1. Un corazón para Aleshka

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~1~

*Único requisito para este relato: Haber leído Lealtad Tatuada.

Aleshka

Han pasado unos años desde que terminé mis servicios para la C.E.E.R. De trabajar para ellos, me convertí en su directora, y gracias a eso ayudé a muchos, pero ya mi labor ha terminado allí, decidí tomar otro rumbo. Nadie creería que una súper soldado se encontraría en el campo, atendiendo cultivos y disfrutando del sol. De hecho me encanta, la vida con los animales y las plantas no es tan mala. Me recuerda un poco a mi entrenamiento, ya que me levanto temprano y atiendo al pequeño lugar. La diferencia está en que no tengo que lidiar con personas, siento que es más relajante la soledad.

Hasta que se acaba.

Alzo la vista viendo como Yakov salta la verja y frunzo el ceño, así que me le acerco a paso firme, para reprenderlo otra vez.

―¿Cuántas veces te he dicho que no entres sin mi permiso?

Hace una gran sonrisa.

―Hola Aleshka, hoy estás muy hermosa, me encanta tu sombrero de agricultora ¿Alguna fruta nueva?

―Es porque me da el sol ―digo sin expresión en el rostro ―¿y qué es eso de nueva? Es la que hay y punto.

―Qué mala ―Se ríe.

―Solo te estoy diciendo lo que sucede ―afirmo ―¿A qué has venido esta vez? ―Alzo una ceja.

―A darte mi corazón ―Pone ambos manos en su pecho.

―Bien, ahora en serio ¿Qué quieres?

―¡Pero es verdad! ―exclama sorprendido ―¿Por qué no me crees?

―Si es la única razón, no vengas ―Me giro.

―No, no, no ―Me agarra del brazo ―. Vengo a buscar mi cultivo semanal ―Ríe otra vez.

―Ya te lo di ayer ―Me suelto.

―Ya se vendió todo.

¿Por qué no le creo?

―Deja de malgastar el dinero.

―Pero si soy un cliente regular ―Hace una mueca.

―Eres un cliente fastidioso que habla mucho ―opino.

―Y tú no hablas nada ―Hace puchero.

―Estoy conversando contigo, ¿o no?

―Touché ―Ríe por tercera vez.

―Quédate aquí, iré a buscar tu pedido.

Camino por el sendero, directo al almacén, y por suerte se queda esperando bajo el árbol. Yakov no es mala persona, solo es un cliente que desde que lo conocí, viene muy seguido a este campo, se ha vuelto muy recurrente y a veces pasa pequeños límites, como haber saltado la verja. ¿No podía esperar? Parece que no.

"¿A qué has venido esta vez?"

"A darte mi corazón".

Niego moviendo la cabeza, pensando en lo que dijo, no estoy para esas cosas. Aunque me causa gracia, es alguien divertido. Ha pasado tiempo desde la última vez que he estado con alguien. Sin contar a Kovalev. Pero centrándome en lo importante, debo darle su pedido. Agarro las bolsas y las cargo sobre la plataforma movible. Camino empujando el carro hasta llegar donde está Yakov.

―¿Trajiste la camioneta? ―pregunto tranquila y él asiente.

Vamos hasta allí y veo como sube las bolsas a la cúpula de su vehículo, me paga lo que me debe pero no se va, en cambio se me acerca, regalándome una flor que tenía guardada sobre el asiento del conductor.

―Ten una cita conmigo ―me dice.

―No es necesario.

―No creo que se trate de necesidad ―Se ríe pero de repente se arrodilla ―pero si es así, ¡Acepta que me estoy muriendo! ―Alza las manos.

Levanto una ceja, aunque casi sonrío.

―Te comportas como un niño.

Deja de estar arrodillado y pasa la mano por su cabello oscuro.

―Soy adorable, lo sé.

―Creo que has perdido tu encanto ―opino sin expresión y se sobresalta.

Se ríe.

―Solo bromeaba ¡¿No te gustan los entusiastas?! ―Levanta las manos ―¡¡Estoy perdido!!

Quedándome pensativa ante sus acciones casi sonrío otra vez.

―De hecho sí ―confieso ―las personas que son alegres me agradan, porque son más expresivas que yo y me complementan.

―¿No te caigo mal? ―Se señala emocionado.

―Claro que no, solo lo malinterpretas por mis palabras frías.

―Tienes razón ―Se sorprende ―¿Cómo lo sabes?

―Analice lo que dijiste.

―Ah entonces es cierto, trabajaste para la C.E.E.R, la gente del pueblo habla mucho de eso ―Señala con su pulgar en esa dirección ―¿Qué hacías allí? ―pregunta curioso.

―Muchas cosas ―respondo en seco.

―Vale, ya entendí ―Levanta las manos ―secreto de Estado ―Se ríe.

―¿Eh? ―No comprendo.

―Es una expresión ―me explica y asiento ―¿Salimos entonces?

―¿Para qué?

―Porque estoy seguro de que esa sonrisa que evitaste, se formará.

Prestó atención. Muy bien.

Termino por aceptar su invitación, ya que valoro el esfuerzo y al darse cuenta de aquella expresión que evité, se ha ganado mi interés. Los pequeños detalles siempre suman, eso es importante. 

Relatos Ricoy (Probando tus celos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora