Acto 5

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Cuando los gritos de dolor cesaron, un cuerpo inerte estaba en aquel blanco, desbordando sangre de todas las cortadas de sus extremidades y manchando el sucio suelo con la sangre fresca de aquella víctima.

De nuevo apareció aquel chico de cabellera castaña y ojos azules, quien sacó el cuerpo del juego y la arrastró a un lugar no visible para el público.

Otros ayudantes quitaron el blanco, el ruido de las pisadas era lo único que se escuchaba hasta volver a quedar en aquel tétrico silencio que te hacía tener la piel de gallina.

La anfitriona sonrie mientras mira a los espectadores en completo silencio, nadie se atreve a romper aquel tétrico silencio por miedo a ser el siguiente en aquella lista sin fin.

El ruido se vio cortado por las pisadas de tres chicos, quienes caminaban por los pasillos de entre los asientos vendiendo botanas y bebidas frías.

Parecían estar ajenas a toda la situación, ni siquiera parecía importarles el hecho de que todos ahí corrían el riesgo de morir a manos de una loca anfitriona de aquel tétrico circo.

Que hablando de ella, había desaparecido de donde estaba mientras los vendedores seguían con su trabajo, pasando por los lugares y ofreciendo lo que traían a unos precios demasiado baratos.

La hermana mayor tenía la boca cerrada y la garganta cerrada, sin pensarlo mucho llamo a uno de los muchachos, su vestimenta gris no le daba buena pinta, ni la expresión seria o la voz profunda, pero de que algo estaba segura es que tenía unos hermosos y brillantes ojos escarlatas.

Sacando su billetera compro dos botellas de agua helada y las pago, dando al chico un billete de 50 pesos mexicanos, realmente no había preguntado cuánto costaban las cosas, pero se sorprendió al recibir 48 pesos en monedas.

Es que acaso las bebidas costaban 1 peso? Eso ni de chiste se lo creía, teniendo en cuenta que en la tienda más cercana a su hogar la misma agua rondaba entre los 15 a 20 pesos por marca y cantidad.

Y también el hecho de que los boletos para entrar a aquel circo costaron cada uno 500 pesos, era un chiste que se vendieran las cosas a un precio tan bajo pero los boletos a precios muy altos.

Simplemente no entendía el sistema de ese circo y el cómo se distribuía el dinero.

Dejando de cuestionarse todo eso le dio la segunda botella a su hermana, quien la aceptó dudosa, viendo a su hermana mayor beberse el contenido con rapidez, como si realmente estuviera sedienta.

Un suave gemido de placer salió de los labios rosados de la mayor al terminar de beber el agua, el agua fresca fue todo lo que necesitaba.

Sonriendo levemente compro otras dos botellas al mismo muchacho, guardándolas para después por si más sed le daba, era algo tan natural en ella tomar demasiado líquido, se había acostumbrado a tomar de 3 a 4 litros diarios.

Aunque después las ganas del baño fueran muy necesarias.

Dejando eso de lado empezó a mirar a los vendedores, debían ser hermanos ya que los tres son exactamente iguales, los tres tienen la misma ropa de color gris opaco que les cubre todo su físico.

Los tres tienen zapatos negros de charol, los tres tienen guantes negros de lana, los tres están peinados exactamente igual, los tres tienen la misma expresión seria y fría, los tres tienen la misma voz gruesa... pero sus ojos no son iguales.

Uno tiene los ojos de un brilloso escarlata, el segundo que vendía botanas tiene los ojos de color olivo y el último que vendía caramelos tiene los ojos de un intenso color ámbar.

El circo de los horrores (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora