Título 3 Los primeros años de Caina

13 0 0
                                    


Tenía ya Caina seis años, y se la veía pasar corriendo de un lado a otro por todo el patio de su casa. Crecía rápidamente ante los ojos de su padre y de los trabajadores de la aldea. Era una niña muy viva e inteligente, inquieta y sumamente curiosa, al punto que no se le escapaba el más mínimo detalle de todo lo que veía. Se levantaba cada mañana asomándose siempre por la ventana, dejando que los rayos del sol iluminasen su hermoso rostro. Luego corría a mirar a su padre, que para esa hora solía estar en el corral donde cuidaba sus ovejas, y en donde se escuchaba el griterío proveniente de los coros uniformados de hermosas y obesas ovejas, siempre disponibles para que el pueblo obtuviese de ellas su rica leche, de la que también hacían un delicioso queso. Su cuero y su lana la utilizaban para confeccionar deslumbrantes y hermosos tejidos que abundaban por toda la aldea.

Caina solía jugar llena de emoción dentro del corral, siempre con una tierna y hermosa sonrisa entre sus labios. Entre todas las ovejas había una a la cual tenía especial cariño y llamaba Nube, porque decía que cuando la tocaba sentía como un pedazo de cielo entre sus manos. Contemplando el cielo azul que se elevaba por sobre las montañas le prometía a su oveja que siempre la cuidaría y nunca permitiría que nadie le hiciese ningún mal.

Vivía una infancia totalmente feliz mientras el viejo Barrika miraba con orgullo cómo aquella dulce e inteligente princesa aprendía todo lo que le enseñaba, desde los trabajos del campo, la siembra, la recolección, hasta la caza y la pesca. Ella con gran emoción lo aprendía todo aunque esas tareas solo las realizaban los hombres de la aldea. Para ella era un gran honor y aún más que su padre fuera su maestro, pues lo admiraba profundamente y estaba consciente de que sería la heredera de su reino.

 Para ella era un gran honor y aún más que su padre fuera su maestro, pues lo admiraba profundamente y estaba consciente de que sería la heredera de su reino

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Aunque este sabio anciano nunca fue a las mejores escuelas, podía dar a su hija ricos consejos que la llenaban de conocimientos. Le daba largos discursos en donde le explicaba con detalle todas las tareas que hacía en la montaña. Le hablaba de la importancia de la tierra, sus recursos, cómo trabajarla para obtener sus frutos, de manera que nunca les faltase el alimento. Le recordaba además nunca olvidar que la tierra era una fuente de vida para el ser humano. Le mostraba los frondosos árboles llenos de frutos a la orilla del río. Comenzaba sus sabios discursos recordando lo indispensable de contar con una fuente de sabiduría divina que le permitiese mantenerse firme ante los obstáculos de la vida, enfrentando los problemas con la fuerza que proviene de lo alto. Así como aquellos árboles que serían siempre grandes y frondosos, capaces de dar su fruto a tiempo, le repetía a su hija que así debía ser su vida:

"Procura hija mía alimentar tu vida de la gran sabiduría que proviene de lo alto, porque nunca nos faltará si la pedimos a nuestro Dios, quien nunca la niega a quienes se la procuran"

"Si alguno de vosotros está a falta de sabiduría, que la pida a Dios, que da a todos generosamente y sin echarlo en cara, y se la dará( Santiago 1,5)

"Si alguno de vosotros está a falta de sabiduría, que la pida a Dios, que da a todos generosamente y sin echarlo en cara, y se la dará( Santiago 1,5)

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


CAINA LIBERTADWhere stories live. Discover now