CAPÍTULO 5

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Lamento la tardanza, perdón por los errores... Disfruten el capítulo

Cap. 5

El día de la boda de Mario y Sparkle llegó; Jennifer estaba en su habitación sin animarse a salir. El día anterior, tanto ella como Robert se habían evitado por tácito acuerdo; ahora ella después de haberse puesto un vestido que le confería un aire de diosa griega, permanecía en la habitación indecisa; no sabía si salir, o quedarse sola allí, escondiéndose del mundo.

Las otras mujeres la habían convencido de que era el adecuado para ella, y si, le sentaba muy bien; caía sobre su cuerpo con suavidad y se ceñía con un cinturón dorado y se sostenía en un solo hombro en un tirante doble, trenzado.

Se había recogido el cabello dejando desnudo su bonito cuello y llevaba un muy delgado collar de oro, con sus pendientes a juego; había sido un regalo de su madre en su último viaje a Volos.

La ceremonia iniciaría en pocos minutos, y ella nada que se animaba a bajar a los jardines; se dijo que si no bajaba, estaría dándole gusto a Robert, ya que de seguro, él si estaría presente y era muy probable que se le amargara la fiesta en cuanto la viera.

Animada por este pensamiento, se dirigió a la puerta; no había ningún motivo para que ella no disfrutara de la boda de Sparkle; fue a la planta baja y de allí a una de las puertas traseras, para llegar al lugar de la boda, por atrás y evitar llamar la atención.

Robert supo que ella estaba en la boda, no bien ella alcanzó uno de los asientos más alejados; era increíble como la buscaba sin proponérselo; ella poseía un magnetismo que le hacía querer verla y buscarla en todo momento. Si tan solo no fuera tan...

Y luego estaba su perfecta apariencia, usara lo que usara quedaba preciosa; y ese vestido que llevaba ese día la hacía ver mucho más hermosa, y claro, también peligrosa para sus sentidos.

Si ella supiera lo que había ocasionado en él con su dichoso trato; desde que supo que lo que ella pedía, era acostarse con él, sus días se habían vuelto extremadamente largos, y sus noches una completa tortura a causa de los pensamientos que lo asaltaban; esto le ocasionaba insomnio, y esto a su vez, aumentaba su irritabilidad.

La ceremonia transcurrió extremadamente larga para Robert y preciosa para Jennifer, que se había dejado distraer de sus problemas; una boda siempre lograba atraer su atención; no tenía remedio, era una creyente soñadora; añoraba todas las cosas que a muchas chicas ya no les atraían.

El hombre soñado, el vestido soñado, la boda soñada... en fin ¿Qué más se podía pedir? Sonreía complacida viéndolo todo, sin importarle Robert; en ese momento él y su odio, estaban perdidos en alguna parte de su mente, que ella prefería dejar inactiva.

La fiesta se llevó a cabo en dos grandes salones, divididos por una puerta enorme, con forma de arco en la parte de arriba. Las parejas se movían al ritmo de la música, disfrutando del momento.

Jennifer veía a las ocho mujeres, que le habían ofrecido su amistad; estaba cada una junto a su esposo, a quienes se les notaba desde lejos, lo mucho que las adoraban. Eran unas suertudos; se merecían esa dicha, pensó; después de todo lo que le habían contado, era maravilloso que fueran tan felices; se lo merecían.

Estaba detenida junto a una columna bebiendo una copa, cuando un hombre elegante y atractivo, se le acercó para invitarla a bailar, pero justo cuando ella iba a responderle, apareció Robert a su lado y sin mostrarse apenado o amable, la tomó de la mano y le dijo al otro hombre

-ella viene conmigo, busca en otra parte – Jennifer lo vio sin poderse creer que hiciera eso

- ¿esto es en serio? ¡por amor a Dios! ¡¿Qué rayos le ocurre doctor Andersen?!

LE APOSTÉ TODO A TU AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora