7. Rechazo de la tierra.

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Caminamos en completo silencio detrás de la silueta de Otylia y miro el entorno de la media madrugada, solo se escuchan los animales nocturnos y por encima de los muros se ven las copas de los altos arboles del bosque donde se posan lechuzas con enormes ojos saltones. El viento sopla fuerte, escucho el sonido de mi agitada respiración y el sonido que hacen mis zapatillas contra el húmedo pasto y agarro más fuerte la mano de mi amiga mientras seguimos a Otylia, llegamos a la torre de cocina y la veo parar para voltearse.

-Saldremos por la puerta trasera de esta torre, da una salida hacia el bosque con un sendero hacia el pueblo y allí las informare de lo que sé que está pasando. -dice ella mirándome seriamente.- Toma, Fela.- me extiende un sobre.

-¿Qué es esto?-. Pregunto intrigada.

-En algún momento tendremos que separarnos y es solo un mapa que hice de Borgoña, y cerca hay un poblado donde vive una persona de confianza que conozco, y pueden ayudarlas.


Margisia y yo asentimos, por lo que Otylia procede a seguir y entramos en completo silencio yo aún sigo apretando la mano de mi amiga y pronto dejamos de sentir los pasos de Otylia y yo aprieto la mano de Margisia cuando escucho algo caerse del otro lado de la sala.

-S-Señorita Otylia...-llama mi amiga y en su voz hay nerviosismo.

-Espera.- le digo sacando una velita y algunos cerillos que recuerdo haber metido en mi bolsillo.


Cuando logro encender la vela veo a la señorita Otylia de espaldas a nosotras y me tranquilizo pero luego abro los ojos cuando es alzada por alguien que la sostiene del cuello y el agarre es tan fuerte que de su cuello sale sangre así como de su boca, ojos y orejas. Veo la silueta de Rahel desfigurada con la boca bien abierta de esta sale una delgada y escamosa lengua que lame las aberturas del cuerpo para luego enterrar en la piel de su cuello dos largos y filosos colmillos que se deslizan a ambos costados de su boca, muerde con tanta fuerza que la cabeza se separa del cuerpo y lo deja completamente seco. Mi piel se eriza y siento tensarme, la mano de mi amiga aprieta la mía y escucho una agitada respiración junto con el titiritar de dientes, no puedo hablar ni moverme, me es imposible, cuando la criatura termina su tenebroso acto dirige sus ojos hacía nosotras en estos se refleja la llama de le vela que sostengo en mis manos y no veo vida en esos ojos carmesí que nos miran abiertos y con una sonrisa burlona y en medio de un pestañear ya la tengo en frente y sopla la vela, y suelta una carcajada antes de alejarse dando vueltas por todo el lugar cómo si se tratase de un tornado, la luz de la luna que se filtra por las ventanas siendo nuestro único consuelo.



-¿Ves cómo te dije que terminarías pidiendo clemencia, mi querida Fela?-dice ella en medio de risotadas cínicas acercándose a mí y tomándome por el cuello.- Ahora, entrégame lo que me pertenece.

-¿De qué estas hablando? no sé de qué hablas.- digo con espanto e intentando zafarme de su agarre.

-¡Deja de hacerte, Fela Hellsing! Vengo buscando lo que el Ades exige, eso que tienes le pertenece a mi amo.

-¡No se dé qué hablas, ya déjanos en paz, adefesio de las tinieblas! - en un acto de reflejo tomo mi estaca y la entierro en el cuello de Rahel con fuerza.


Me siento motivada por algo a correr y agarro la mano de mi amiga y dejamos atrás a Rahel gritando de dolor saliendo fuera de la cocina y nos dirigimos al bosque dónde se encuentran un par de caballos supongo alistados por Otylia y no lo pienso más, me subo y salimos sin rumbo, solo espero ir muy lejos de aquí.



Cuando veo el pueblo aproximarse recuerdo el mapa que nos dio Otylia. Busco dentro de mi túnica, lo tomo y lo abro, veo muy cerca un punto que Otylia resalto para nosotras en caso de que nos separáramos; ella veía venir su muerte ahora entiendo porqué nos preparó este mapa.


Ya han pasado algunas horas desde que salimos del internado y veo a mi amiga exhausta, pálida y muy ojerosa y de un momento a otro la veo desmayarse.


-¡Mierda! -Me bajo del caballo a auxiliar a mi amiga ella sostiene una mano firme en su cuello y veo las telarañas por debajo de su piel ahora azules y la veo abrir sus ojos.


-Diablos, duele que te cagas.-dice en un susurro y sonrió para mis adentros al ver que aún tiene humor en un momento así.


-¿Puedes continuar cabalgando?


-He soportado peores cosas.- dice sonriendo.


Ambas sonreímos y la ayudo a subirse en el caballo y continuamos por el camino a nuestro destino.


Mikaiyáh: príncipe inmortal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora