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•{No puedo contenerlo más, soy todo tuyo, no tengo control.}•
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—¿Qué haces aquí?— Me preguntó mientras caminabamos para buscar una banca vacía o alguna en la que diera sombra.
—¿Por qué no respondiste el mensaje?— Fue lo que respondí y él soltó una risa.
—¿Eso es todo lo que me dirás? ¿"Por qué no respondiste el mensaje"?
—Ujum, ¿por qué?
—Estaba dormido. Además... ¿Desde cuándo estamos en la fase de los celos?— Preguntó mientras se reía.
—No son celos, solo me preocupé, ya sabes... No te veías bien.
—Aw, te preocupas por mi. Qué lindo.— Dijo apretando mi nariz.— Ya te dije que no estaba borracho, tomé un poco con mis amigos durante la noche y parte de la mañana. Solo un poco.
—Como sea.— Le dije y rodé mis ojos.— ¿Qué haces aquí?
—Creí haberte hecho la misma pregunta hace unos minutos.
—Estoy acompañando a Nash en una cita.— Dije agarrando un mechón de cabello para pasarlo por detrás de su oreja.
—Ya tengo que cortarlo.— Sonrió y miró detrás de mí.
—No creo, se te ve bien así.— Mencioné sonrojándome.
—Lo sé.— Dijo y se rió.
—Eres un poquito narcisista, ¿no crees?— Pregunté alzando una ceja.
—No, no lo creo.— Dijo acercándose a mi. Miré sus ojos, que estaban enfocados en mis labios, relamió los suyos y miró mis ojos, intenté sostenerle la mirada, pero me observaba con tanta intensidad que tuve que mirar hacia otro lado; me ponía nerviosa. Alzó su mano y la puso en una de mis mejillas, haciendo que lo mirara, me dedicó una sonrisa y luego apartó la mano.— Mi amigo también está aquí por una cita.— Mencionó luego de recostarse contra la banca.— Creo que es con tu amigo... ¿Es gay?
—Si. Se llama Louis, su cita.
—Es mi mejor amigo.— Dijo sonriendo.— Ese hombre ha estado pegado al teléfono por toda la semana, pero nunca me dijo con quién estaba hablando.
—A mi Nash me dijo hoy.— Dije mirando mis manos, que estaban en mis muslos.
—Ja... Que comunicativos son. Se merecen.— Bromeó dándome un leve codazo en el brazo, yo solo reí y asentí.
—Si... Yo le cuento todo y él viene y me dice una semana después.— Dije y Harry sonrió más ampliamente.
—¿Qué maravillas le cuentas de mi?
—Ya quisieras.— Dije riendo nerviosamente apartando mis ojos de los suyos.
