Cada vez que Caina Libertad celebraba su cumpleaños, lo hacía con una alegría que contagiaba a todos en la aldea. Para su cumpleaños número diecisiete, comenzó a hacer los preparativos involucrando a todos los habitantes. Ya que era un momento ideal para agradecer a su padre todo lo que hacía por ella, acostumbraba dedicarle una danza junto con su mejor amiga Rosa y otras jóvenes de la aldea. El viejo Barrika estaba orgulloso de criar una hija obediente, luchadora, respetuosa, en el armonioso ambiente en que vivían, recordando siempre la promesa que hizo cuando la tuvo por primera vez en sus brazos, cuando en llanto gritaba:
"¡Yo te cuidaré y velaré por ti hasta que así lo decida el universo!"
Cuando todos celebraban y bailaban fueron interrumpidos por los gritos del indio Auyán, que corría velozmente por las montañas hasta llegar al patio donde se celebraba la fiesta. Con gritos de urgencia y voz entrecortada exclamaba:
"¡Mi jefe, mi jefe, venga rápido que están llegando unos forasteros a nuestra tierra! ¡Son como monstruos enormes que portan extrañas vestiduras y están armados hasta los dientes! ¡Será que el Dios de la montaña ha enviado al castigador de nuestros pecados para matarnos a todos, porque le hemos desobedecido mirando la misteriosa montaña con su gran caída de agua!"
En ese momento todo se paralizó y se sintió un largo silencio mientras miraban hacia el horizonte. Se podía ver una barca con más de veinte personas que bajaban caminando hacia la aldea. Una brisa helada agudizó el terror que sentían, pero el jefe Barrika, cuyo carácter nunca flaqueaba gritó a su pueblo:
"¡No teman! ¡No deben tener miedo!, ¡preparemos nuestros arcos y esperemos a que lleguen!"
Entonces todos se prepararon formando un muro de hombres cuyas flechas apuntaban directamente a aquellos que venían a su encuentro. Ellos sabían sin embargo, que poco podían hacer sus flechas contra las armas de aquellos hombres vestidos de manera tan extraña. Aún así, su jefe Barrika los mantenía firmemente unidos y animados, ya que su fe y fortaleza jamás lo abandonaban incluso en las situaciones más difíciles.
"No temas, que contigo estoy yo; no receles, que yo soy tu Dios. Yo te he robustecido y te he ayudado, y te tengo asido con mi diestra justiciera." (Isaías 41,10)
De esta manera, esperaban que se acercaran aquellos a los que el indio Auyán denominó "monstruos enormes", sin flaquear ni un momento, ni bajar sus arcos.
Del grupo de los veinte salió su líder, un hombre alto, de ojos azules elegantemente vestido. Este hombre entendió inmediatamente que Barrika era el líder de la aldea, y lo llamó "el cacique". Observó la fortaleza de aquel cacique de barba larga y baja estatura al frente de un pueblo que, aunque con pocas armas, le hacía sentir como si estuviese frente a un gran ejercito adiestrado para el combate. Un sentimiento de pánico le atravesó en ese momento el corazón y a pesar de estar armado con sus mejores herramientas de combate, comenzó a gritar con voz fuerte a su propia gente, refiriéndose a Barrika:
"¡Este es David!, ¡este es David!"
Y así, no pudo menos que inclinarse ante aquel viejo semidesnudo, cuya barba reflejaba la sabiduría de sus años de experiencia. En ese momento, el resto de los forasteros, al ver que su líder se derretía como mantequilla en un inmenso sartén hirviente, comenzaron a reírse a carcajadas, burlándose de su jefe, y convirtiendo todo en un gran alboroto que terminó por crear un momento cómico y gracioso.
El viejo Barrika, que había entendido todo con claridad, comenzó a reír contagiando también a su gente. De esta manera, no le quedó otra alternativa al bando visitante, que inclinarse ante aquel humilde pueblo, pero observando al mismo tiempo las grandes riquezas naturales que los rodeaban. Se despertó en ellos la ambición de aquellos monstruos gigantes que siempre están prestos a devorar a quienes cruzan por su camino.
Así fue el caso de David, un pastor humilde que pudo matar al poderoso Goliat, un guerrero de tres metros de alto que portaba pesadas armaduras de bronce que pesaban más de sesenta kilos. A pesar de estar tan bien armado, David, con solo su fonda y una piedra, le dio muerte. David con la sabiduría de Dios y su gran confianza, le puso fin al terrible Goliat.
"Dijo David al filisteo: «Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo voy contra ti en nombre de Yahveh, Dios de los ejércitos de Israel, a los que has desafiado. Hoy mismo te entrega Yahveh en mis manos, te mataré y te cortaré la cabeza y entregaré hoy mismo tu cadáver y los cadáveres del ejército filisteo a las aves del cielo y a las fieras de la tierra, y sabrá toda la tierra que hay Dios para Israel. Y toda esta asamblea sabrá que no por la espada ni por la lanza salva Yahveh, porque de Yahveh es el combate y os entrega en nuestras manos." (1 Samuel 17-45-47)
© Copyright 2016 por Mary Jeanne Sanchez Viloria
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CAINA LIBERTAD
Ficção CientíficaCaina Libertad narra la historia de una princesa indígena de extraordinaria belleza, inteligente y aguerrida, que en tiempos del descubrimiento de América tendrá que enfrentar diferentes problemas y desafíos en su camino hacia la adoración del Dios...