Acto 4

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El acto terminó con un cuerpo inerte partido a la mitad manchando de sangre el suelo y la mesa de metal, la maestra de ceremonia chasqueó los dedos y con rapidez un hombre fuerte cargó la mesa de metal tirando el cuerpo de la chica al suelo sin cuidado para llevárselo a otro lado donde tenían todos los materiales.

Después regreso con un objeto de madera bastante grande y circular, el cual lograba dar vueltas, era un blanco que tenía en cuatro extremos unos cinturones especiales para sujetar manos y pies.

También en el centro un cinturón para sujetar del cuello y que no mueva la cabeza quien esté amarrado en ese blanco, el cual tenía pintada sus rayas rojas y blancas ya algo desgastadas, con agujeros que daban prueba a que fue usado.

La misma chica la cual había empujado a la expectante en el acto dos se hizo presente, al ponerle más atención se lograba ver que era una chica con la misma edad que la asistente peliazul ahora muerta.

Esta chica de cabellera albina amarrada en una coleta tenía un ligero mechón morado fuerte, en su rostro lo que más resaltaba era esa marca debajo de su ojo derecho el cual estaba hecho con maquillaje.

La chica tenía la vestimenta un poco cocida al igual que partes de la piel pero no muchos le tomaron atención a eso, sonreía con diversión y demencia mientras se ponía en el blanco y ataba muy bien sus pies con los cinturones especiales de ese objeto.

Al ya tener sus pies y cuello ajustado con los cinturones, el castaño de ojos azules hizo presencia para ayudarla a ponerle los cinturones en las manos y de paso, llevarse el cuerpo muerto de su ahora ex-amiga.

Al llevarse el cuerpo partido dejó un rastro de sangre que después tendría que limpiar, el cuatro acto empezó y el blanco con la chica empezó a dar vueltas de una forma lenta.

En eso unos cuchillos de doble filo empezaron a ser lanzados hacia la chica, algunos pocos cuchillos se clavaban en la madera con fuerza mientras que los demás se clavaban en la chica, lastimándola en el abdomen, brazos, piernas, cuello y otros lugares.

Las hermanas miraban curiosas el acto, se notaba que no hacía un esfuerzo la chica o chico que lanzaba cuchillos hacia el blanco, solo los lanzaba sin dirección, sin importarle si lastimaba a quien estaba en el blanco

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Las hermanas miraban curiosas el acto, se notaba que no hacía un esfuerzo la chica o chico que lanzaba cuchillos hacia el blanco, solo los lanzaba sin dirección, sin importarle si lastimaba a quien estaba en el blanco.

Ellas recordaban ese juego, cuando eran más jóvenes y un desastre para vivir solas, iban con sus padres a la feria de la cuidad, donde estaba el mismo juego pero la diferencia era que tenías que darle a unos globos, si reventabas todos te ganabas un premio.

La mayor era un asco para la puntería, de 5 globos y 10 espadas solo logró reventar 1 y ese fue porque lo hizo muy cerca, no como su hermana que logró reventar todos con una buena puntería y aunque usó 8 espadas para eso lo logró.

Ese día regresaron a la casa con una albina comiendo chocolate como consuelo y al azabache menor con un gran peluche de unicornio que se quedaría en su habitación aunque su madre se negara.

Regresando al presente la mayor se empezaba a aburrir, seguía con el miedo a flor de piel y seguía arrepintiéndose de cada cosa mal que hizo en su vida hasta ese momento.

Pero le aburría ver cómo una chica o chico -dudaba si tenía un sexo definido- lanzaba cuchillos hacia la chica que daba vueltas sin cuidado ni esfuerzo, solo lo hacía por hacer algo en el acto.

—girando y girando— hablo con tranquilidad la maestra de ceremonia mientras caminaba con tranquilidad cerca de el acto —todos giramos— hablo deteniéndose para mirar a su público y sonreír.

—de estar de pie a estar al revés, una y otra vez— habló haciendo círculos con sus manos mientras posaba su vista en las hermanas —ese es el mensaje que nos dedica otra de las asistentes de la noche—

—que dicen? Mareados?— soltó una carcajada para acercarse a quien lanzaba los cuchillos y detenerla, con una sonrisa traviesa le susurró algo al oído para alejarse y ver a el contrario asentir y sonreír.

La anfitriona se acercó a la mesa con cuchillos que muy al inicio dejaron y tomó de nuevo la cajita con todos los asientos, metió su mano para sacar un papel y leer el número.

—la persona del asiento A 2 venga por favor para acá— sobrio al ver una joven de cabellera violeta pararse temblando, fue guiada hasta el blanco donde retiraron el cuerpo ensangrentado y moribundo de la albina para la poner a la chica en su lugar.

Sonrió con satisfacción al escuchar los gritos de dolor que daba la chica al sentir los cuchillos clavarse en su piel sin cuidado, sin dudas se deleitaba con esos sonidos.

—esa mujer no le falta un tornillo, si no toda la ferretería completa— hablo la hermana azabache hacia la contraria refiriéndose de la maestra de ceremonia, para ella era de locos que te gustara escuchar el sufrimiento ajeno.

—pero tú sabes que dicen de la gente loca— hablo en defensa la albina, no le gustaba criticar sin conocer pero concordaba con su hermana en ese punto.

Las mejores personas son las que están locas ¿no?

Kiss_me_and_fuck_me

El circo de los horrores (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora