Capítulo Dos || ...

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Minutos después, miré como ambos hombres salieron de la oficina riendo a carcajadas, extrañada, pero a la vez más relajada de que no fuera a sufrir regaños por parte de su Jefe, despidió aquel Cliente y se acercó a mi escritorio.

—A alguien le hace falta modales. —Su tono fue muy serio, tanto que me sorprendió, pero sin embargo no me asustaba, nada me asustaba.

—¿Algún problema? Sabes que...puedo ayudarte en otras cosas—Le respondí con un tono coqueto.

—Si, tienes que ir hoy como guía, no conocen nada de New York, al menos compórtate. —Al terminar de decirme aquello, se giró y fue a su oficina, solo escuché el estruendo al cerrarla, seguramente estaba estresado o no tenía un buen día, no me importaba en lo absoluto.

El pasar de las horas en la mañana era muy aburridos, el trabajo lo era, pero sin embargo jugar un poco en el celular era lo mejor, planeando muchas citas para la semana, en las noches no estaría aburrida viendo películas en el sofá, tenía todos los días planeados, pero al recordar lo que había mencionado su jefe, supo que tendría que cancelar algunas o pasarlas a otro día.

Miré como una asistente de mi jefe se acercó a mi escritorio, dejando unos papeles, la miré con enojo, gruñí bajo tomando los papeles, leyendo.
—¿Qué es esto? —Cuestioné enfadada, eran muchos lugares, un itinerario completo, con horarios hasta la media noche.

—Tu trabajo. —Respondió la rubia teñida, era de odiar.

—Pues me encantaría, pero estoy ocupada ¿Por qué no vas tu? Seguramente tienes una vida aburrida. —Respondí molesta, no podía estar pasando.

—El jefe lo ordena ¿O creíste que no se iba a aburrir de acostarse contigo? —Respondió la mujer alejándose de mi escritorio.

—Eres una maldita zorr...— Olivia llegaba a ser la mujer más odiosa cuando se lo proponía, ya era común tener que pelear con ella en las horas de trabajo.

Me levanté de mi asiento y caminé rápidamente a la oficina, abriendo la puerta de golpe, me adentré y me detuve frente al escritorio de mi jefe.

—¿Qué carajos te sucede? Sabes que no tengo tiempo para trabajar hasta media noche! —Le reclamé un poco exaltada.

—Hey! No me hables así! —Respondió el castaño, poniéndose de pie del asiento.

—¿Cómo me explicas esto? ¿Quieres que atienda a estas personas? Eres un imbécil! —No me importaba que decir, nadie ni nada iba a interrumpir mis citas en la semana.

—Al menos puedes hacer algo bien? —Se notaba su enojo, al igual que el mío, pero algo cambió, su mano fue a su pecho, se la apoyó muy fuerte y de un segundo a otro, terminó por caer sobre el escritorio, me acerqué buscando una explicación, su piel empezó a empalidecer.

Detrás de mí escuché un grito fuerte, casi como de película de terror, me giré y era Olivia, que no tardó en llamar la ambulancia, me acerqué hasta ella y le quité el celular de sus manos.

—Te estas equivocando de número, es la funeraria. —Susurré y seguí mi camino, saliendo de la oficina, supuse que dos muertes de mi lista de amantes,el mismo día eran mucha coincidencia, no me llamó mi atención, regresé al escritorio tomando mis cosas, tendría el día libre, tenía que aprovechar mi última cita, tendría que estar con esas personas todo el día y toda la semana hasta que quisieran irse.

Al salir del sitio, fui directo a mi auto, subí y empecé a conducir hacía algún punto de la ciudad, lo que me llevó hasta un mirador donde podía ver el Empire States y la ciudad, tal vez podría conocer a alguien, ningún hombre se a resistido a mis encantos, bajé del auto, adentrándome al edificio, tomé el ascensor hasta el último piso, me acerqué hasta un ventanal que tenía le mejor vista, solía ir allí a relajarme un poco.

Pero una voz gruesa, interrumpió mi tranquilidad, al girarme, noté un hombre alto, castaño de cabello lacio y bien peinado, muy bien vestido para estar en un mirador.

—¿Por qué tan sola? —Musitó aquel hombre. Su pregunta sonaba muy acosadora, pero no le temía.

—Porque busco compañía... tal vez podrías ayudarme. —Me giré mejor a el, dejando ver mejor mis pechos, a lo que su mirada no se pudo resistir.

—Farid. —Extendió su mano hacía mi, terminé por estrecharla, levantando mi mirada a sus ojos marrones claros.

—Eleanor. —Le guiñé el ojo discretamente y solté su mano.

Amada Muerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora