El Pacto de los cuervos.

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Para  hablar de  Agatha tendría  que  describir  su  físico, ya  que  su  forma  de  ser,  se  escapa  por  completo  a  los  recuerdos  que tengo  de  ella. Era  alta, delgada, piel muy blanca, pelo  ondulado, ojos  claros,  cuando  se  colocaba  sus  lentes  de contacto. De  pequeños  atributos, refiriéndome  a  su  pecho,  pero de  agraciada  silueta, Las  pecas  de  su  cara terminaban   de  colmar  lo  atractivo  de  su  físico  .

  Conocí  a Agatha  en la  escuela  de  idiomas  de  la  Universidad. En  aquella época contaba  con su  novio,  entre  esas  amistades  que  se  tienen  cuando  estudias, luego pasa  el  tiempo,  te olvidas  como  es,  y  cuando te  lo encuentras,  es  como  quien  ve  a un  borracho  en la  calle,  pero  no  es  sobre  las  amistades,  el tema  central  de  este  relato, si no una  de   mis  pocas  experiencias  en materia  de  parejas, y perdonen  si  este  fragmento  de  mi  diario,  parece un  relato, pero  es  que  así  se me  hace  más  fácil  expresarme  de manera  escrita. Decía,  yo  que conocí a  Agatha  de  la  escuela  de idiomas, pues  bien, un  día    saliendo  de  clases,  veo  a  Agatha,  sentada  en la  mesa  de ping póng, llevaba una minifalda  gris,  de  esas  que  con  sólo  dar  la  vuelta  se  levanta,  tenía una lata  de  refresco  al  lado,  y  yo  me  acerqué  a  hablar  con  ella,  tenía  los  pies  cruzados,   y  yo  me  quedé  viéndola  por  largo  rato. Algo  en  el rictus  de  su cara,  delataba  su  estado  de  ánimo, seguramente  se había  peleado con  el  novio La  miré  largamente, y  me  acerqué, para  hablarle  un  rato  -¿Ves  algo  que  te guste? -Aparte  de  ti, No. No  supo  que  decir,  así  que  volteo  la  cara. -¿En qué piensas? -Yo,  en lo que  haría  si  en  este momento fueras mi pareja. Se me quedó  viendo, con picardía. -¿y qué harías? -¿De  verdad quieres  saber?  Dije  yo,  y  voltee  la  cabeza  hacia  el lado contrario  al  de  ella -Sí. Pero  no  pude  hacer  nada, ya  que  se  fue  cuando  su  novio  se  aproximaba   hacia  donde  estábamos  nosotros.  Y  para no  discordar, me fui  también, con  el  pretexto  de  que  necesitaba  hablar  con  la  profesora. Me fui  rumbo  a  mi  casa. Pasaron  tres  días, y nada había  cambiado  entre Agatha y  su  novio,  la  volví  a ver  en la  misma  situación,  ella  sentada  en la  mesa  de ping póng, pero  poéticamente  hablando,  la  esperanza  de  que  yo  hiciera  algo, era una promesa  que  se  sostenía  en el  aire,  y  finalmente  lo hice: -¿Por fin  sabes  lo que harás  si  fueras  mi  pareja? -Sí Acto  seguido  coloqué  mis manos   sobre  sus  piernas, y  las  fui  subiendo muy lentamente, mientras   fijaba  mi  vista  en  ella  hasta que mis manos llegaron  a  estar  debajo  de su falda. La  vi  sonrojarse, hasta  que me dijo -¿Sólo  eso? -.¿Quieres  que haga algo más? Y con los pulgares  hice  una  pequeña  presión  entre  sus piernas. Se  ruborizó  un  poco,    seguí apretando,  hasta  que  ella  soltó  un  grito  mostrando  que  aquello le  gustaba. Pensé  en parar, pero  sentí  algo  extraño, jamás había  tenido  esa experiencia  con una  mujer,  y  siendo  presa  fácil  de  la  curiosidad,  seguí haciéndolo, y los gemidos  se habían vuelto mas fuertes  hasta  que  decidí  apagar  su  voz, y  coloque  mi  boca  pegada  a la suya,  sin siquiera  besarla -¿Por qué hiciste  eso? -¿Quieres  que  me  detenga? Y  comencé  a  sacar las  manos  de debajo  de  su  falda -¿Por qué  pusiste  tu boca  sobre la mía, sin besarme? -Es  para  que  no  sepan lo  que  estamos haciendo. En  aquel momento  ese  era  mi mayor temor  que  quienes  estaban  ahí  supieran lo   que  estaba pasando. -Si querías  eso, entonces  sólo  tenias que besarme, Y lo hice,  volví  a  poner  mis  manos  debajo  de  su  falda, pero  no  moví  los  dedos, me  gustó  entretenerme  con sus  labios. Cuando la  dejé  de besar,  sintiendo  que  su voz  se  quebraba  por  agotamiento  me  preguntó  si   quería  ser  su  pareja, le  dije que  sí. - Pero ¿y  que pasa  con tu novio? -No te preocupes por  él,  te  diré  algo, cuando comenzamos   nuestro noviazgo, yo  era  la otra. Víctima  de  la  emoción,  comencé  a  besarla,  y  a riesgo  de  caer  en lo  erótico,  diré  que  de  su  boca  pasé  al  cuello,  levantaba  la  cabeza,  y  yo  seguía  con lo  que  estaba haciendo, hasta  que   me  detuve -¿Estás  excitada? -¿Y tú qué crees? -No  sé,  es la primera vez  que le  hago  eso a una  mujer. -¿En serio nunca  se lo has hecho  a ninguna mujer? -En serio,  ella  se  rió  burlonamente,  y  yo  sentí  eso  que  llaman  estupidez,   la  sentí pesada  sobre mi  cabeza y hombros -No te  molestes, sí estoy  excitada,  bueno… un poco. A partir  de  ese  momento  me  volví  la  pareja  de  Agatha.  Los  días  siguientes  a  ese transcurrieron con normalidad.  No  había  visto  a  Agatha y  a  su novio, hasta  que  los  vi  besándose  debajo  del  arco,  cuando  yo  salía  de la  estación  de  metro. ¿Era  yo  su  novia, o  su  amante? Me  escondí para  que  no  me  vieran, quería  agarrar  a Agatha   cuando estuviera sola. Tuve tal  oportunidad, en el baño  de mujeres, cuando  finalmente  me  lo aclaró  todo,  yo  era  la  sal que le faltaba a  su  relación, me explicó  los problemas por los  que estaba pasando  con su novio.  Después  de  eso no volví  a hablar con ella, hasta  que, bueno accedí a ser “la otra”. En  ocasiones, me  besaba  solamente con su novio, en otras  con  ella, y a veces  nos  besábamos los tres,  pero  eso  no me gustó,  así  que cuando  quería  estar  con Agatha, procuraba  que  fuera cuando  estuviera sola.  Después  de todo,  así  lo habíamos pactado  entre  los tres, y  ellos  habían hecho  ese  pacto. Mucho antes, pasados  unos  días,  mi  padre  y  yo, les  dimos  la  cola   a  Agatha y  a su novio, dijo  que  le  gustaría tener  una  pareja con  carro,   miré  por  el  espejo  a mi  amigo  y le dije  ya  sabes lo que tienes que  hacer. El pana  rió,  y  dijo  de pana. No  me  gustó  ese  comentario, la mostró como una  mujer  interesada, y  eso  a mi  no  me gusta. Agatha  se  mostraba  distante  hacia  mí,  me  esquivaba, no quería nada  conmigo. Por más que le  exigía una explicación,  ella simplemente  se  hacia la  loca,  y se me  insinuaba,  pero  la  dejé, la mandé  al  carajo, simplemente  ya no me importaba más, ni  ella  ni su novio- Ahora  que  recuerdo  el día, en que  toqué por  primera vez la  piel  de una mujer, que no  sea  la mía, me  recuerdo  de  mi  primera   experiencia  carnal, que  terminó  debajo  de las  sabanas, Pero no  estoy  bien para hablar del  tema.

Ya han pasado más  de tres  años  desde que  nos graduamos,  y  no volví   a saber  nada  de Agatha hasta  hace  tres  horas, que volví  de su funeral, motivo  por  el cual, me  dedico  a  escribir   estas páginas, para  poder  recordarla.

☯lesbian [stories]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora