Me encontraba en una esquina de la habitación sumergida en mis pensamientos, la luz de las antorchas se filtraba tenuemente por el margen de la ventana. Eran las 3 a.m. pasadas y ese día sería mi cumpleaños número dieciocho en ese estúpido internado ¡qué alegría seguir siendo esclava de las estúpidas reglas! nótese el sarcasmo. Hoy no lograba conciliar el sueño por lo que me miraba en mi peineta con espejo en el respaldo con la poca luz que me daban las antorchas, observo mis profundas ojeras debido a la hora y ese mirar característico en mí, inexpresiva: me define en totalidad, mis ojos me gustaban mucho, no decían mucho de mí, al contrario, era una profunda miraba que te llevaba a la nada, pero muy en el fondo de estos se escondía mi alma, aislada en una caverna, junto a mi corazón, secretos, sueños y anhelos; mis labios gruesos y rosados, que podrían hacerte pedazos con solo unas palabras, tenía esa mala costumbre de hablar y herir al instante, mi larga melena un tanto rebelde descontrolada, indomable; castaño claro me daba a la cintura, daba a juego con mi personalidad, me consideraba una chica atractiva, estaba segura de ello, no necesitaba que alguien del sexo opuesto me lo dijera. Nunca había cruzado palabras con un hombre, dado el hecho de pasar casi toda mi vida aquí, literal. No necesitaba de eso para darlo por sentado, no necesito de hombres para sentirme hermosa.
Deseaba sentirme libre y actuar por mi propia cuenta fuera de este lugar, desde que tengo memoria sólo recuerdo estar tras los muros de este monasterio. Nunca antes había estado fuera, lo poco que sabía de mí era que fui traída por un monaguillo y criada por las directrices de este internado, aquí se reciben jovencitas desde los 8 años, pero al parecer fui la excepción. Sufrí un grave golpe pero no letal, en la parte trasera de mi cráneo y quede en blanco desde los 5 años no recuerdo absolutamente nada, cómo si me hubiesen sacado y botado la cinta de mi corta vida hasta ese tiempo, en cuanto hice preguntas a esas mujeres extrañas que nunca había visto me lo explicaron todo, y bueno, salir de aquí más que una necesidad se ha vuelto mi objetivo.
¡Holaaa!
Chicos, agradecería si me dejaran comentarios si les ha gustado o qué les gustaría que añadiera, estaría genial. Tengo muchas ideas y sorpresas para esta historia así que sería un gusto para mi que me acompañaran hasta el final. ¡Un comentario será de gran motivación!
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Mikaiyáh: príncipe inmortal.
VampireFela, es una joven francesa del siglo xvlll. Una chica huerfana que no recuerda absolutamente nada antes de sus 5 años de edad, vivió gran parte de su vida en un internado femenino de Borgoña, ahí llevaba una vida normal cómo cualquier otra chica. E...