.

*Conversación en la pantalla*

- ¿Cómo estás? ¿qué haces?

- Nada en particular. Disculpa, pero ¿nos conocemos?

- Quizá sí, tal vez no.

- Supongo que sacaste mi nombre de la lista de postulantes para el puesto de la empresa.

- Así es. La verdad, es que, antes de conocerte, siento que te quiero.

- ¿De qué estás hablando? Esto es muy rápido, incluso eres un completo desconocido

- Lo sé, pero podemos conocernos. Mi nombre es Gary Hanks.

- Claro, por supuesto. Así dice tu perfil.

- Entonces, ¿aceptarías cenar conmigo?

- Ja, ja, ja. Qué atrevido.

- Hablo en serio.

- Entonces pruébamelo.

- Vale. Te veo a las 7pm, en la biblioteca, cerca a la empresa.

*Se desconectó*

Fin de la conversación

Me quedé anonadada. ¿Quién rayos se creía? tenía un aire altanero, soberbio y arrogante, y eso que no lo había escuchado hablar en persona. Sin embargo, no niego que me despertó cierto interés. Tomé como un reto aquella propuesta, y si él era quien yo creía que es, pues, las cosas se tornarían aun más interesantes.

Miré mi reloj. Eran las 5pm. 

- ¿Qué rayos???????

El maldito solo me había dado dos horas para alistarme. Me quité los zapatos, la blusa, la falta y me metí a la ducha. La encendí. Dejé el agua correr sobre mi cuerpo, y con esta se iban mis preocupaciones. La cerré por un momento, ya que había olvidado lo más importante: la música. Así que tomé mi celular y puse la canción que tanto amaba I never be the same de Camila Cabello.

Luego de unos minutos tras haber soltado miles de gallos, acabé. Me puse mi toalla y miré nuevamente el reloj: 5:45 pm. "Aun estoy a tiempo" pensé.

Subí por las escaleras hacia mi dormitorio. Este espacio lo amaba, pues era mío, donde podía ser libre y nadie me juzgaba. Tomé un vestido negro, ya que no quería llamar la atención. Además, ese color, me traían tantos recuerdos, tantas sensaciones, aunque no entendía por qué...

Me miré al espejo. No era tan mala idea. Ahora solo necesitaba arreglar mi cabello. Con un par de pasadores, le di una vuelta y lo amarré. Naturalmente, los cabellos que se encontraban en la parte superior de mi cabeza se tornaron hacia mi rostro. "Supongo que está bien" me dije a mí misma.

Por último, busqué un par de zapatos, también del mismo color. Me sentía perversa, atrevida, pero bien. Tomé mis llaves, mi bolso y me dirigí hacia el coche. Miré la hora: 6:25 pm. "Bueno, ahí vamos".


Gritos silenciososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora