Capítulo Cuatro || Coincidencia.

70 4 2
                                    







—No asesiné a nadie y me gustaría que estuviera vivo para decirle que sea más educado, agradecido por las largas noches de trabajo...disculpe, sexo en la oficina. —Rodeando la mesa, dirigiéndome hacía aquella mujer quedando en frente a pocos metros.

—¿Qué? ¿El...y tu...tenían sexo? —La pelirroja se notaba tan confundida, lo que una vez fue enojo y odio contra mi, se transformó al instante en llantos, los guardaespaldas la soltaron y salió muy rápido de aquel restaurante.

Giré para ver a Farid, estaba muy impresionado por lo que había pasado, tal vez mi confesión no se la esperaba.

—¿Murió alguien con quién te acostabas? Wow... —El hombre se notaba confundido por lo que había escuchado.

—Dos.. dos hombres murieron hoy y no soy asesina. —Aclaré, mirando como su rostro era de sorpresa.

—Una asesina serial... Vaya... ¿Los asesinaste? —Se puso de pie acortando la cercanía

—No los asesiné... solo es una coincidencia, me acosté con los dos por mucho tiempo y ahora solo están muertos, no tiene caso. —Me negué a creer que tenía algo que ver conmigo.

—Aún quiero acostarme contigo. —Susurró Farid con tono de burla y bromista, dejando un golpe suave en mi hombro.

—Podrías morir...—Le seguí el juego acercándome un poco más a su cuerpo.

—Me gustan correr riesgos...—Seguía mi juego, se apegó un poco, sentí sus manos rodear mi cintura y llevarme más a el.

—¿Morirías por mi?—Cuestioné rozando mis labios con los suyos, pero un silencio nos invadió, sus labios atraparon los míos, encajaban a la perfección, eran de suave textura, al cerrar mis ojos solo podía sentirlo, no quería separarme así que me mantenía lo más apegada a el, la falta de respiración nos obligó a separarnos unos cortos centímetros.

—Lo tomaré como un sí. —Abriendo mis ojos, observé a los suyos, su mano se deslizaba lentamente por mi espalda, dejando caricias relajantes  que pasaban a ser excitantes.

Nos vimos interrumpidos por los meseros y los deliciosos platos de comida, rápidamente volvimos a nuestros asientos para disfrutar la velada, ya no era tan aburrida después de todo, pudimos disfrutar de diferentes postres Franceses, alguno que otro vino, cuando finalmente teníamos que irnos, habíamos bebido dos botellas juntos de Vino Francés y comido muchos postrecillos, apenas lograba sostenerme al estar de pie, me apoyé de el, los guardaespaldas nos ayudaron de regreso al auto, una vez dentro me recosté de su pecho abrazándolo.

—Tenemos que hacerlo más seguido... —Mencionó Farid, estaba tan ebrio como yo, apenas y nos entendíamos.

—Quiero hacerlo...—Logré responder, como pude me subí sobre sus piernas, logré apresarlo contra el asiento, mis labios fueron a los suyos, tomando posesión de sus labios mis manos se deslizaban por su dorso y bajaban dejando caricias con la punta de mis dedos.

Mis dedos abrieron parte de su camisa, pero el auto frenó de golpe, haciendo que me cayera hacía el frente y me golpeara, toqué mi cabeza, dolía mucho, pero no me detendría, volví donde estaba Farid para seguir cada beso bajando a su cuello, dejando resto de mi labial por todas partes. Cuando la puerta se abrió, pude salir apenas caminando, me apoyé de Farid, nos tambaleábamos.

Nos adentramos a lo que parecía ser su Hotel, entre risas por cualquier cosa o burlas hacía el personal que nos encontrábamos, dentro del ascensor estuvo lleno de besos, no sabía cuánto más podía soportar esta tortura, sus manos acariciando mi cuerpo, me volvían loca, cuando las puertas del ascensor se abrieron, caminé con el cómo podíamos hasta una puerta dorada, el  abrió y nos adentramos a la habitación, me quité los zapatos y me lancé sobre el, cayendo contra el suelo, pero nada nos detendría, ni siquiera el golpe que había recibido detenía sus manos acariciando mi cuerpo, las cuales no tardaron deshacerse de mi ropa.

Amada Muerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora