Capítulo 9

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85 días princesa. 85 días desde que te marchaste y por más que lo intentado no he sentido nada.

Hoy he ido a casa, pero seguías sin estar allí, y es cuando me he dado cuenta que un hogar no es un hogar sin las personas que lo convierten en un hogar. Pero sin embargo la casa no estaba vacía.

-          Silvia

-          Hola Luke

-          ¿Qué haces aquí?

-          Realmente no lo sé. Supongo que sentía que necesitaba estar cerca de mi hermana.

-          Yo también necesito sentirla cerca.

-          La querías de verdad ¿no?

-          Hubiese dado mi vida por la suya.

-          ¿Puedo hacerte una pregunta?

-          Adelante.

-          ¿Por qué ella? Quiero decir, ¿Qué tenía mi hermana de especial? Todo el mundo parecía que sentía una especie de atracción arrastrante hacía ella. A todo el mundo le caía bien, le parecía guapa. Era perfecta.

-          Tú te pareces mucho a ella.

-          Y entonces ¿Por qué la elegiste a ella?

La miré, y se me pareció tanto a ti… Tenía tus mismos ojos, esos ojos color chocolate que me habían enamorado, esos labios que ya me conocía a la perfección y que nunca me hubiese cansado de besar. Y en ese momento dejé de ver a tu hermana y te vi a ti.

Me mirabas con los ojos llenos de rabia y de dolor. Yo solo quería calmar ese dolor, y te besé.

Pero en el mismo momento que te besaba y me devolvías el beso me di cuenta de que esos labios que estaba besando no eran los tuyos, que tus ojos no tenían ese brillo porque simplemente podían ser idénticos pero nunca serían iguales. Me di cuenta de que no eras tu y nunca serías tu, y me separé.

-          Silvia…

-          Lo siento Luke, yo solo quería saber que tenías de especial. ¿Sabes? Es muy duro vivir a la sombra de la niña perfecta, la que todo el mundo prefiere y que simpre lo hace todo bien. Sabes que nunca vas a ser mejor que ella, ni siquiera le importas al mundo. Excepto a esa persona. Mi hermana si que me tenía en cuenta, era mi único apoyo cuando todo el mundo me fallaba. Era la única que siempre había estado allí, hasta que llegaste tu.

-          Silvia yo…

-          También desaparecí de su vida por tu culpa, y te desprecié por ello. Pero la hacías feliz, a la única persona por la que de verdad me sentía querida y te empecé a apreciar, hasta que me enamoré de ti. Pero tu también la preferiste a ella, como hacía todo el mundo. Y aun así no puedo odiarla, y eso me hace odiarme a mi misma

Bajó la carita, esa que me recordaba tanto a ti, pero que la a vez es tan jodidamente diferente.

-          Silvia, escúchame ¿vale? No sé porque me enamoré de tu hermana. Simplemente lo hice. Yo tampoco tenía previsto enamorarme de ella, ni de nadie. Pero es cierto, tenía algo que hacía que las personas que la rodeaban quisiesen estar cerca suya, pero ella no se daba cuenta. Tu hermana me cambió. Me enseño que los días se pueden hacer cortos y que los segundos se pueden hacer eternos, porque ella era mi medida de tiempo. Puede que no fuese su primero, su único o su último. Me enseñó que estuvo enamorada antes de mi, y que quizá podría volverse a enamorar, pero si me amaba en ese momento ¿Qué mas daba? Me enseñó que no era perfecta aunque yo la viese así, que yo tampoco lo era y que nunca seríamos perfectos juntos. Pero también me enseñó a reir, a pensarme las cosas dos veces y a admitir que soy humano y los humanos cometemos errores. Así que me aferré a ella e intenté darle todo lo que pude, porque me enseñó a amar. Puede que ella no pensase en mi cada segundo del día como yo lo hacía, pero me dio una cosa que sabía que en cualquier momento podía haber roto, y quizá en algún momento lastimé sin darme cuenta, su corazón. Así que intente no hacerla daño, no cambié ni quise cambiar su forma de ser, no la juzgué y no esperé más de lo que podía darme, porque sentía que no me merecía nada de lo que ella me estaba dando. Al fin y al cabo yo era un muñeco roto que rompía todo lo que tocaba y que ella arregló con solo una de sus sonrisas. Un muñeco al que poco a poco y paso a paso enseñó a no hacer daño a la gente que le rodeaba. Un muñeco que, como si de un niño pequeño se tratase, le enseño a vivir de otra manera. Así que sonreí cada vez que ella me hizo feliz, le hice saber lo que me enfadaba de ella y ahora que no está aquí, la extraño con toda mi vida. Así que no me preguntes que me hizo fijarme en tu hermana porque no sabría decírtelo, pero tengo bastante claro porque me enamoré de ella, y fue porque ella fue la única persona capaz de hacerme sentir algo que no fuese frio en mi interior.

-          Lo siento Luke.

Me dejé abrazar por Silvia, pero esos tampoco serían nunca tus brazos, porque podríais pareceros, pero nunca seríais la misma persona.

Después de ese abrazo, se marchó llevándose con ella una foto en la que salíais las dos juntas y que había tenido todo el rato entre sus manos.

Me volvía quedar solo en esa casa, llena de recuerdos, y es que dicen que si un día hubo un amor, quedarán recuerdos.

Pensé en mi por unos segundos. ¿Qué pasaba conmigo ahora, princesa? Había besado a otra persona y solo había sentido frío.

No necesitaba a nadie mas que no fueses tu. Necesitaba tus manos sobre las mías, acariciando tu cuerpo. Necesita una de tus sonrisas y a tus labios diciendo que todo va a salir bien. Pero, ¿Cómo va a salir bien algo que no tiene solución?

Han pasado 85 días, y estoy peor que nunca.

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Chicas esto ya se esta acabando, de echo queda un capítulo mas y el epilogo para que se acabe. Espero que os esté gustando.

Un kiss

3 años contigo, 99 días sin ti. - Luke HemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora