Tomaba mi chaqueta del perchero de mi habitación, me eché un último vistazo en el espejo y sonreí satisfecha de mi apariencia. Un short alto color negro, acompañado de un top perla y unas botas del mismo color que mi short. Llevaba un maquillaje cargado en mis ojos de aspecto ahumado y mi cabello sobre caía ondulado en mi cintura.
Desenchufé mi teléfono celular y bajé al primer piso donde los chicos me esperaban.
-Ya me voy- avisé a mi madre que se encontraba en la cocina.
-¿Dónde estarás?- asomó su cabeza por el umbral de la puerta.
-La fiesta será en casa de Gabriela- expliqué.
-¿A qué horas llegas?- su interrogatorio comenzaba.
-No lo sé- respondí algo irritada.
-Si no sabes, seré yo quien te de el horario- advirtió y rodee los ojos.
-Antes de las tres estoy aquí- bufé.
En tres zancadas se encontraba sobre mí y depositó un enorme beso sobre mi frente.
-Ten mucho cuidado, te amo- sonrió y su mirada se dirigió a mis amigos que se encontraban a mi costado- Tengan cuidado, no dejen que beba mucho ¿entendido?- los señaló y ellos asintieron riendo.
Una vez fuera de casa subimos a la camioneta del amigo de Jason, tomé uno de los asientos trasero y sólo parecía que hacía un mal tercio.
Revisé mi celular para distraerme mientras llegábamos a nuestro destino, deslicé mi panel de notificaciones y veía con desinterés al notar que Dahyan no me había escrito.
Es cinismo, lo sé, no puedo esperar a que el chico me hable cuando lo he dejado tirado a mitad de la calle. Pero había hecho cualquier cosa para llamar su atención, había subido cualquier tipo de indirectas y fotos en donde me veía extremadamente sexy y no se dignó a responderme.
Son tácticas que siempre funcionan, maldición.
-Llegamos bebés- La voz de Jason me sacó de mis pensamientos y volviendo a la realidad me bajé del auto.
La música estaba tan alta que aturdía un poco, incluso desde las afueras del porche de la casa de mi amiga se veían cuerpos adolescentes por doquier.
-¿No éramos sólo unos cuántos?- preguntó un poco fastidiado el acompañante de mi amigo.
-Se suponía, pero Gabriela nunca para de sorprendernos- Jason se encogió de hombros.
-Entremos, no vinimos para admirar desde aquí afuera- bromeé y seguí adelante para darles su propio espacio.
Trataba de pasar en medio de los demás, la casa de Gabriela era realmente enorme, en su sala principal había una que otra pareja bailando, atravesando hacia el comedor estaban los que fumaban hierba y no pude evitar abrir mis ojos como platos al notar a Janeth junto a Chuck fumando, negué levemente la cabeza riendo un poco y me dirigí al pequeño minibar que se hallaba cerca a la cocina.
-¿Qué tienes Brian?- le pregunté casi gritando a mi compañero de laboratorio quien era en estos momentos el barman de la fiesta.
-Tequila, vodka, cerveza... ah y el padre de Gabriela ha decidido darnos un par de Buchanan's- me guiñó el ojo mientras sujetaba la costosa botella como si fuera un trofeo y reí.
-Prepárame un cóctel por fa.
-¿Elehia tomando algo suave?- alzó su ceja derecha con cara de asombro.
- Debo estar antes de las 3 en casa- expliqué con cara de pocos amigos.
-¿Tú madre nuevamente te está fastidiando?.
-¿Cómo es posible que te cuente mi vida?- reí mientras me pasaba mi bebida.
-Lo haces cada vez que estamos en clase, claro mientras yo hago todo el trabajo- se encogió de hombros divertido con la situación.
-¿Haz visto a las chicas?- sorbeé mi bebida.
-Gabriela estaba unos minutos antes que llegaras sacando a las parejas de su habitación que intentan fornicar sobre su cama- rió e hice cara de asco cómo respuesta.
-Iré a buscarla- me levanté de la silla y caminé hacia las escaleras aún con el cóctel en mi mano.
Subí a la segunda planta en busca de mi amiga, pero la poca iluminación del lugar más la multitud de personas no eran de mucha ayuda.
Sonaba Rolling in the beat mientras las luces parpadeaban entre el pasillo, había menos gente que en la planta de abajo y de no ser por la vibración que sentí en el bolsillo trasero de mi short no me daría cuenta que estaba recibiendo una llamada.
—-Jason llamada entrante—-
-¿Dime?- contesté- espera... ¡NO TE ESCUCHO!- grité por encima de la música.
Golpeé un par de cuerpos más mientras trataba de llegar a una de las habitaciones.
Un poco atosigada, estresada y mareada por el olor a hierva había logrado llegar, giré la perilla sin pensarlo dos veces y en el momento en que abrí la puerta sólo quedé paralizada, y en la misma velocidad en que había logrado entrar a la habitación salí, cancelando la llamada de Jason y bajando con rapidez hacia el primer piso.
Mierda.
Mierda.
Y más mierda.
Me encontraba a escasos metros de la puerta hasta que alguien me tomó del brazo.
-Oye te estábamos buscando- Bella me sonrió de oreja a oreja y aprovechó saludarme plantándome un beso en la mejilla.
-Si... también llevaba tiempo buscándolos- le sonreí.
Vi a lo lejos a Gabriela junto a Jason que se acercaban a nuestra dirección.
-Hasta que te encuentro- la castaña suspiró y me abrazó.
-¿Preparados para el desorden?- Bella jugueteó con sus cejas.
-No puedo, la madre de Elehia ha dicho que debo cuidarla y nada más le ha dado permiso hasta...
Mi mano se dirigió de inmediato a la boca de Jason y mi voz lo interrumpió de enseguida:
-¡Hay que arrasar con toda la barra!.
Todos gritaron de alegría formando el alboroto.
Y así comenzaba la noche; cuatro amigos unidos por el alcohol disfrutaban locamente de la compañía del otro, reíamos con fuerza, bailábamos al ritmo de la música y nos divertíamos juntos. Cuatro adolescentes totalmente diferentes, el gay aún no salido del closet, la Virgen alocada por adaptación, la amiga incondicional de todos y la rubia que era mucho más que unas pestañas postizas y uñas acrílicas.
Por esa noche nos habíamos tomado el tiempo libre y sólo estábamos siendo nosotros, sólo cuatro adolescentes como el resto.
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Casualmente.
Teen FictionAveces las mejores cosas suelen ser efímeras. Como el cometa Halley lo ves dos veces en tu vida y sólo dura cuestión de segundos.