Parte sin título 6 La presentaciòn

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La presentación de Caina Libertad ante los visitantes de la Aldea

Invitaron a los visitantes a participar de la celebración, y ellos aunque no entendían que celebraban, deducían por la emoción que irradiaban que se trataba de un evento muy especial. Les invitaron además a comer, beber y disfrutar de aquellos manjares que deslumbraban la vista de los más hambrientos, y sin pensar comenzaron a disfrutar de aquellas jugosas carnes, hortalizas, bebidas y frutas. Decían que todo era delicioso y que tenía un sabor único jamás saboreado por su paladar. 

En la aldea estaban emocionados de tener personas a quienes llamaban "dioses del más allá", mientras que los visitantes estaban totalmente sorprendidos por todo lo que veían

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En la aldea estaban emocionados de tener personas a quienes llamaban "dioses del más allá", mientras que los visitantes estaban totalmente sorprendidos por todo lo que veían. Al llegar la noche, el cacique Barrika ordenó llamar a su hija junto a Rosa y las otras jóvenes de la aldea para que comenzaran la danza que todos los años le ofrecían como muestra de agradecimiento. Caina Libertad entró al patio, pero cuando comenzaron a bailar se quedó paralizada ante las miradas de aquellos hombres que las observaban. Ellos a su vez apreciaban que la joven del medio era extraordinariamente bella. Comenzaron a decir en coro que nunca habían visto una mujer tan hermosa, y Caina, luego de mirarlos a todos quedó hipnotizada por el color azul de los ojos de uno de aquellos hombres que la miraba fijamente, y que demostraba su asombro ante tan admirable belleza. Ella conectándose a esa mirada que le recordaba el mar y el cielo azul que veía cuando realizaba sus rituales espirituales, comenzó a danzar entre los aplausos y gritos de los habitantes conmovidos cada vez que estas jóvenes se movían, y sobre todo, al ver la heredera al trono, que con una suave sonrisa en sus labios, se balanceaba al son de la hermosa melodía que entonaban sus músicos. Aquel hombre no podía quitar la mirada a la joven Caina, que cuando se movía desprendía su dulce aroma en cada movimiento.

A medida que avanzaba el baile, el hombre de ojos azules no dejaba de repetirse:

"¡Que hermosa eres mujer!, ¡que hermosa eres mujer!"

En ese momento y de improvisto se escuchó un grito que detuvo de inmediato el baile. Era su padre que le decía a Caina:

"¡Caina, Caina, detén tu Danza!"

Cuando todo quedó en silencio tomó su mano derecha y le entregó su lanza, símbolo de mujer guerrera y triunfante, mientras les gritaba a sus visitantes:

"¡Esta es mi hija Caina, la heredera de mi reino, a la que mi Dios coronó de una gran belleza tal que no existiera una más bella entre todas las naciones!, ¡su nombre se pronunciará por todo el universo como Caina Libertad!"

De pronto se escuchó un coro de voces extrañas que provenían de la gran montaña misteriosa con su caída de agua:

"¡Caina, Caina, Caina Libertad!"

En ese momento, el padre escuchando aquellas voces, exclamó:

"¡Así te llamarán todos tus hijos, desearán tu libertad y no tu esclavitud! ¡Pido al Señor de los cielos que permita romper el yugo de tus cadenas, que puedas escapar de las manos de quienes te roban tu dignidad y tus riquezas para que tus hijos no se conviertan en esclavos!"

Y dándole un beso en su frente se inclinó a sus pies, despidiendo su hija a su cuarto, pero ella, que aún no entendía lo que sucedía esa noche, llevando su mano a su corazón dejó que unas lágrimas descendieran por sus mejillas y metiéndose en su cama se despidió esa noche hasta el amanecer del día siguiente.


"Para ser libres nos libertó Cristo. Manteneos, pues, firmes y no os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud." (Gálatas 5,1)

"Porque, hermanos, habéis sido llamados a la libertad; solo que no toméis de esa libertad pretexto para la carne; antes al contrario, servíos por amor los unos a los otros." (Gálatas 5,13)

© Copyright 2016 por Mary Jeanne Sanchez Viloria

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