La emoción se asentó como una bola pesada en su estómago. Había estado tan atrapada en su propia miseria que no se había dado cuenta de lo difícil que había sido para Brock hacer frente a todo lo que había estado sucediendo.
Atrapada entre la prensa de sus brazos, se quedó en silencio y aceptó su intenso abrazo. Había visto la preocupación en el rostro de John cuando él había salido de la habitación, y se sintió aún más miserable sabiendo que ella había dejado que sus maridos se vinieran abajo.
—Lo siento, Brock —acertó a susurrar—. No era mi intención hacerte daño. Por favor, perdóname.
—Te perdono, nena, pero tienes que prometerme que serás honesta conmigo, con todos nosotros, de ahora en adelante. Si tienes un problema, debes hablarlo con tus maridos, no guardarlo en tu interior. —Ella asintió de nuevo, luchando por mantener las lágrimas a raya—. Buena chica —dijo él, su mano acariciando su brazo arriba y abajo, su cadera, y su trasero dolorido—. Vamos a limpiarte. Tengo que cuidar de tu culo o no te sentarás cómodamente en una semana.
—Tal vez eso sea una buena cosa —dijo, todavía sintiendo remordimiento por lo que le había hecho pasar—. Puede que me recuerde que no debo guardar secretos.
Él se rió en voz baja.
—Puede ser —dijo, y añadió pensativamente—: pero también me va a impedir que vuelva a azotarte esta semana, y sospecho que hay unos cuantos azotes esperando para cruzarse en tu camino, nena. He pasado mucho tiempo sin jugar con mi sum. —Brock cuidadosamente rodó lejos de ella, se puso de pie y la levantó en sus brazos—. Mañana —dijo coloquialmente—, vamos a ir a California a visitar Tracey y a sus maridos. Y después, John y yo nos vamos a encerrar en nuestra habitación de hotel contigo y a mantenerte desnuda durante cinco días seguidos.
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Lachlan maldijo ante la última alarma de proximidad. Ahora los hijos de puta estaban aterrizando también por la noche. No importaba que no estuviera dormido o que tuvieran equipos de visión nocturna. Aún así le molestaba que pensaran que podían entrar sin autorización en medio de jodida la noche.
Estaba a mitad de camino a la sala de comunicaciones cuando Ryan, Ty, y Bryce se reunieron con él en el pasillo.
—Lo tenemos —dijo Ty con su acostumbrada sonrisa—. Puedes atender la llamada del comunicador subespacial.
Ahora que estaba lo suficientemente cerca, Lachlan podía oír el zumbido insistente. Volvió a mirar a sus hermanos, pero ya estaban saliendo de la sala antes de que a Lachlan se le ocurriera que si hubiera sido Mikayla, no habrían estado tan dispuestos a entregar la tarea.
Cuando vio el código de identificación, también quiso correr en la dirección opuesta. Por mucho que quisiera a su madre, esta podía ser un dolor en el culo cuando algo le daba vueltas en la cabeza.
—Hola, mamá —dijo, tratando de no parecer cualquier cosa que no fuera neutral. El talento de la mujer para leer el lenguaje corporal era tan extraño como el suyo propio, y él sabía que cualquier signo de debilidad lo llevaría a un discurso sobre cualquier cosa que creyera haber visto.
—Lachlan, te ves cansado —comenzó sin preámbulos. Trató de no poner los ojos en blanco con irritación. Sus padres eran muy conscientes de la situación con la que estaban lidiando, por lo que su madre debía saber exactamente por qué parecía cansado.
—¿Qué pasa, mamá? —preguntó, tratando de no parecer exasperado. Si llegaba al tema de una vez, él sería capaz de hacer frente a cualquiera que fuera el desastre que ella pretendía que manejara y entonces podría volver a la cama.
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Los Hombre De Mik 4
AléatoireLos hombres de Mikayla están deseosos de empezar su familia, pero cuando las cosas van mal , ¿puede realmente mantener Mikayla ocho maridos felices? Sintiéndose triste y descuidada, y tratando desesperadamente de ocultarlo a sus hombres, Mikayla se...