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Hay días en los que me encuentro derrotada, en los que la desesperación se hace presente en mi piel. Entonces solo me acurruco en un rincón de la cama y cojo con fuerza el edredón, a falta de unos brazos fuertes que me impidan caer. Y te echo de menos, como para no hacerlo. Añoro tus mensajes de ánimo aunque estuviéramos a kilómetros de distancia. Pero, ¿sabes un secreto? Extraño aún más que me pase algo bonito y no poder compartirlo contigo.

MicrorrelatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora