Capítulo Cinco || ¿Por qué a mi?

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Después de todo no había sido mala idea aceptar su propuesta a ganarme, sus besos y sus manos por todo mi cuerpo hipnotizaban y cegaban mi mente, sin importarme más nada que el momento, era increíble cómo me hacía sentir, me levanté del suelo y caminé hasta la cama.

—¿Me acompañas? —Mi voz se volvía más provocativa, observando cómo se levantaba, su cabello despeinado y su camisa desordenada, era perfecto.

—¿Por qué no? —Sus besos empezaron a subir desde mi rodilla, iban dejando rastro por mi piel, eran tan húmedos y cálidos, continuaron su recorrido por mi vientre y sus manos no se detenía dejando suaves caricias.

El momento era placentero, tiré mi cabeza hacía atrás cerrando mis ojos, gimoteaba algunas veces, mi piel erizada, pero de un segundo a otro me dejé caer por completo en la cama, había bebido muchos sorbos de vino, lo que terminó por traicionarme ¡Demonios! ¡No ahora!, un profundo sueño me invadió por completo.

Al recuperar el conocimiento, una fuerte luz en mi cara, tapé mi rostro con mis manos, me giré sobre la cama, abriendo un poco mis ojos, noté a mi lado un cuerpo masculino, era Farid, se encontraba en un profundo sueño, seguramente habíamos hecho tantas cosas que se había agotado, pero este no fue el caso.

—¡Mierda! —Exclamé gruñendo entre dientes y me levanté rápido de la cama, buscando mi ropa por el suelo, la tomé para volverme a vestir, tenía que irme rápido, nunca me había sucedido, me sentía avergonzada, no podía estar pasando ahora.

Farid se giró en la cama, casi por despertarse, tomé mi blusa y salí de la habitación casi corriendo, con mis zapatos en mano, corrí como pude hasta el ascensor, al entrar me encontré con una familia, traté de pasar desapercibida, colocando mi blusa y zapatos, acomodé mi cabello, mi cabeza dolía tanto.

¿Cuándo me había fallado tener sexo casual? ¡Nunca!, al salir de aquel edificio, traté de ubicarme, caminé hasta la orilla de la calle y detuve un taxi, subí rápido y le indiqué la dirección de mi edificio. No tardé mucho en llegar, al detenerse el auto, salí muy rápido sin pagarle.

—¡Lo lamento! ¡Extravié mi bolso! —Casi corriendo me adentré a mi edificio, subí por aquellas estorbosas escaleras y llegué hasta la puerta, no solía cerrarla con llave, así que no importó que mis cosas estuvieran en el bolso, en mi auto en alguna parte de New York.

Mi gato se paseó entre mis pies, lo hice a un lado con una leve patada, desesperada caminaba de un lado a otro.

—Maldita seas Farid! Si no hubieses llegado a mi vida, no me sentiría tan avergonzada ¿Por qué a mi? —Le hablaba a mi gato, pero luego de un momento de meditación, quité mi ropa y me metí a la ducha, necesitaba respirar, relajarme e ir al maldito trabajo, al que me había asignado mi jefe antes de su partida.

Salí en bata de baño en busca de mi ropa, tomé un vestido rojo bastante casual para el momento, opté por llevar zapatillas blancas, recogí mi cabello en una coleta alta, estaba por salir cuando alguien tocó mi puerta, dejé de maquillarme y fui a la misma, al abrirla, solo me encontré con una nota.

"Asesina, la muerte de mi esposo quedará en manos de la justicia y pagarás por ello."

Me imaginé quién era, arrugué el papel y lo lancé lejos, terminé por salir de mi departamento, bajé corriendo las escaleras y salí de mi edificio para caminar, según recordaba el lugar de mi encuentro con aquellos hombres visitantes era en el Empire State Building, no quedaba muy lejos, caminando mientras meditaba sobre lo sucedido.

Unos minutos después, llegué y esperando ver aquel mismo hombre de acento extraño, pero un auto negro se detuvo en frente mío, el primero en aparecer fue aquel mismo hombre.

—Maldita sea... ¿Tu otra vez? Este recorrido será aburrido. —Murmulló aquel hombre de vestimenta extraña.

—¿Traes a tus amigos esta vez? Ya les dije que hay un loquero muy cerca. —Murmullé tratando de no reír, pero siempre las risas eran mi traición.

Pero desparecieron cuando vi aquel hombre salir del auto, alto, piel acaramelada, apariencia elegante, cabello muy arreglado, lentes oscuros y dos guardaespaldas más acompañándolo.

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