Capítulo 5 ⚡

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El sol aun no había salido, era bastante temprano y a penas se veían a los lejos los primeros rastros del inminente amanecer. Ese no era problema para Aimee que se encontraba en ese momento en una batalla donde ella con su látigo estaba ganando.
Tenia el arco en su espalda y un carcaj aun lleno de flechas después de todos sus aciertos a los blancos del campo de entrenamiento, derribo el último maniquí de entrenamiento de una patada proclamándose ganadora en su batalla imaginaria.

Esa había sido su forma de empezar el día desde que encontró la forma de escabullirse y poder entrenar con libertad, ella no se consideraba como las demás chicas del reino y mucho menos una princesa, le aburrían esas cosas, los vestidos le pesaban horrores y los peinados le hacían doler la cabeza, los zapatos hacían sentir sus pies en una tortura interminable. Para ella era mas fácil llevar pantalones y blusas de cuero junto a una cazadora, prefería llevar botas y el cabello atado en una trenza sencilla, alegría llevar un carcaj lleno de flechas en la espalda y el arco en lugar del corcel.

Pero debía fingir ser la princesa perfecta junto a Grace y buscar un marido para hacer una alianza, o mejor dicho, ser un objeto. Odiaba eso con todo su ser.

Ella sabia muy bien que si los reyes se enteraban de esto la mandarían a un convento o a un internado, o tal vez la encerrarían en una torre. Dio un suspiro y volvió a la carga, movía el látigo como si fuera algo realmente fácil.

Detrás de una columna a unos metros de Aimee la observaba el chico que daría lo poco que poseía por poder hablar con ella o por lo menos que ella notara su presencia. Desde aquella noche Green no había dejado de pensar en la princesa, la descubrió un día que fue a cambiar las espadas y la vio cruzar el campo de entrenamiento para tomar el arco, ella no lo vio y continuó con lo suyo, Green se sorprendió al ver su destreza y su estupenda puntería.

Le alegraba muchísimo verla entrenar porque sabia que eso la hacia feliz a ella. Dejo escapar un suspiro y sonrió para mismo.

Algunos pasos cerca de él hicieron que girara sobre si mismo y se ocultara mejor, logró alcanzar a ver como Vidar, uno de los mejores soldados del reino caminaba a paso firme y fuerte hacia Aimee que al notar su presencia se detuvo de lo que hacia.

- ¡¿Qué estas haciendo aquí niña?! - preguntó con notoria molestia.

- Estaba regando el jardín - respondió ella cruzándose de brazos.

- Este no es lugar para niñas, aquí solo se aceptan hombres mocosa - ella apretó los dientes y se puso mas recta para hacerle frente aunque comparada con la altura y anchura de Vidar ella parecía una hormiga

- Yo puedo estar donde se me de la gana, no eres nadie para decirme o no.

- Estoy seguro que el rey estaría de acuerdo conmigo, ¡el lugar para las mujeres es en la cocina!

- ¿Que esta pasando aquí? - Preguntó Rafael, el comandante general de toda la armada real, a su lado estaba David, hermano de Rafael y el segundo general.

Aimee casi sonríe al verlos, pues mas de una vez ellos le habían ayudado a entrenar pero David no estaba al tanto de eso.

- Esta niña debe estar en su lugar y no aquí - señaló Vidar.

- Ese no es problema, Vidar La princesa puede estar donde quiera - dijo David.

- ¡¡Ella no puede estar aquí!! - gritó molesto de que le llevaran la contraria. - y menos entrenar. - los demás soldados ya habían llegado y observaban la escena. Aimee se aprovechó de eso para burlar al soldado.

- ¿Por qué no? ¿Acaso tienes miedo de que esta niña te gane en batalla? - eso hizo enfadar aun mas a Vidar.

- Aimee por favor - trató de intervenir Rafael pero Aimee se adelantó subiéndose en un banco de madera y alzando la voz.

La Princesa de la NaturalezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora